Los peregrinos de Banksy, en Belén
El proyecto Santa's Guetto reunirá en Nochebuena a coleccionistas de todo el mundo que pujen por obras de arte, incluidos 'graffitis', contra el muro israelí

Los taxistas más avispados de Belén se enteraron hace nada de que existe un tipo llamado Banksy, del que sólo se sabe a ciencia cierta que es británico y que pinta graffitis por los que coleccionistas de todo el mundo pagan auténticas millonadas.
Gracias a él tienen esta Navidad nueva clientela. Jóvenes que peregrinan hasta allí para ver las obras pintadas por Banksy -junto a grafiteros locales y extranjeros, como el español Sam3- en rincones de esta ciudad palestina y en el muro que la asfixia. Ocho metros de cemento construidos por Israel que "han convertido la cuna de nuestro señor Jesucristo en una gran prisión", según el alcalde, Victor Batarshe.
Banksy vino a Belén para atraer la atención sobre la ruina que ha supuesto el muro, que ha ahuyentado a buena parte de los peregrinos cristianos, vitales para su economía. "Estaría muy bien que la gente viniera y viera la situación por sí misma", declaró Banksy por SMS al diario The Times. La crisis es tal que las luces que adornan la plaza mayor las ha donado Francia.
En esa plaza quedan la iglesia de la Natividad y la galería Santa's Guetto, la otra mitad de este proyecto. Una pollería reconvertida en galería para piezas de los artistas implicados.
Serán subastadas en Nochebuena. Pero sólo se puede pujar en persona. "Sí, es un poco vergonzoso tener que hacer esto para traerlos a Belén", explica el encargado, Tristán Manco. Y más vale llegar con la tarjeta de crédito rebosante. Una pequeña torre de control israelí, como las que salpican el muro pero de madera de olivo, creada por un artista local, 2.440 euros de salida. La misma, customizada por Banksy, 7.600 euros. Lo recaudado irá a proyectos sociales para niños de Belén.
El local estaba el sábado pasado a rebosar. Treintañeros llegados desde California o el Reino Unido confesaban que jamás en su vida hubieran caído por Belén. Llegaron, pujaron, y al taxi, a la ruta Banksy por 14 euros. La mayoría de los vecinos, preocupados por llegar a final de mes, se sorprende más por los nuevos peregrinos que por los graffitis. En el campo de refugiados de Deisheh, sólo una cría de siete años supo indicar a la extranjera dónde queda esa niña vestida de rosa que cachea a un soldado.

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