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En colaboración conCAF

El argentino que conserva un ecosistema al salvar una rana de la Patagonia

Federico Kacoliris fue reconocido con el Premio Whitley 2025 a la conservación. Se ha dedicado a proteger a una especie en la Meseta de Somuncurá, cuya población ha caído en un 90%

Rana de la Meseta de Somuncurá.
María Mónica Monsalve S.

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Llegó hasta la Meseta de Somuncurá, en la Patagonia argentina, motivado por una rana. Hace más de 14 años, cuando estaba terminando su doctorado en Ciencias Naturales, el biólogo Federico Kacoliris (47 años, Buenos Aires), se puso a estudiar cuáles eran las especies más amenazadas del país. “Quería armar un proyecto de conservación con anfibios porque soy herpetólogo”, comenta. Así fue como se enteró de que, en esa estepa, a lo largo del arroyo Valcheta, habitaba una rana que lleva el mismo nombre de las aguas en las que nada (Pleurodema somuncurense).

Es una especie particular, lo que se conoce como microendémica. Aunque el arroyo tiene unos 80 kilómetros, la ranita del Valcheta solo se mueve a lo largo de los primeros diez, donde las aguas son termales y no caen a temperaturas tan drásticas como en el resto de la Patagonia. Por haberse adaptado a unas condiciones tan específicas y enfrentarse a varias amenazas, su población se desplomó. Tanto así que Kacoliris y su equipo estiman que ha disminuido hasta en un 90% desde que fue identificada por primera vez en 1968.

No había mucho que dudar. Tras visitar la zona, el biólogo impulsó un programa para protegerla que lo llevó a ser reconocido con el Premio Whitley la conservación, otorgado por el Fondo Whitley para la Naturaleza. Es una misión exhaustiva. Primero, recuerda el docente de la Universidad Nacional de La Plata, comenzó con lo clásico. Restauraron el hábitat e impulsaron el repoblamiento de las ranitas liberando individuos criados al arroyo. También hicieron control de la trucha arcoíris, una especie invasora que fue introducida alrededor de 1920 para la pesca deportiva, y que no solo se come los huevos y los renacuajos de la rana, sino que afecta a la mojarra desnuda (Gymnocharacinus bergii).

Federico Kacoliris en una imagen compartida en sus redes sociales, el 3 de marzo de 2025.

“Aunque llegue ahí por la rana, por su situación tan urgente, lo que sucedía con la mojarra era similar”, cuenta. Y toda acción que planteaban para conservar a la primera, afectaba positivamente tanto a la segunda como al ecosistema completo.

Pero, con el tiempo, el equipo notó otro problema. Las personas que vivían en la zona, reportaban muchos ataques a sus ovejas por parte de pumas y zorros. Su instinto fue cambiarlas por vacas. “Este tipo de ganado es menos sustentable para el ambiente de la Patagonia”, aclara Kacoliris. Así que empezó una segunda fase del proyecto que involucró a la comunidad local. Con unos, hicieron acuerdos para cercar las cabeceras del arroyo en las propiedades privadas y así evitar que las vacas se arrimaran a tomar agua. A cambio, les instalaron bebederos. A otros, y por medio de la Fundación Somuncurá que también se creó, les ofrecieron perros guardianes que espantan a los depredadores, dándoles más garantías para seguir pastoreando ovejas.

“Hacia el arroyo, trabajamos con entre 50 y 100 personas máximo, pero también tenemos actividades en el poblado de Valcheta”, afirma el experto. “En el largo plazo, lo que asegura que un proyecto de conservación sea exitoso es tener el apoyo de los pobladores locales, porque todo pasa por la problemática social”. La Fundación también ha venido comprando terrenos que espera poder adecuar para que se haga turismo local y sostenible. “La idea es dejar esta reserva establecida para, el día de mañana, donárselos a la nación y que se cree un parque nacional natural”, explica.

Mojarras de la Meseta de de Somuncurá.

Es una visión interconectada en la que la rana es la bandera, pero que busca cubrirlo todo: su hábitat y la de sus vecinos, que van desde la mojarra a las personas que viven allí. Aunque aún están trabajando en un artículo científico al respecto, Kacoliris dice que calculan que, todo ese esfuerzo, ha permitido que tanto la población de ranas como la de mojarras aumente en un 15 %. La meta, sin embargo, es recuperar ese 90% que se perdió. “Ya sabemos qué funciona y qué no, así que esperamos que la velocidad de resultados se acelere”, concluye. La Patagonia, esa Meseta en especial, es “un lugar espectacular, con un paisaje increíble y muchos endemismos”. Lo que se pierda o no allí, no podrá ser encontrado en ningún otro lugar.

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Sobre la firma

María Mónica Monsalve S.
Periodista de América Futura en Bogotá, Colombia. Antes trabajó en El Espectador. En 2020 fue ganadora del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Máster en Cambio Climático, Desarrollo Sostenible y Políticas de la Universidad de Sussex (Reino Unido).
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