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La punta de la lengua
Columna
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Xabi o Xavi Alonso

Un fallo lo puede tener cualquiera. Pero debemos distinguir entre la ocasionalidad del error y la contumacia en él

Xabi Alonso, en su presentación como nuevo entrenador del Real Madrid el pasado 26 de mayo.
Álex Grijelmo

Sería deseable que en la enseñanza primaria española se impartieran algunas nociones básicas sobre las lenguas cooficiales distintas de la del lugar donde se halle el colegio. De ese modo, los alumnos sabrían ya desde temprana edad, por ejemplo, cómo se nombran los números del uno al 10 en esos idiomas, cómo se dicen “hola”, “adiós”, “buenos días”, “buenas tardes”, “feliz cumpleaños”, “feliz Nochevieja” y otras formas de cortesía; cómo se pronuncian los nombres de pila más frecuentes; cómo se escriben los principales topónimos.

Eso permitiría evitar ejemplos de ignorancia profesional como el que vimos en la presentación del nuevo entrenador del Real Madrid, el tolosarra Xabi Alonso, el 26 de mayo. En la primera rueda de prensa que ofreció tras su nombramiento, transmitida en directo, le preguntaron 20 periodistas. De ellos, 12 se dirigieron a él (“hola, Xabi”) pronunciando su nombre como si fuera catalán: “Chavi” (Xavi); 5 lo hicieron de una manera más o menos fiel a la prosodia del euskera (“Shabi”); 2 dijeron “hola, míster” (sustantivo arraigado en España con míster Pentland, el primer técnico inglés de nuestra Liga); y finalmente, uno de los informadores soltó la pregunta sin salutación alguna. Los hay que no arriesgan.

Por tanto, más de la mitad de los periodistas dieron la impresión de no haber sentido nunca la curiosidad de saber cómo se pronuncia en euskera el nombre del entrenador, al menos de manera aproximada (“Sabi”); y eso que Alonso lleva más de 20 años en la actualidad deportiva, primero como jugador y luego como técnico.

El presidente del Madrid, Florentino Pérez, no había dado un buen ejemplo poco antes, pues en la presentación citó cinco veces el nombre del nuevo entrenador y en todas ellas también parecía referirse a su excompañero de selección Xavi Hernández. Sin embargo, sí lo hizo bien Emilio Butragueño, portavoz del club y hombre cuidadoso, desde que era futbolista, en el uso de un lenguaje cultivado.

Florentino Pérez incurrió asimismo en una desafinación gramatical que habrá hecho saltar del sofá a miles de maestros de lengua para empuñar un bolígrafo y anotar que en la siguiente clase deben avisar a sus alumnos de que no tomen como ejemplo al dirigente madridista, pues el pretérito perfecto simple de segunda persona (antes “pretérito indefinido”) se pronuncia en la lengua culta sin una ese final, y no como lo hizo el directivo, quien profirió las formas “llegastes”, “ilusionastes”, “ganastes” (dos veces), “lo demostrastes”, “distes tus primeros pasos”, “continuastes” y “conseguistes”. Ya le había ocurrido esto otras veces, según recogimos aquí.

Un fallo lo puede cometer cualquiera. En eso todos merecemos cierta benevolencia, porque nadie está libre de pecado. Pero debemos distinguir entre la ocasionalidad del error y la contumacia en él. Cuando un periodista, un político o un directivo incurren una y otra vez en el mismo desatino, no solo quedan mal ellos ante el público entendido, sino que dejan en entredicho a sus jefes o a sus asesores, a quienes las personas cultas percibirán como pusilánimes o quizás como desentendidos.

Los errores reiterados en los profesionales de la palabra resultan especialmente graves cuando mencionan los nombres de pila de los distintos idiomas españoles, porque con ello no muestran solamente un descuido en el lenguaje sino que también exhiben una falta de respeto hacia las demás culturas de su propio país y una descortesía con el personaje del que hablan.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades
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