Ramillete de ases

Apasionante noche de flamenco, de esas que convierten una salida en inolvidable, es la que brinda el Tablao Cordobés, en las Ramblas de Barcelona, con el espectáculo Con Carmen Amaya en la Memoria, en el marco de la programación del año en que se celebra el centenario del nacimiento de la genial artista catalana.

En escena un selecto grupo de artistas: las bailaoras Karemi Amaya, sobrina nieta de Carmen, Pastora Galván y Paloma Fantova, y los bailaores Antonio, El Farru e Iván Alcalá. Entre los cantaores destaca El Coco y La Tana y entre los guitarristas David Cerreduela, un reparto de lujo para los amantes del flamenco y del público que aprecie el buen hacer.

El espectáculo está formados por dos bloques: Los orígenes y Carmen y su tiempo. En el primero, la idea básica que se desgrana es la llegada de los gitanos a España en el año de 1.425. La voz quebrada del El Coco estremece con sus cantes de romance, toná, martinete y debla.

Mientras que Antonio, El Farru, e Iván Alcalá bailan una seguirinya. Alcalá tiene un baile sereno y acompasado que contrasta con el osado baile de El Farru, vibrante zapateado e insolente braceo. Pasión y razón trenzan el baile de estos dos intérpretes, que se vuelven a reencontrar en la farruca.

Pastora Galván con una intensidad arrolladora canta y baila unas bulerías y emociona en el taranto de Carmen. Le sigue La Tana que entona el Llanto por Carmen Amaya de León y Solano, su aterciopelada voz encogió el corazón del público. Este bloque finaliza con la actuación de Karemi Amaya en unas alegrías. Vestida, con pantalón y chaqueta corta como su tía, mostró la bravura de su baile.

Un baile elegante, austero y rico en matices que hipnotizó al espectador. Su versátil zapateado desnuda una gran fiereza y sus vueltas de riñón destilan una penetrante sensualidad.

En el segundo bloque, Carmen y su tiempo, volvieron a brillar todos estos artistas a los que se añadió la joven bailaora, Paloma Fantova, que mostró un dinámico baile rebosante de energía en las malagueñas y abandolaos.

Al final todos juntos se marcaron unas alegrías y bulerías que levantaron el público que llenaba el Tablao Cordobés, en su mayoría extranjeros que reconocieron el buen baile.