‘Nubarrones’, de Enrique Lynch: una fiesta de la inteligencia en dos volúmenes
La publicación de numerosos textos del filósofo argentino Enrique Lynch permite dimensionar el pensamiento de un autor con una mirada incisiva, culta y perspicaz


Entre 2005 y 2020 el filósofo, editor y ensayista Enrique Lynch (Buenos Aires, 1948-Barcelona, 2020) publicó en la web lasnubes.net centenares de textos que describía como “ensoñaciones u ocurrencias separadas de otras, cavilaciones interrumpidas, trazos de escritura rápida, observaciones muy escoradas y, en ocasiones, un punto amargas”. Comba sacó en 2014 una antología y este año Ladera Norte ha publicado una selección más amplia, en dos volúmenes, que permite disfrutar de la mirada incisiva, culta y perspicaz de Lynch.
Las entradas del primer volumen, subtitulado Una filosofía a retazos, giran en torno a asuntos como la representación y la mímesis, la belleza, la mentira y la verdad, el amor, la locura, el dolor, las relaciones entre hombres y mujeres, la propia función de la filosofía. A menudo, se presentan en forma de glosas a una frase, un párrafo o una idea, que se encuentra en una lectura azarosa o se recuerda de memoria, y disparan una reflexión que puede ser un desarrollo o una refutación y que con mucha frecuencia se cierra con una broma. Uno se va acostumbrando a los estilemas de Lynch y adquiere una extraña intimidad con el autor: este vuelve a temas que aborda en escaramuzas ligeras y profundas, y a autores con los que parece que siempre está discutiendo: de Platón a Rosset, de Girard a Dickinson, de Hegel a Wittgenstein, de Nietzsche a Foucault, de Eliot a Valéry. Muchas entradas, como las que abordan cuestiones como la paradoja, la lealtad o la seducción, son iluminadoras; todas son sugerentes.
Hay también un elemento psicoanalítico con frecuentes referencias a Lacan y a Freud, y particularmente al complejo de Edipo. Toda forma de amor, parece pensar, es una búsqueda de la madre. El lector se divierte con las catas vertiginosas a la tradición filosófica y el conocimiento antropológico de Lynch, con su mirada original y libre, y con sus manías: son frecuentes los apartes, los requiebros displicentes (a veces justos, a veces atrabiliarios) que impugnan a un filósofo, una corriente o cualquier cosa que se cruce.
El autor de La lección de Sherazade siempre está hablando de palabras. Por ejemplo, con una autoconsciencia a veces irónica y casi siempre coqueta, pidiendo perdón por el empleo de términos pedantes, vulgares o cursis, señalando una aberración léxica, realizando observaciones sobre idiomas y acentos. O escogiendo una palabra insatisfactoria porque, en fin, tampoco hay otra mejor.
Transmite también un intento de elevación, que se manifiesta en el desdén por los pensamientos que vincula al “realismo sanchopancista”. A partir de la idea de Hegel —que, “como todo los filósofos sistemáticos”, “era propenso a la megalomanía y la exageración”— de que “la realidad es una ilusión aún más potente y peligrosa que el arte”, interpreta “que el realismo y el sentido común (o sea, la razón de los tontos) son el grado máximo de la enajenación”. Los sentimientos y la experiencia vivida con ellos, sostiene, “nos abren las puertas a mundos que los demás, esos pobres enajenados que viven aferrados a lo real, nunca experimentarán”.
Nubarrones son anotaciones de un filósofo entrando en la vejez, enfrentándose a problemas de salud, a zozobras amorosas e incluso a algún linchamiento por un artículo. Tiene un aire pesimista y melancólico y, mientras desbroza y señala tonterías y clichés, transmite una sensación de gozo en la actividad mental, en el ejercicio de establecer conexiones y distinciones. La melancolía está también en el segundo volumen, donde habla de arte, música, literatura o cine, con análisis de formas y analogías reveladoras, como la que traza entre Truman Capote y Andy Warhol. Incluye también textos autobiográficos (sobre la infancia, la militancia, el exilio o las ciudades en que vivió) y piezas que tienen algo de poética: su descripción del autor de fragmentos o su rechazo a los aforismos, porque en ellos el escritor permite que sea el lenguaje quien piense por él. Lo que Lynch quiso y logró fue pensar por sí mismo, y estos dos volúmenes lo muestran de manera deslumbrante.

Nubarrones I. Una filosofía a retazos
Selección y notas de Carlos Revetria
Ladera Norte, 2025
616 páginas. 25,90 euros

Nubarrones II. Arte, música, cine y literatura seguidos de lo que pudo haber sido una autobiografía
Selección y notas de Carlos Revetria
Ladera Norte, 2025
472 páginas. 22,90 euros
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