El Gobierno reanuda el cobro de los préstamos estudiantiles después de cinco años en mora
Los latinos están entre los más afectados por una deuda que puede multiplicar los problemas económicos de toda una generación de estadounidenses


Después de cinco años de pausa, esta semana el Gobierno de Estados Unidos ha empezado a ejecutar cobranzas de préstamos estudiantiles en mora, algo que afecta a unos cinco millones de personas. De manera inminente, recibirán una comunicación advirtiéndoles de que en 30 días pueden quedarse sin un reembolso fiscal para cobrar esa deuda o recibir un cheque de menor cantidad del Seguro Social por el mismo motivo. Incluso, a partir del verano, ese cobro se podría deducir por el Gobierno directamente del salario porque se prepara una orden para que los empleadores privados retengan cuotas de pago de estos préstamos.
El Departamento de Educación estima que solo el 38% de los endeudados están al día con la devolución de su deuda estudiantil federal, aunque los grados de retraso en los pagos varían. Los afectados por la morosidad (270 días sin hacer un pago de devolución de préstamo) pueden pasar a ser millones más en poco tiempo, pues cuatro millones de personas en estos momentos están en fases finales de retraso en pagos (más de noventa días).
Los latinos, entre los más afectados
Unos 42,7 millones de personas tienen deudas estudiantiles por un total de casi 1.7 billones de dólares y la morosidad afecta con especial intensidad a las comunidades latinas y negras. Uno de los pilares del crecimiento de la economía de los latinos se apoya en una mejora de la educación universitaria, pero el costo ha subido demasiado. UnidosUS reportaba hace medio año que desde 2004 el porcentaje de hogares latinos que tienen deuda estudiantil se ha duplicado y hay unos 5,3 millones que arrastran esta obligación financiera federal. Una encuesta de hace un año muestra como el 53% de ellos hacen muchos sacrificios para poder mantener los pagos y casi el 20% están en mora.
Jenny Muñiz, asesora de políticas de UnidosUS explica que esto impacta negativamente no solo los presupuestos, sino la salud mental y física de muchos pues trastoca “los planes de futuro, crear un hogar, comprar una casa”. Muñiz explica que el 73% de los estudiantes latinos consideran dejar sus estudios y que “el factor más importante es la deuda”. Es algo que cierra un círculo vicioso porque tienen que pagar por unos estudios que no han terminado y no abren el camino para optar a empleos que les permitirían mejores salarios.
“Esto no afecta solo a los latinos, afecta a toda la economía”, dice Muñiz que recuerda que el 80% de los estudiantes de esta comunidad ya trabajan a tiempo parcial o completo y aun así tienen dificultades para hacer frente a la deuda.
Hay varios motivos para que este peso sea tan duro de llevar. Uno de ellos es la brecha salarial racial que hace que las deudas sean más complejas de atender en hogares de menores ingresos y en los que, según Pew Research, hay más inestabilidad laboral, y también más compromiso con el bienestar de la familia extendida. También al ser primeras generaciones en educación superior tienen menos experiencia al navegar la vida y el costo universitario, así como las alternativas y las ofertas que hacen muchas instituciones educativas. Según este instituto de estudios, muchas familias latinas viven por motivos laborales en Estados de elevado nivel de vida, que también son más costoso.
Mal momento para esta morosidad
Las acciones de cobranza de estas deudas llegan en un momento de fuerte incertidumbre económica derivada de la guerra comercial abierta por Donald Trump. Adicionalmente, de la misma manera que la suspensión de cobros ayudó a los endeudados a mejorar su historial crediticio y con ello optar a mejores tasas de interés en otros créditos (como los de tarjetas, hipotecario, para un auto o personal entre otros), la morosidad ahora va a rebajar “significativamente” la puntuación crediticia de nueve millones de personas en la primera mitad del año, según el Banco de Nueva York de la Reserva Federal.
En el peor de los casos, algunas puntuaciones pueden caer hasta 171 puntos (de una puntuación que va de 300 a 850 y es buena a partir de 670 aproximadamente). Adicionalmente, el daño en el reporte de crédito, recuerda la Fed de Nueva York, “se mantendrá durante siete años”, lo que complica la situación a largo plazo.
¿Qué opciones hay?
Muchas de las opciones están afectadas por la incertidumbre y confusión debido a las opciones de futuro y legalidad que se barajan —lo que llevó a la desaparición durante semanas de la posibilidad de optar por planes de repago basados en ingresos— y el cuestionamiento en tribunales de algunas de las fórmulas, como el programa SAVE que puso en marcha la Administración de Joe Biden. En este programa hay casi ocho millones de personas en pausa de pagos (forberance) sin que se les acumulen intereses. Actualmente, están en un limbo legal, pero la cautela indica que es conveniente que piensen en alternativas.
Navegar por las opciones depende mucho de cada situación y se aconseja consultar con el Departamento de Educación o especialistas como The Institute of Student Loan Advisory que ofrece ayuda gratuita. Desde UnidosUS, Muñiz dice que es importante que se mantenga toda la documentación relativa a los préstamos e incluso se hagan fotos de páginas de Internet con documentación de cada caso.
Esta situación de cobranza llega además mientras el Gobierno recorta empleo público que ha afectado al Departamento de Educación. De hecho, la Administración Trump quiere desmantelar el departamento y esto afectaría directamente la gestión de las opciones. Trump quiere traspasar la labor relativa a los préstamos a la Administración de Pequeños Negocios (SBA).
En caso de morosidad
Si el préstamo ya está en proceso de cobranza, no hay retrasos o indulgencias que permitan un alivio, ni se puede elegir un plan de evolución de préstamo, pero se tiene la opción de rehabilitar el préstamo y/o consolidar los que se tengan. Se aconseja entrar en contacto con la oficina de Federal Student Aid y contar con un impacto en el reporte de crédito.
La rehabilitación consiste en hacer nueve pagos voluntarios ininterrumpidos en un periodo de 10 meses. En ese tiempo puede seguir la cobranza del préstamo mediante el descuento del salario, pero esos pagos cuentan como devolución. Al final de estos nueve pagos se puede optar a un plan de pagos, indulgencia de estos durante un periodo, e incluso condonación, además de volver a optar a ayuda federal para estudiante de nuevo.
La consolidación consiste en juntar todos los préstamos federales que se tengan bajo un nuevo pero único préstamo. Los intereses serán mayores por calcularse sobre un mayor balance y en el lado negativo también hay que incluir que se anula la posibilidad de condonación tras pagos durante décadas porque cuenta como crédito nuevo.
Durante la consolidación y tras la rehabilitación se puede optar a algunos de los planes de repago que dependen de los ingresos (Income Driven Repayment o IDR, en sus siglas en inglés). Al cuestionar uno de ellos —el más favorable, SAVE—, se han abierto problemas legales sobre el resto de estos planes: Pay As You Earn (PAYE), Income-Based Repayment Plan (IBR) e Income-Contingent Repayment Plan (ICR). Optar por uno u otro depende de las condiciones de elegibilidad de los endeudados y el préstamo, se establece un límite de lo que se puede pagar con respecto a los ingresos y un periodo a partir del cual se perdona el balance del crédito (entre 10 y 25 años).
Según el instituto de estudios Brookings la participation en IDRs “se ha incrementado sustancialmente en los últimos años”. “Casi el 60% de los préstamos federales de estudiantes —unos 714.400 millones de dólares— y el 40% de los endeudados en planes de pagos en 2024 participaban de programas IDR cuando hace una década los porcentajes eran del 28% y el 15.5%, respectivamente”.
Muñiz aconseja que en caso de problemas económicos se solicite cuanto antes un alivio de pago temporal, aplazamiento (deferement) o indulgencia (forberance). “Ambas ayudan a pausar temporalmente los pagos. Pero siempre recomendamos un plan de IDP antes, especialmente si hay una cuestión de largo plazo que cause que se necesite rebajar el pago mensual. Algunas personas pueden obtener pagos que son de cero dólares al mes con un IDR”. El problema es que tanto en aplazamiento como en indulgencia los intereses se suman y por ello se pagará más en la vida del préstamo que tomará más tiempo en devolverse.
Con todo, la disponibilidad de estos programas de IDR ha cambiado en los últimos meses y solo recientemente el Gobierno ha dicho que está empezando a procesar 1.8 millones de solicitudes después de que estas desaparecieran de la página web en febrero, creando un mar de confusión incluso entre los enrolados en los programas. El Congreso está considerando cambios en estos programas que se reducirán a dos según el proyecto de ley de reconciliación que podría aprobarse en junio, por lo que es aconsejable mantenerse al día con los cambios.
¿Y la bancarrota?
Los préstamos estudiantiles no se pueden eliminar vía una bancarrota, a no ser que se demuestre en otro procedimiento judicial que devolver el préstamo puede causar una “carga excesiva”, algo que puede ser contestado por los acreedores.
Y vienen más cambios
Jenny Muñiz, de UnidosUS, dice que esta Administración “piensa en distintos términos que la anterior” y apunta a que se avecinan más complicaciones para los estudiantes vía legislación que está bajo consideración en el Congreso como el fin de préstamos sin interés y mayores dificultades para acceder a Pell Grants (dinero que no se tiene que devolver) y que son unas becas de las que se benefician el 50% de los estudiantes latinos. Muñiz señala que también podría acabarse con la condonación de la deuda en caso de que el estudiante haya sido defraudado por la entidad educativa.
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