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La punta de la lengua
Columna
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¿Sabe usted qué es un CEO?

Se ve que quienes usan esa sigla dan por descontado que millones de personas la conocen al dedillo

Álex Grijelmo

La avara gestión de la empresa privada Ribera Salud en el hospital público de Torrejón de Ardoz (Madrid) ha originado que la sigla CEO aparezca ahora con extremada frecuencia en los medios de información general (principalmente en EL PAÍS, diario que reveló los hechos), así como en los consiguientes debates políticos y periodísticos. Se ve que quienes la usan dan por descontado que los millones de personas a quienes se dirigen la conocen al dedillo, porque casi nunca les explican qué quiere decir. Otra posibilidad, claro, es que esto lo ignoren.

El referido abreviamiento se documenta en los bancos de datos académicos a partir de 1996. Salvo una excepción (El Mundo, 8 de junio de 1997), durante los primeros años aparece exclusivamente en la prensa latinoamericana. (Por entonces, CEO significaba en España “centro de enseñanza obligatoria”). Y a principios del siglo XXI se extendió ya en todo el ámbito hispano, cuando el desarrollo tecnológico inundó de anglicismos el lenguaje empresarial.

Las tres letras representativas de chief executive officer (director ejecutivo) se refieren al cargo que normalmente se sitúa entre el presidente (por arriba) y el director general (por abajo). El anglicismo se podría traducir o explicar, según cada ocasión, como “primer ejecutivo”, “principal directivo”, “gerente general” (más habitual en el español de América) o “consejero delegado”. En este último caso se refiere a la persona en quien el Consejo de Administración delega parte de sus competencias y le otorga así la mayor responsabilidad en la gestión de la compañía. A veces ese cargo se hace compatible con el de presidente o director general, según el Diccionario Lid de empresa y economía, dirigido por Marcelino Elosua (2003).

Las mencionadas opciones en español son las que vienen recomendando tanto la Real Academia Española como la Fundéu, entidad esta última que, por cierto, conmemora el próximo 17 de diciembre su vigésimo aniversario.

Pues bien, “el CEO de Ribera Salud”, Pablo Gallart, ordenó a su equipo aumentar las listas de espera del hospital público de Torrejón (Madrid) y eliminar los procesos no rentables, para aumentar así los beneficios, además de reutilizar material de un solo uso, según viene informando EL PAÍS desde el 3 de diciembre. Un prenda, el CEO.

El poeta y periodista irlandés John William Wilkinson (que reside en Barcelona desde hace más de 40 años y es colaborador habitual de La Vanguardia) escribe en su libro sobre anglicismos titulado De hipster a hacker (editorial Pons Idiomas, 2015) que esta sigla se halla muy extendida “en los escritos económicos”. Sin duda, pero ahora ya prolifera también en la información generalista. Como indica Wilkinson en esa entrada, las publicaciones en español especializadas en las finanzas “están plagadas de anglicismos, siglas y acrónimos derivados del inglés”, y “el sufrido lector no tiene más remedio que leer los textos como si lo hiciera en dos idiomas simultáneamente”. Un lenguaje que “para cualquier lego en la materia resulta altamente incomprensible”.

¿Será que ahora ya nos sueltan cada dos por tres la expresión CEO porque de repente hemos dejado de ser legos en esta y otras materias, y conocemos todos los léxicos especializados? ¿O será más bien que hacemos ver eso, presumiendo de lo que se carece? No lo sé, pero en cualquier caso elpais.com publica unos 90 anglicismos al día.

Como esta columna que ustedes leen se publicará solamente en el diario digital, puesto que el suplemento Babelia de papel alberga el sábado 13 de diciembre un monográfico resumen del año literario, les traigo una propuesta. Haciendo de la restricción una ventaja, invito a los amables suscriptores –solo a los amables– a que expresen en el espacio dedicado a comentarios si consideran CEO una sigla entendible a la primera por ellos mismos, sus familiares y sus amigos; y, por ende, comprensible para la masiva colectividad que cada uno de ellos represente. También pueden señalar si, aun entendiéndola, preferirían que se usase un término en español, bien por una cuestión de estilo o bien por una cuestión de solidaridad, para que no se queden in albis los sin duda escasísimos desconocedores del léxico especializado de la economía; que a lo mejor son cada vez menos porque parece ser que la gente se dedica a estudiarlo con ahínco a fin de leer con más provecho los periódicos.

En las credenciales de los ejecutivos más rimbombantes, así como en las tarjetas de los más acomplejados, figuran similares expresiones como chief operating manager, o COM, que es el “director general”; chief financial officer, o CFO, antes llamado “director financiero”; chief operating officer, o COO –no confundir con CC OO, nada que ver–, quien cumple el papel de “director ejecutivo”, y el chief technical officer, o CTO, a quien en otro tiempo se denominó “director técnico”.

El Libro de estilo de EL PAÍS es tajante sobre todas estas siglas, incluida la del CEO: “Deben traducirse siempre”. Pero a lo mejor hay que cambiarlo.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades
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