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En colaboración conCAF

Un nuevo atlas expande el debate de la justicia climática y social en la Amazonia brasileña

58 plumas amazónicas, de diferentes perfiles y vivencias, desmontan estereotipos de la mayor selva tropical del planeta en un libro de la Fundación Heinrich Böll

Amazonia

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A menos de cinco meses de la Cumbre de Cambio Climático de Naciones Unidas (COP30), el aumento del crimen organizado y la destrucción ambiental corroe el frágil ecosistema de la Amazonia brasileña. La degradación forestal en esta densa región del país sudamericano ha llegado, en lo que va de año, a los 33.807 kilómetros cuadrados, un aumento del 482% en comparación con el mismo periodo del año anterior, cuando el área degradada fue de 5.805 kilómetros cuadrados, según indican los datos del sistema de alerta de deforestación de la ONG Imazon. Esto ocurre a pesar de la caída de la deforestación en todos los biomas del país.

Para el Fórum Brasileño de Seguridad Pública —una organización sin fines de lucro—, la situación ambiental de la Amazonia brasileña ha empeorado con el aumento del 46% de la presencia de facciones criminales, como el Primeiro Comando da Capital o el Comando Vermelho en al menos 260 ciudades entre 2023 y 2024. Esto se debe a la expansión de las actividades ilícitas que financian el narcotráfico regional, como la minería ilegal, el tráfico de recursos naturales y la expropiación de tierras que luego se utilizan para la ganadería.

En este contexto, explicar la frenética realidad que compone a una región tan diversa se vuelve esencial. Y eso es lo que ha intentado hacer la Fundación Heinrich Böll, que reunió a 58 autoras y autores amazónicos de diferentes perfiles y vivencias para producir el recién publicado Atlas de la Amazonia Brasileña. Se trata de una compilación inédita de 32 artículos que buscan desmoronar arquetipos sobre esta parte de la mayor selva tropical del planeta, que aborda los desafíos, saberes y las oportunidades que encapsula.

Río Tefe, en el Amazonas, Brasil, el 23 de octubre de 2024.

“Existen muchos estereotipos y prejuicios formados sobre esta región, y por eso mismo el Atlas es un material riquísimo y valioso”, dice Angela Mendes, destacada ambientalista brasileña. “La Amazonia es un bioma de gran extensión y complejidad, además de tener una gigantesca importancia ecosistémica, pero las amenazas, las violencias y la degradación de sus ecosistemas son proporcionales a su grandeza”.

Para Mendes, más que un registro, se trata de una poderosa herramienta para los movimientos sociales en un año de gran importancia para el liderazgo ambiental de Brasil. “El Atlas puede ser una excelente y fidedigna fuente para la implementación o consolidación de políticas públicas para esta región que tiene los peores IDH (índices de desarrollo humano) del país”, afirma.

Aunque el 75% de la población de la Amazonia brasileña es urbana, la mirada de comunidades que la componen es profundamente diversa y su relación con la naturaleza está especialmente conectada con la conservación de la misma.

El protagonismo del debate, sin embargo, se centra desde hace décadas lejos de quienes vive en la región. Para Aiala Colares Couto, geógrafo e investigador de la Universidad de Pará, que también hizo parte de la coordinación del proyecto, el Atlas busca cambiar este foco, poniendo el debate en las manos de quienes piensan la región, garantizando “que sus voces fueran escuchadas a partir de sus experiencias en la defensa de la región o como observadores de los desafíos que enfrenta la Amazonia”.

Puerto de Leticia, en el Amazonas, Colombia, el 13 de diciembre del 2024.

El proyecto aborda una amplia gama de materias, como los conflictos por la tierra, la necesidad de regulación territorial, cuestiones ambientales, violencia en la región y crimen organizado. Son, dice Couto, “temas centrales para pensar en alternativas económicas basadas en modelos de desarrollo sostenible”. Además, “presenta discusiones sobre agroecología, saberes ancestrales y la importancia de los conocimientos indígenas y quilombolas en la preservación del bosque y la biodiversidad”. El experto considera que el Atlas es “una especie de manual que describe los enfrentamientos cotidianos de las poblaciones locales, pero también señala caminos para la construcción de un modelo justo, equilibrado y sostenible”.

Para la Fundación Heinrich Böll, uno de los datos más preocupantes en los últimos años fue el récord de deforestación entre 2019 y 2022, durante el Gobierno del expresidente Jair Bolsonaro. También señalan el crecimiento del 90% de la minería ilegal en áreas protegidas y tierras indígenas, y el aumento del 1.020% del número de personas con registro de armas en la Amazonia Occidental.

La crisis climática, la lucha de las comunidades y la violencia contra ambientalistas son otras preocupaciones constantes para los autores, que incluyen a 19 indígenas, cinco quilombolas y dos ribereños. El Atlas también tiene artículos que muestran, según Couto, modelos exitosos basados en la agroecología, el trabajo colectivo, la preservación de la biodiversidad y el respeto a la naturaleza.

La representación de personas de comunidades que tradicionalmente han sido apartadas del debate sobre sus propias vidas en la Amazonia tendrá un gran peso en la COP30, que se celebrará en Belém de Pará, mientras Brasil busca protagonismo climático en un complejo contexto.

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