Reforma necesaria
Bachelet propone cambiar la Constitución de Chile para luchar contra la corrupción
Acierta la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, al proponer una reforma constitucional que aparque definitivamente el texto actualmente en vigor y que —aunque ha sufrido alguna ligera variación— es el impuesto en 1980 por Augusto Pinochet (1973-1990). Y se trata de un acierto tanto por razones de legitimidad del texto como por los escándalos que recientemente sacuden la vida política del país sudamericano desarrollados en parte por las condiciones creadas por esa Constitución.
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Chile atraviesa una crisis que va mucho más allá de lo económico. La presidenta —que generó grandes expectativas tras su vuelta a la política nacional en 2013— ha visto desplomarse su índice de popularidad; tiene apenas el apoyo de 3 de cada 10 chilenos. Los escándalos de corrupción han llegado a su propia familia al ser relacionado su hijo, Sebastián, con un caso de tráfico de influencias y utilización de información privilegiada.La proximidad familiar parece haber dejado paralizada a Bachelet.
Lo grave, en todo caso, es que el país asiste al agotamiento de un modelo económico que —habiendo obtenido resultados espectaculares durante años— no ha llevado la prosperidad esperada a todas las capas de la población, y que el sistema político tiene en la financiación de los partidos uno de sus flancos más vulnerables frente a la corrupción.
En esta tesitura, Bachelet —que asumió por primera vez la presidencia en 2006 con Pinochet todavía vivo— acaba de plantear una profunda reforma del texto inspirado por el dictador que, entre otras cosas, fijará reglas más estrictas a la financiación de los partidos, regulará los conflictos de interés y acabará con la reelección indefinida de los cargos públicos. Quedan por concretar cuáles serán las reformas sociales que, en cualquier caso, al igual que las demás medidas anunciadas, deberán ser pactadas por una amplia mayoría en el Congreso. La presidenta anunció que en septiembre comenzará el proceso constituyente.
Chile debe y puede recuperar el papel de miembro aventajado de la comunidad del Pacífico del que ha gozado hasta hace poco. Reúne las condiciones para ello; aunque atraviese dificultades y momentos de incertidumbre —como toda democracia asentada— estas son perfectamente superables mediante las iniciativas políticas basadas en el consenso.
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