Ir al contenido
_
_
_
_
crítica literaria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La aventura política más novelesca del siglo XX ya tiene quien la escriba

Edurne Portela y José Ovejero narran en clave personal la historia de una diáspora revolucionaria. ‘Una belleza terrible’ retrata el amor, el crimen y la persecución de un grupo de trotskistas que empezaron su activismo en París y acabaron militando contra la dictadura en Argentina

Cartel de propaganda soviética de 1937, en el que se ve a Trotsky con botas nazis en manos de un gigante soviético, obra del artista Deni (Denisov) y Viktor Nikolaevich (1893-1946).
Jordi Amat

Cuando en 1940 un agente encubierto mató a Leon Trotski, Stalin al fin consiguió lo que perseguía: liquidar a quien en su día pudo ensombrecerle. Ese crimen en el barrio de Coyoacán es un episodio fascinante de espionaje truculento, uno de ayer como los de Putin de hoy. Para Trotski y su mujer los años previos habían sido una odisea de asedio y dolor y trabajo obsesivo. Mucho después del suceso, con el fin de la historia en la siguiente esquina del siglo XX, dos de los penúltimos colaboradores de quien había sido jefe del Ejército Rojo se rencuentran ante la puerta del despacho en el que Ramón Mercader, a traición, entró en la historia criminal de la humanidad a golpe de piolet. “Parece que nos hemos convertido en espectadores del pasado”, le dice al guardaespaldas Jean van Heijenoort el secretario francés Raymond Molinier.

El revolucionario Molinier, de la cuna a la sepultura, es el protagonista principal de la historia coral que es Una belleza terrible. El desafío literario al que se han enfrentado Edurne Portela y José Ovejero es construir un artefacto narrativo, con datos y múltiples voces, a través del cual ese pasado pueda ser revivido como experiencia política y emotiva. Por ellos y por el lector. Y lo consiguen. Y no es nada fácil. Esta historia es tan alucinante que en demasiadas ocasiones sus testigos, al rememorarla, no han estado a la altura porque su desarrollo en la realidad resultó ser auténticamente mitológico. “La venganza de Stalin era una venganza bíblica”, afirman. Esta dimensión bíblica es la que convierte la odisea de la galaxia trotskista en una grandiosa aventura novelesca.

Para contarla hasta ahora lo habitual ha sido mostrar la tensión entre la fanatizada pulsión revolucionaria de sus actores —un Molinier, pongamos por caso— y la persecución que sufrían por parte del orden establecido, ya fuese la tiranía de la URSS o la democracia burguesa en Francia (¡qué vibración la crónica de la huelga fallida en la fábrica Renault!). Pero lo que hace excepcional esta nueva aproximación, gracias a la documentación y a las herramientas de la ficción novelesca, es la introducción de tres variables argumentales que tienen la potencialidad de alterar cómo esta odisea había sido contada.

La primera variable es la privacidad y la sentimentalidad (que no el sensacionalismo ni el sentimentalismo). Lo que de veras da profundidad al libro es ver y estar en esta laberíntica peripecia a través de la mirada, el cuerpo, el deseo y las emociones de una serie de mujeres revolucionarias que fueron, al mismo tiempo, madres y parejas. Tan fascinante como Molinier, al que descubrimos en el ajetreo de los barrios populares de París de principios de siglo, es su primera pareja, Jeanne Martin de Pallières, hija díscola de una familia bien que entrega su vida al activismo y queda atada a la magnética virilidad que él desprenderá a lo largo de su vida. Ella lo acompañará cuando él la reclame para asistir a Trotski en el exilio de Turquía y, cuando él se vaya, siempre se va, Jeanne empezará una relación con el hijo de Trotski al tiempo que acabará cuidando del nieto del político ruso como si fuese su hijo. Lo que hace tan hondo el libro no es esta peripecia donde amor y fe política se anudan sino el relato de la desesperación de una mujer cuando Lev Sedov es asesinado en París, Trotski la calumnia como una histérica o pierde al niño que ya había cuidado como si fuese suyo. Es el ejemplo más trágico, pero no es el único.

La segunda variable es la ampliación temporal del relato. Aquí la historia no acaba ese día de 1940 con los sesos de Trotski destrozados. Ni tampoco en la descripción de la evolución ideológica de esos trotskistas, que en algún caso desembocó en las filas de la CIA o el neoconservadurismo. En Una belleza terrible se avanza en otro espacio/tiempo. Se salta, desde Lisboa en plena Segunda Guerra Mundial, hasta la aparición de focos revolucionarios en América Latina. Imaginar a Molinier frente a Evita Perón, en conversación con un Che en horas bajas o vinculado a grupos revolucionarios en la Argentina de la dictadura militar hace del personaje algo parecido a un Zelig de la revolución permanente (hasta casi al final, en su residencia de ancianos en la costa catalana).

Y la tercera variable es la escritura a cuatro manos. Porque el proceso de escritura de Portela y Ovejero está integrado en el texto. No es algo artificioso ni anecdótico, como tantos making-of insubstanciales. Cuentan, sí, sus paseos por calles y cementerios, sus búsquedas de documentos o sus diálogos con supervivientes. Pero no es eso lo que legitima la moral de la novela. La clave es cómo la escritura de esta historia de vidas y parejas se religa a la suya como pareja que se quiere y, en el proceso de construirlos, el amor y la investigación, asistimos al desarrollo de su relación de madurez en un momento crítico y con la enfermedad al acecho. Tienen razón. La vida siempre es lo esencial de la literatura. Sin vida, en realidad, no es literatura.

Portada de 'Una belleza terrible', de Edurne Portela y José Ovejero

Una belleza terrible

Edurne Portela / José Ovejero
Galaxia Gutenberg, 2015
344 páginas
21 euros

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jordi Amat
Filólogo y escritor. Ha estudiado la reconstrucción de la cultura democrática catalana y española. Sus últimos libros son la novela 'El hijo del chófer' y la biografía 'Vencer el miedo. Vida de Gabriel Ferrater' (Tusquets). Escribe en la sección de 'Opinión' y coordina 'Babelia', el suplemento cultural de EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_