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Mireille Girard: “Hay riesgo de perder los avances de los últimos años” en la acogida de refugiados

La representante de la Acnur en Colombia advierte de que la falta de recursos para socorrer a los migrantes representa un retroceso en las luchas sociales

Mireille Girard en Bogotá, el 13 de mayo del 2025.
Paula Medina

La caída de las donaciones de Estados Unidos y otros países para la asistencia humanitaria pone en riesgo la protección de los refugiados y desplazados del mundo. Esta situación es alarmarte para Colombia, un país con más de 7 millones de desplazados internos, casi 3 millones de refugiados y migrantes de Venezuela, y más de 500.000 nacionales retornados.

La representante de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) en Colombia, Mireille Girard, es experta en protección internacional y respuesta humanitaria de emergencia. Durante más de tres décadas, ha luchado por la dignidad y bienestar de los desplazados y refugiados en países como Grecia, Líbano, Tailandia y Sudán del Sur. Desde 2022, encabeza las operaciones de Acnur Colombia, un país en el que la agencia necesita 118,3 millones de dólares en 2025 para continuar con su labor. Girard habló con América Futura sobre las consecuencias de la falta de recursos ante las crisis humanitarias que enfrentan Colombia y la región.

Pregunta. Recientemente, Acnur advirtió de que hay riesgo de un retroceso en la asistencia a desplazados, migrantes y refugiados en Colombia. ¿En qué se basa esa regresión?

Respuesta. Colombia es el segundo país con más desplazados internos en el mundo. Más de 7 millones de personas necesitan asistencia humanitaria y casi 3 millones de refugiados y migrantes han llegado de Venezuela, sin contar otras nacionalidades que también cruzan el país. Con todos estos retos, el apoyo internacional ha sido muy importante. Estados Unidos ha reducido de manera radical su apoyo, pero también otros países, donantes tradicionales, que han reducido sus apoyos por temas internos y por la situación en Europa, en medio de una realidad donde más que nunca Colombia necesita ayuda. Hay enfrentamientos entre grupos armados, y ni siquiera se ha terminado la regularización de los migrantes y refugiados. Esa regularización les permite acceder a derechos, a seguros de salud, protección social, educación y empleo formal para no exponerse a la explotación laboral, al trabajo infantil... Entonces, si se para todo ahora, hay riesgo de perder los avances que hemos hecho los últimos años.

P. ¿En qué medida se ha truncado el proceso de regularización de la población venezolana?

R. La población refugiada y migrante de venezolanos en Colombia es de 2,8 millones de personas. 2,4 millones se registraron para el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos en 2021, y de estos, 1,9 millones obtuvieron un permiso de protección temporal. Pero hay más de 300.000 personas que todavía están en proceso y no han obtenido un documento. El Gobierno está abriendo otro proceso de regularización este año que podría beneficiar a 600.000 personas. Teníamos previsto apoyar al Estado para comprar los plásticos de estos nuevos permisos. Ahora, con los recortes, solamente tenemos fondos para 100.000 plásticos. Sin acceso a la regularización, casi medio millón de personas perdería una oportunidad gigante.

P. A esto se le suma la crisis humanitaria de desplazamiento en el Catatumbo...

R. El Catatumbo es el ejemplo más grave de desplazamiento de este país desde que hay registros. Más de 63.000 desplazados y 27.000 personas confinadas o con restricción a la movilidad, debido al conflicto. Son personas que tuvieron que huir, perdieron sus animales, sus fincas, su tierra, sus pertenencias, y la violencia sigue. Desde Acnur hemos distribuido unos 43.000 insumos como colchones, kits de higiene y mosquiteras. Además de la respuesta de emergencia, estamos planeando soluciones a medio y largo plazo porque ya lleva cuatro meses la emergencia. La gente no se puede quedar en albergues. Pensamos justamente en la integración local para las familias que quieren quedarse en comunidades de acogida, la reubicación en zonas seguras o el retorno, si el retorno es posible y seguro y si esa es su elección. Esto se tiene que trabajar, pero sin apoyo es muy difícil.

P. El desmantelamiento de USAID ha impactado directamente a sus presupuestos. ¿Qué tanto depende la asistencia humanitaria a desplazados, refugiados y migrantes en Colombia de las ayudas de Estados Unidos?

R. En el mundo ha habido un aporte de Estados Unidos históricamente en temas de asistencia humanitaria y protección internacional para personas que tuvieron que huir de sus países o tuvieron que huir dentro de su país por la violencia. La reducción del apoyo impacta de manera sustancial estas respuestas humanitarias, no solo en Colombia, sino en Sudán y en muchos países del mundo. Esto afecta a otras agencias también. Además, otros donantes han reducido su apoyo y es el momento donde, si uno mira la situación mundial, hay más necesidad que nunca. Muchas personas van a quedarse sin apoyo médico, sin un documento legal que las van a exponer a explotación y a veces a trata de personas. Niños sin programas de acompañamiento que podrían encontrarse expuestos al trabajo infantil y también al tráfico de personas, y en el caso de Colombia, al reclutamiento por parte de grupos armados.

P. Ese contexto sociopolítico ha desatado un fenómeno de migración inversa de personas que retornan a sus países después de travesías truncadas hacia Norteamérica. ¿Cuál es el impacto de estos movimientos para Colombia y la región?

R. Lo que estamos observando es un movimiento a la inversa de personas que regresan desde Panamá hasta Colombia y lo que vemos localmente es que las instituciones están desbordadas. No son los números que hemos visto de salida, pero las personas llegan a zonas donde no hay capacidad de respuesta. Muchas agencias, por temas presupuestales, han salido de la zona, mientras estaban apoyando con servicios como agua y atención médica de urgencias. Según nuestro monitoreo, entre febrero y mayo de 2025 se han registrado al menos 8.136 personas en movimientos a la inversa llegando a través del Darién. Muchas de estas personas quedan desprotegidas. Salieron sin nada y regresan sin nada. Necesitan apoyo inmediatamente, como por ejemplo, poder moverse con transporte humanitario más adentro de Colombia. También están las personas que quieren regresar a su país o reunirse con familiares que están en otros países... Muchas necesitan acompañamiento. Para ellos también hay que buscar soluciones. Muchas veces las razones de estos movimientos son la guerra en el territorio. Hemos visto con distintas nacionalidades que se trata de una mezcla entre personas que huyen por razones económicas y personas que huyen por temas de violencia y que necesitan protección.

P. ¿Qué efecto tienen los discursos xenófobos en la búsqueda de soluciones humanitarias?

R. Trabajando en Líbano, en su momento cuando hubo flujos masivos a través del Mediterráneo, vimos percepciones negativas alrededor de los refugiados y los migrantes. Estamos hablando de personas que no han tenido muchas veces una elección. Huyen para protegerse o para sobrevivir. Entonces, es importante que trabajemos juntos en esto y destaquemos el aporte que estas personas dan a los países de acogida. Colombia es un ejemplo mundial en los esfuerzos para acoger y regularizar. El país está acogiendo a personas que no son sus ciudadanos y darles acceso a derechos es también apoyar a toda la región. Por ejemplo, según el Banco Mundial, la inclusión socioeconómica produce un retorno económico para el país de acogida, por un dólar invertido en la inclusión socioeconómica de refugiados y migrantes, el país puede recoger hasta dos dólares de retorno económico. Es importante difundir esas cifras.

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