Áverbaj muere a los 100 años

Muy pocos han contribuido al ajedrez tanto como Yuri Áverbaj, fallecido esta mañana en su domicilio de Moscú a los 100 años, a lo largo de sus quince siglos de historia documentada. Y precisamente su profunda investigación de esos 1.500 años es el ámbito donde su legado es más importante, si solo hubiera que elegir uno.

Áverbaj fue el primer entrevistado por el autor de esta crónica en sus inicios como periodista, en 1983. Todo lo que el ilustre soviético había hecho hasta entonces ya le hacía inmortal, pero su producción intelectual siguió siendo enorme en los cuatro decenios que aún le quedaban de vida. Y no solo como historiador (por ejemplo, avaló que, contrariamente a los establecido por otros colegas hasta mediados del siglo XX, el ajedrez moderno nació en España a finales del XV): en 2019, cuando el arriba firmante lo visitó por última vez, aún componía finales artísticos, a pesar de sus problemas de visión.

Esa impresionante longevidad intelectual, y no solo física, convierte además a Áverbaj en un referente más del ajedrez como gimnasio de la mente, para retrasar el envejecimiento cerebral y el alzhéimer u otras demencias seniles. Hay destacados ejemplos de grandes maestros que murieron a edades muy avanzadas con una salud mental envidiable, pero ninguno había llegado al centenario.

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