El séquito se despide (con un corte de mangas)


¡ATENCIÓN! hay spoilers de laséptima temporada
Cuando en 2004 HBO estrenó Entourage (El séquito, emitida en España por Canal +) muchos críticos se abalanzaron sobre sus teclados para calificarla de "Sexo en Nueva York para tíos". La serie contaba la historia de Vincent Chase (Adrian Grenier), una estrella de cine en ciernes y de sus tres amigos (el séquito en cuestión) más cercanos: su propio hermano (Kevin Dillon), su representante (Kevin Connolly) y un colega de toda la vida (Jerry Ferrara). En realidad los cuatro forman una unidad (aparentemente) indivisible a la que se une el agente más poderoso de Hollywood (Jeremy Piven).
El séquito, creado por Doug Ellin, era una versión pacífica y edulcorada de los años salvajes del actor Mark Wahlberg (productor ejecutivo de la serie) con sus colegas de Boston, cuando éste era tan solo un primerizo en Hollywood. Wahlberg y su séquito se bebieron la mitad del Pacífico, almacenaron en su interior más drogas que una farmacia y convirtieron su mansión en Sodoma y Gomorra. En El séquito y aparte de fornicar por los descosidos los cuatro mosqueteros eran tipos sanos y divertidos que se dedicaban al arte de la buena vida día si y día también. Problemas los justos.
El séquito se convirtió en el paraíso de los cameos (de James Cameron a Peter Jackson, de Matt Damon a Martin Scorsese) y adquirió estatus de culto mientras algunos (y algunas) empezaban a fruncir el ceño con la laxitud de los guiones, lo pobre del arco argumental y su -inexistente- conexión con el mundo real. A Doug Ellin empezaron a pitarle los oídos y cuando acabó la sexta temporada del folletín (para muchos la peor de todas) decidió que el buen rollo se había acabado.
La séptima temporada incluye a una mítica actriz porno (Sasha Grey, interpretándose a si misma), media tonelada de cocaína, una dudosa trama alcohólica que amenaza con llevar a uno de los chavales a la ruina (y más allá) y la sensación de que aquello no es El séquito, que nos lo han cambiado.
Los críticos reaccionaron con rabia, como si les hubieran quitado la comedieta barata y se la hubieran cambiado por un dramón, y algo semejante ocurrió con los fans. Sin embargo la séptima temporada parece la primera en la que los guionistas parecen atreverse a coquetear con el cacareado lado oscuro de la fama. Quizás lo hagan agarrándose en exceso al tópico pero como mínimo se les intuyen las uñas. Ese plano de Chase con la cara hecha un cristo y a punto de ser detenido por la policía es la imagen más poderosa que ha generado El séquito en sus siete temporadas de vida.
Ahora se prepara para hacer la maleta pero antes podremos ver una octava temporada (se rumorea que con solo seis episodios) y una película. De momento Ellis ya ha dicho que piensa seguir en la linea oscura por la que tantos palos ha recibido y que la despedida distará de ser feliz.
Veremos en que se queda todo ello pero parece claro que la despedida va a tener más vinagre que azúcar.
Por cierto, si se habla de El séquito hay que hablar del mencionado Jeremy Piven, el imprescindible Ari Gold de la serie, que se ha convertido en el mejor motivo para no dejar de mirar el show. Piven es al parecer tan complicado en la vida real como en la ficción y de ello puede dar fe el guionista y realizador David Mamet. Piven le dejó colgado cuando estaban a punto de debutar en Broadway alegando una intoxicación "por mercurio". El motivo, alegaba el actor, es que había comido demasiado sushi.
La respuesta de Mamet, que consiguió que Kevin Spacey relevará a Piven, es de las que hacen historia: "lamento los problemas del señor Piven y le deseo mucha suerte en su nueva carrera como termómetro".
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