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Crítica Literaria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘La fabricación de un crimen’, historia verdadera de un asesinato inventado

Ricardo Raphael se vale de las herramientas del nuevo periodismo para reconstruir la trama de la desaparición de Hugo Alberto Wallace en México en 2005 y de las vidas rotas sin piedad bajo el escudo del fingido dolor de una madre

Isabel Miranda Wallace, junto a una pancarta con el retrato de uno de los acusados, y por tanto víctima, de la falsa denuncia de secuestro y asesinato de su hijo Hugo Alberto Wallace, el 15 de marzo de 2006, tres años después de su supuesta desaparición.
Leonardo Padura

El arte de la novela goza del privilegio de poder mentir impunemente. Desde su misma definición, la Academia identifica la novela con la ficción y la ficción con invención o cosa fingida. Pero, con relación a lo ficticio, este género narrativo ha establecido un juego limpio: el novelista cuenta una mentira como si fuera verdad y el lector, sabiendo que es mentira, la lee como si fuera verdad, y así se completa el ejercicio estético.

Sin embargo, cuando un texto se presenta como la narración de hechos reales suponemos que lo narrado es reflejo fidedigno de determinados acontecimientos. Esta condición constituye un principio ético básico que, también lo asumimos, debería respetar toda práctica periodística. Por ello, cuando una trama que se identifica como la revelación de realidades concretas, pero comienza diciéndonos que el relato es el testimonio de “un fusilado que está vivo”, podemos tornarnos suspicaces. Esa advertencia precisa, por cierto, no resulta aquí arbitraria: es justo la frase con que abre Operación Masacre, el libro sobre hechos reales que publicó en 1957 el periodista argentino Rodolfo Walsh y que, para muchos, marca la eclosión de una modalidad narrativa que, poco después, con la aparición de A sangre fría (1965), de Truman Capote, se comenzó a calificar como “novela sin ficción”, un oxímoron de libro (y nunca mejor dicho).

Justo por esa época esta tipología narrativa, que apropiándose de recursos propios del arte de la novela contaba historias reales, tuvo un notable auge y fue la fórmula que caracterizó al llamado nuevo periodismo norteamericano que cultivaron autores tan notables como Tom Wolfe y Norman Mailer, entre otros.

Desde entonces esta combinación genérica ha sido un instrumento muy recurrido para develar, sobre todo, tramas oscuras o intencionalmente oscurecidas. El ejercicio reporteril ha escapado así de los márgenes más estrictos de los medios y, ampliando su espacio de indagación y valiéndose de otros recursos, ha buscado la penetración en un contexto determinado para develar una verdad pervertida o manipulada.

Pero si en lugar de “un fusilado que está vivo”, un libro sobre hechos reales nos cuenta la tremebunda historia del secuestro, asesinato y desmembramiento de un individuo, un crimen por el cual son acusadas, torturadas, vejadas y condenadas seis personas (y destruidas las vidas de otras 30) y, mientras ese infierno se desarrolla, sabemos que luego de su muerte certificada la víctima de ese crimen habla por teléfono y visita a exnovias…, más que suspicacias lo que nos acecha es la estupefacción y una perniciosa pregunta: ¿esto es cierto, es posible?

La fabricación de un crimen (Seix Barral, 2025), detallada, profunda, documentada y reveladora investigación periodística realizada por el escritor mexicano Ricardo Raphael, cuenta una de esas tramas que, ni siquiera porque los documentos y testimonios lo aseguran, no resultan creíbles que hayan podido existir. Aunque existió.

Todo ocurre a partir de la desaparición el 11 de julio de 2005 de Hugo Alberto Wallace Miranda y la denuncia hecha por su madre, Isabel Miranda de Wallace, de que su hijo había sido secuestrado y luego asesinado, incluso desmembrado con una sierra eléctrica en un departamento de la Ciudad de México. Se arma así el relato de lo que llegaría a conocerse como el caso Wallace, uno de los procesos policiales y judiciales que con más fuerza han marcado la vida del país.

Moviéndose a partir de investigaciones anteriores y de una abultada documentación, el periodista organiza con encomiable tino dramático una extensa reconstrucción de cómo, justamente, se fabricó un crimen para, con ello, pretender ocultar otro que implicaba a la presunta víctima, Hugo Alberto Wallace, y al resto de su familia, encabezada por su madre, Isabel Miranda.

En esta creación aparece como ángel exterminador la figura de la madre, en una cruzada por saber el destino final de su hijo

En semejante creación criminal, pletórica de contradicciones, manipulaciones y extorsiones, aparece como ángel exterminador la figura de esa Isabel Miranda que organiza la cruzada por saber el destino final de su hijo y, con ello, castigar sin piedad (con sadismo y complicidad social incluidas) a los escogidos como culpables de su desgracia. Sin reparar en consideraciones éticas, con una furia demoniaca, esta mujer incansable consigue, o bien comprar, o bien convencer a policías, jueces y políticos (incluidos dos presidentes de la República) de su misión como madre víctima de la violencia. Sin embargo, para alcanzar su propósito, esa madre acude a todos los niveles de violencia, incluida la tortura física, para concretar la condena de los señalados como secuestradores homicidas de su hijo. Porque certificar que Hugo Alberto había sido asesinado parece haber sido la necesidad mayor de toda la urdimbre forjada.

La detallada y contrastada información que acumula Ricardo Raphael no parece dejar lugar a dudas del proceso de fabricación de un crimen. La más simple lógica policial y judicial pudiera haber desmontado un caso que tuvo uno de sus puntos de apoyo en una muestra de sangre falseada y manipulada. El resultado más sorprendente de todo el caso se halla en el ascenso social de la madre acusadora, convertida en líder de la lucha contra los frecuentes secuestros que ocurren en México, galardonada incluso con el Premio Nacional de los Derechos Humanos de 2010 (entregado por el presidente Enrique Peña Nieto, con discurso laudatorio incluido) y hasta su postulación para la gubernatura de la capital del país. El más doloroso, sin embargo, es la constatación de los niveles de corrupción de las estructuras policiales, judiciales, mediáticas y políticas de México que hicieron posible el bulo y llevaron a término la horripilante historia de impunidad del poder y el dinero narrada por Ricardo Raphael.

El resultado más sorprendente de todo el caso se halla en el ascenso social de la madre acusadora, convertida en líder de la lucha contra los frecuentes secuestros que ocurren en México

Mientras el verdadero motivo que llevó a la fabricación del crimen queda en la especulación (¿una cuestión de tráfico de drogas?), la realidad de sus resultados salta a la vista: seis personas condenadas por un crimen que nunca se probó de modo convincente, vidas rotas sin piedad bajo el escudo del dolor de una madre, tras el cual, en verdad, parece haber habitado una razón de vida o muerte, convertida por la locura y el odio en un crimen mucho más monstruoso que el que se fabricó y se pretendía castigar.

La fabricación de un crimen 

Ricardo Raphael  
Seix Barral, 2025
536 páginas. 23,90 euros

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Sobre la firma

Leonardo Padura
Escritor y periodista cubano. Autor de catorce novelas, Reconocido con premios como el Princesa de Asturias de las Letras 2015, Premio Nacional de Literatura de Cuba 2012, Orden de las Letras de Francia 2014. Escribe y vive en La Habana, Cuba.
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