Ir al contenido
_
_
_
_

Bárbara Rey: belleza, dinero y cintas de vídeo

La autobiografía de esta artista de variedades y figura de la crónica rosa desde hace décadas revela frustraciones, engaños y caminos equivocados que ha tomado a lo largo de su vida

La artista de variedades Barbara Rey en su casa. Madrid, 1974
Jordi Amat

La cara y la cruz de la vida de Barbara Rey, tal y como ella se retrata en su autobiografía, fue el don de su belleza. Apenas reflexiona sobre ello, pero esa es la clave para bien y para mal. Desde el primer intento de abuso que sufre en su pueblo cuando era una niña (hay mucho tío asqueroso en estas páginas) hasta la posibilidad de reactivar rapidísimamente la relación con Juan Carlos tras el fin de su espantoso matrimonio con el empresario circense Ángel Cristo, un agresor siniestro.

El secreto de esta mujer del negocio del espectáculo, de esta historia de muchas frustraciones y más traiciones, es el temprano descubrimiento de la relación entre el deseo que provoca su belleza, el éxito social y profesional asociada a ella y, naturalmente, el dinero, mucho, que es uno de los temas principales del libro.

Existía la posibilidad de que estas memorias tuviesen algo de episodio nacional, como una historia privada de la España de la segunda mitad del siglo XX. 1950, Totana (Murcia). “Un día, cuando volví a casa, el cerdo ya no estaba”. Es un gran arranque. La mala relación con su madre, que será una constante, queda clara desde esa escena inicial. La madre enferma miente y el mundo traiciona la infancia de esa niña, pero su familia progresa y se compran una casa. La madre limpiaba casas y podrá dejarlo, el padre trabajaba en un molino, luego en una confitería, empieza a estudiar electrónica por correspondencia, abren una tienda, funciona.

Papa quiero ser artista, la hija se traslada a Madrid, la épica de la lucha por la vida.

Con la llegada a Madrid, haciendo de gogo en la discoteca J&J, empieza el gran momento de su vida. De finales de la década de los sesenta hasta su boda en 1980. Concursos de belleza, publicidad, galas y programas en la televisión. Es un producto excepcional para una cultura de masas pobretona y en transición. Es una actriz perfecta para papeles menores en esa industria basura y rentable que fue el destape, una estética tan cutre y lampedusiana en lo moral: enseñar una teta para sentirse españolamente transgresor y poder seguir siendo machirulos como siempre y sin que se notase el cuidado. Ese mundo kitsch y moderno le dio una proyección social inmediata. La clave no la revela. No era su talento, era la sensualidad.

Encadena noviazgos con empresarios de la noche, futbolistas del F.C. Barcelona, estrellas del toreo o mantiene un flirt con el mejor amante que parece haber tenido: Alain Delon. Hasta que en 1977 llama el Rey. El Jefe del Estado convierte a la mujer más deseada de España en un objeto de caza: la lleva cada dos por tres a una casa del recinto de El Pardo decorada con cabezas de animales.

Ese podría ser un gran episodio nacional. Del origen campo pasando por el Madrid pop y ser musa de la Transición hasta llegar a preparar la lista de artistas invitados a una recepción celebrada en el Palacio Real a petición del monarca.

Espectáculo dirigido por Ángel Cristo y Bárbara Rey en el Circo Ruso. Madrid, diciembre de 1982

En ese momento, sin que pueda intuirlo, toma el camino equivocado. Lo que ella intuye que podría ser un trampolín de influencias para su éxito profesional se convierte en algo muy distinto, como acabará por revelarle veinte años después Sabino Fernández Campo. Los proyectos artísticos no decayeron porque atendiese el ruego de Juan Carlos de hacer campaña para la UCD, sino que fue la Casa Real la que tuvo “interés por apartarla del foco mediático”.

En ese contexto, de desconcierto, un hombre de negro, diabólico, aparece en su vida: Ángel, Ángel Cristo. Sigue siendo indescifrable saber por qué ella se enganchó a un hombre tan oscuro y que le reveló su toxicidad insondable desde la noche de bodas. La noche en la que por primera vez fue al bingo y descubrió la adrenalina del juego. Luego, no mucho después, vendrían las palizas y las adicciones. Lustros de insultos, golpes y humillaciones en público y en privado. Una auténtica bajada a los infiernos.

¿Cómo sobrevivir después? Porque nada volvería a ser como durante la década prodigiosa. Su frustración vital al reactivar la relación con el Rey se concreta en esa escena en la que él se saca un fajo de billetes, le da algunos centenares de miles de pesetas para el tratamiento de un familiar y ella, atrapada en una historia sin otro sentido que bastante sexo y algo de amistad de los minutos de después, se siente humillada. Aconsejada por una amiga, que la traicionará también, decide fotografiar al Rey en su casa para chantajear al Jefe del Estado. Quiere trabajo, acepta el dinero. Se sabe en una trama para destruirla, se apacigua en el casino, que se convierte en adicción. Sin apenas darse cuenta, sin alternativa, esta artista queda atrapada en la cutrez.

Se convertirá en una evolución posible de la industria del destape: carnaza de los programas del corazón, de los realities, cautiva de ese secreto tantas veces desvelado que al final ella misma es un juguete roto con sus cintas de vídeo, esas fotografías, ese episodio nacional, sin la profundidad para contarlo más allá de un plató decadente.

Yo, Bárbara. Mis memorias

Barbara Rey
Plaza & Janés, 2025
432 páginas. 23,90 euros

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jordi Amat
Filólogo y escritor. Ha estudiado la reconstrucción de la cultura democrática catalana y española. Sus últimos libros son la novela 'El hijo del chófer' y la biografía 'Vencer el miedo. Vida de Gabriel Ferrater' (Tusquets). Escribe en la sección de 'Opinión' y coordina 'Babelia', el suplemento cultural de EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_