Petro vacía su Gabinete de dirigentes de los pueblos étnicos
Tras el anuncio de un ministro de Igualdad en reemplazo de Carlos Rosero, histórico dirigente del movimiento afro, el presidente acepta la renuncia de la indígena Lena Estrada a la cartera de Ambiente

El Gabinete con componente étnico que reivindicó el presidente Gustavo Petro a fines de febrero no duró siquiera seis meses. La aceptación este martes de la renuncia de la ministra de Ambiente, la dirigente indígena Lena Estrada, se suma a la definición de un relevo a Carlos Rosero, histórico líder afrocolombiano, en la cartera de Igualdad. Los reemplazos de las dos figuras étnicas, de forma definitiva en el caso de Rosero y temporal en el de Estrada, no representan a esos grupos, históricamente discriminados y a los que el primer mandatario ha reivindicado con insistencia. Son Juan Carlos Florián, activista LGBTI y hasta ahora viceministro de Diversidades, e Irene Vélez, una ambientalista que ocupó la cartera de Minas a inicios del cuatrienio y hoy es cabeza de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, ANLA. Aunque los dos vienen del corazón del petrismo y representan sus posturas de izquierda, el Gabinete pierde parte de la diversidad que Petro subrayó como su sello principal.
Lo hizo en febrero pasado, en una simbólica ceremonia en el Teatro Colón, en el centro de Bogotá. Fue en medio de un performance con mariposas amarillas, una gran foto de Gabriel García Márquez, sombreros y tambores. Allí dio la bienvenida a siete nuevos ministros, entre las 19 carteras de su Gabinete, un evento en el que la gran ausente fue su vicepresidenta y líder afro, Francia Márquez. Sin mencionar a la lideresa en ningún momento, Petro reclamó a su nuevo equipo como una representación de todos los sectores del país. “La presencia de movimientos sociales aquí, no voy a referir a cada uno, cada una, tiene como función el preparar la gran movilización social colombiana”, dijo esa noche. Y habló de su equipo de ministros como un crisol: “Este es un Gabinete homogéneo ideológicamente, aunque no me gusta la homogeneidad, porque Colombia no es homogénea”, aseguró, para luego señalar las características étnicas de sus ministros.

Las decisiones de los últimos días abandonan esa pluralidad, por lo menos en la perspectiva étnica. Un filón que no es menor, según dijo el presidente aquella noche al destacar que designaba a la primera ministra indígena de la historia de Colombia: “Ahí está uno de los pilares y uno de los movimientos sociales más fuertes de la actualidad colombiana, el movimiento indígena. A pesar de sus divisiones, etcétera, no es por nada que esté usted ahí, al frente de una responsabilidad que es cuidar la vida (...) hemos puesto al frente del cuidado del corazón del mundo, donde arranca la selva amazónica, sin la cual no se puede vivir en el planeta, a una heredera de los ancestros más antiguos de este territorio, a una líder del movimiento indígena colombiano”.
La importancia de lo indígena para el presidente no se limitó a ese día. El 4 de agosto de 2022, tres días antes de asumir como presidente, participó en una ceremonia ancestral en la Sierra Nevada de Santa Marta, algo que recordó en su discurso inaugural, hace ya tres años. Apenas dos días después, una de sus primeras apariciones como presidente fue asistir a la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas. “Al movimiento indígena, además de sus tareas clásicas, tradicionales, de defensa del territorio, de la cultura, de la autonomía, ahora se agrega un nuevo tema, gobierna para Colombia”, afirmó, tras reivindicar el haber designado a la lideresa Leonor Zalabata como embajadora ante la ONU y al líder Giovanni Yule como cabeza de la Unidad de Restitución de Tierras. A ellos sumó más adelante a Patricia Tobón Yagarí al frente de la Unidad de Víctimas.
El reclamo de que el suyo es un Gobierno con y de los indígenas ha sido permanente desde entonces. “Es algo muy significativo, no solo para mí, sino para todo el movimiento indígena”, enfatizaba la propia Lena Estrada sobre su nombramiento en una entrevista con EL PAÍS. “Es un Ministerio que para nosotros es supremamente importante, porque hemos tenido unas apuestas históricas, conexas con los derechos territoriales de los pueblos indígenas, que nos han sido arrebatados históricamente. No es un secreto para nadie que, en muchas ocasiones, hemos sido expulsados de nuestras tierras. También es una lucha que sean reconocidas nuestras autoridades ambientales. Eso implica también una concientización de toda la ciudadanía para que entienda que somos los que protegemos la biodiversidad”, reivindicaba en esa conversación de finales de marzo, al comienzo de una gestión que duró apenas un semestre.
El “respaldo firme e irrestricto” del movimiento indígena, reiterado este mismo lunes, no fue suficiente para impedir la salida de la “hermana” Estrada del Gabinete. Las siete principales organizaciones indígenas del país subrayaron en un comunicado conjunto que no querían ser invitados temporales, y deseaban mantener su representación en el último año del Gobierno. Tampoco descartaron volcarse en una etapa de movilización.
Algo similar ha ocurrido con los afrocolombianos, que han ocupado un espacio simbólico fundamental en el Gobierno. Para empezar a través de la vicepresidenta, pero también con el paso por el Ministerio de Educación de Aurora Vergara y por el de Exteriores de Luis Gilberto Murillo, quien se propuso democratizar la inclusión de los pueblos étnicos en la Cancillería.
Si bien la distancia entre Francia Márquez y Gustavo Petro es clara y reconocida, cuando el presidente decidió sacarla del Ministerio de la Igualdad tuvo la previsión de reemplazarla por otro líder afro, uno que incluso había sido una suerte de mentor de ella en el movimiento Proceso de Comunidades Negras. “También nos acompaña Carlos Rosero. Y no está en nombre de un grupo político exclusivo, digamos, ni de una región determinada, que obviamente lo está, sino de todos los pueblos negros de este país”, explicó en la simbólica ceremonia de fines de febrero. Ahora la cartera de la Igualdad, creada a la medida de Márquez, pasa a manos de una persona que no representa a esos pueblos negros.
Para Petro, no se trata solo de dar esas cuotas de poder, sino de gobernar con los pueblos étnicos. Lo explicó en febrero: “Estamos hablando de los pueblos indígenas, de los pueblos negros en plural, para que también esa voz se escuche en la sinfonía de un gobierno”, dijo entonces. “Nos toca entendernos, un indígena debe saber ser dirigente del pueblo negro, y un dirigente negro debe ser hombre o mujer, saber dirigir pueblos indígenas”, reiteró la semana pasada, en la inauguración de una red de comunicación para comunidades indígenas en el Cauca. Ninguno de esos dos sectores, en cualquier caso, apunta a tener un asiento propio en el Consejo de Ministros de cara al último año de Gobierno.
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