Los 100.000 dólares de las visas H-1B, una traba a la competitividad de industrias clave en Estados Unidos
Aunque el objetivo es beneficiar a los trabajadores estadounidenses en sectores avanzados, expertos advierten que la medida limita el crecimiento y la innovación, especialmente en la inteligencia artificial


El cambio que la Administración de Donald Trump ha introducido con el pago de una comisión de 100.000 dólares por los visados H-1B se ha presentado especialmente como una ayuda a trabajadores nacidos en Estados Unidos para optar a empleos en el sector informático y reducir abusos salariales relacionados con trabajadores extranjeros altamente cualificados que aceptan sueldos más bajos que los locales. Pero muchos economistas, incluido uno de los coautores del informe en el que se apoya el Gobierno para imponer esta tasa en la práctica prohibitiva, señalan el aporte positivo neto de estos visados de atracción de talento para sectores clave, el mercado laboral y el sistema de inmigración. Y ahora advierten que la medida complica la competitividad futura del país en industrias clave.
La visa H-1B fue creada en 1990, durante la presidencia de George Bush padre. Suele durar hasta tres años prorrogables, permite la llegada de familias y con ella además se puede gestionar la residencia permanente o green card. Hasta ahora, las comisiones asociadas a su tramitación siempre han sido reducidas y el costo de tramitarlo para las empresas ha rondado entre los 3.000 y 5.000 dólares.
El 73% de quienes se benefician de primera mano de estos visados son nacidos en India porque tienen los perfiles que demanda actualmente la industria de alta tecnología, principalmente. Casi el 65% de los trabajadores que la consiguieron hace dos años tiene trabajo en el sector de la computación y los empleadores que más la solicitaron ese año fueron Amazon, Cognizant Technologies, Infosys, Tata Consultancy, Google, Microsoft, Apps, Meta y JP Morgan. Estas empresas, la mayoría con amplios y crecientes beneficios, son además las que más pueden sufrir el costo de la nueva tarifa que se perfila inasequible para start-ups, innovadores, investigadores, hospitales y universidades.
El Gobierno de Trump citaba en la proclamación con la que eleva el costo de este visado un estudio de 2017 que constataba que, de no existir la posibilidad de contar con trabajadores extranjeros en informática, los salarios de los estadounidenses en este sector habrían sido hasta un 5,1% más altos y el empleo habría podido ser un 10,8 % mayor en 2001. El profesor de economía de la Universidad de San Diego, Gaurav Khanna, sin embargo, califica como “limitado” centrarse en esta situación, pues solo afecta a un tipo de trabajadores.
“Arancel sobre el talento”
Khanna es uno de los coautores del estudio citado por la Casa Blanca y explica a EL PAÍS que este visado que ahora se encarece astronómicamente beneficia a toda la economía. “Tiene un impacto muy positivo”, aclara. “Beneficia al resto, a trabajadores del sector de las tecnologías de la información porque cuando se tienen más científicos de computación se tienen que contratar a más empleados en las empresas, más managers, más personal en recursos humanos y se incrementan las oportunidades y los salarios en el sector”. “Los beneficios para la economía en general compensan el costo”, insiste Khanna refiriéndose al impacto negativo en un cierto número de trabajadores especializados.
Es algo en lo que coincide con el American Immigration Council (AIC), quien cita un consenso de economistas que apuntan que estos trabajadores extranjeros crean nuevas oportunidades para los nativos porque cubren empleos que requieren especialidades específicas y que complementan a otros que se necesiten a su alrededor. Con ellos, los empresarios suelen ampliar sus operaciones dentro del país, buscando nuevas oportunidades en Estados Unidos y no en otros lugares.
“La idea de que de alguna manera podemos reducir el número de solicitantes de visas H-1B que llegan a Estados Unidos y luego simplemente reasignar esos empleos —esas posiciones que de otro modo habrían sido para ellos— a trabajadores estadounidenses no se basa en una política económica sólida”, dice Jorge Loweree, director de programas y estrategia del AIC. “Ese tipo de pensamiento de uno por uno, que supone que existe un número fijo de empleos en Estados Unidos en un momento dado y que cualquier empleo que obtiene un inmigrante se quita a un trabajador nativo, es incorrecto, no toma en cuenta el crecimiento económico".
La búsqueda del talento fuera del país se presenta entonces como una alternativa. Sanchit Vir Gogia, analista jefe y consejero delegado de la consultora Greyhound Research, dice que el modelo de empresas con ingenieros junior con visa H-1B se ha acabado y anticipa el traslado de más operaciones fuera del país, además de una mayor automatización. Para Gogia, la nueva comisión en los visados es un arancel sobre el talento.
Un efecto dominó que empieza por la carrera por la IA
Loweree agrega que esta decisión llega en un momento crítico porque coincide con la competencia por el desarrollo de la inteligencia artificial. “Se están haciendo esfuerzos para innovar y liderar en un sector con tecnología emergente y esto es algo que debilitará a nuestra nación en favor de nuestros competidores globales. Estamos en una competición tecnológica que va a determinar el equilibrio de poderes durante generaciones y esto no puede llegar en peor momento”.
Muchas grandes empresas podrán seguir contando con estos visados, pero las start ups, donde se produce la mayoría de la innovación, no podrán asumir el nuevo costo. Y desde el AIC se cree que para la investigación de empresas sin ánimo de lucro esta comisión es devastadora. Aunque todavía se espera que haya una clarificación de muchos aspectos de esta política que encendió las alarmas durante el fin de semana.
En el caso de que el uso de este visado se restrinja dramáticamente debido al alto costo, también se podría perder adicionalmente lo que estos inmigrantes gastan e invierten en la economía. Todo esto también crea más empleo y más producción y, por tanto, más crecimiento.
El experto en inmigración Daniel Costa, del Economic Policy Institute, explica que esta comisión no es una buena solución para los problemas que existen con este visado. “Va a haber consecuencias no deseadas, hay mejor manera de arreglar los problemas”, dice. Costa critica que las reglas existentes ahora no impiden que haya menores salarios en el sector para quienes tienen este visado, que se beneficien empresas que son consultoras de colocación y que no haya una real búsqueda de trabajadores nativos para cubrir los puestos de trabajo. No obstante, el hecho de que tenga estas y otras fisuras no se arregla con una subida de precio, argumenta.
En materia de inmigración, Loweree dice que este “es un esfuerzo muy claro de socavar un programa entero, reescribir la ley para eliminar una categoría de visados a través de una acción ejecutiva y no del Congreso”. Añade que el visado H-1B es además una herramienta crítica para todo el sistema de inmigración basado en empleo por permitir el acceso a la residencia permanente o green card. “El número de residencias permanentes asignadas cada año por motivos laborales es tan reducido y no se ha actualizado en tanto tiempo que ya no refleja las necesidades del país ni de nuestra economía. Y, debido a eso, las listas de espera para quienes están en la cola —personas que en teoría cumplen con los requisitos para obtener la residencia permanente por empleo, pero que esperan a que les llegue su turno— son enormes”, dice. La H-1B solía ser una entrada, pero ahora Trump ha erigido un muro fiscal para taparla.
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