El Pentágono formará a miles de soldados de la Guardia Nacional en control de disturbios civiles
El paso puede ser un indicio de planes de Trump para ampliar la presencia militar en las calles


El Pentágono formará a miles de militares de la Guardia Nacional en tareas de control de disturbios civiles en los próximos meses, han revelado varios medios nacionales que han tenido acceso a la directriz interna. La decisión puede ser un indicio de que el despliegue de tropas de este cuerpo en las calles de las ciudades de Estados Unidos podría convertirse en una norma, y no, como hasta ahora, una excepción reservada a catástrofes extraordinarias.
Según los documentos que han circulado, el Departamento de Defensa planea establecer una nueva “fuerza de reacción rápida” dentro de la Guardia Nacional. Contaría inicialmente con unos 200 soldados que recibirían esa formación en control de masas, estarían equipados con material antidisturbios y quedarían listos para su despliegue el 1 de enero. Los integrantes de esta fuerza de élite se seleccionarán entre personal que ya tenga como misión principal la respuesta a desastres como un accidente nuclear o un ataque terrorista. La Casa Blanca ya había publicado en agosto una orden ejecutiva que obligaba al Pentágono a crear esa fuerza e instruir a los soldados en tareas de control de disturbios.
Además, otra fuerza similar que ya existe, la Fuerza de Reacción de la Guardia Nacional, tendrá que completar el adiestramiento en el control de disturbios civiles antes del 1 de abril. Esta fuerza contará con 23.500 soldados repartidos por todos los Estados y territorios del país, con la única excepción del Distrito de Columbia, donde se encuentra la capital, Washington.
La directriz del Pentágono, que se suma a una presencia cada vez mayor de agentes de policía federal y del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), “sugiere que más despliegues militares dentro de Estados Unidos podrían crecer en tamaño y alcance”, apunta The Washington Post.
Desde junio, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha ordenado el despliegue de soldados de la Guardia Nacional en media docena de ciudades, todas ellas bajo gobierno del Partido Demócrata. Su argumento, que las autoridades locales rebaten enérgicamente y que contradice los datos oficiales, es que la violencia en esas urbes está descontrolada, bien por unos niveles extremos de delincuencia o bien porque tienen lugar en ellas protestas contra su dura política de deportaciones masivas que degeneran en disturbios a los que la Policía local no puede hacer frente sola.
Hasta el momento, las ciudades que han visto ese despliegue han sido Los Ángeles, Washington, y Memphis. Trump también ha ordenado movilizaciones en Portland y en Chicago, aunque en estos últimos dos casos la presencia militar se encuentra detenida en los tribunales.
En el caso de la ciudad de Oregón, una corte de apelaciones anunció este martes que reexaminaría el caso después de que un panel de tres de sus jueces hubiera decidido que el presidente sí puede desplegar tropas. Pero después de que saliera a la luz que en la vista sobre el caso el Gobierno había aportado datos erróneos —había alegado que un despliegue de policías muy superior al real no había conseguido controlar las manifestaciones contra la política migratoria de la Administración—, el tribunal decidió cancelar el dictamen y juzgar el caso de nuevo, con un panel de once magistrados.
En el caso de Chicago, la cuestión ha llegado ya al Tribunal Supremo, que el miércoles pidió documentación suplementaria a las partes y no se espera ahora que se pronuncie hasta mediados de noviembre como pronto.
La Guardia Nacional es un cuerpo de reserva formado por soldados a tiempo parcial, que habitualmente está sujeto a la autoridad del gobernador de cada Estado. El presidente puede ordenar su movilización en casos de catástrofe —un desastre natural, por ejemplo— pero debe contar con el visto bueno del gobernador. No lo tiene en los casos de Chicago o Portland, ni lo tuvo en el despliegue en Los Ángeles, que un juez federal consideró que se había desarrollado de manera ilegal.
En declaraciones desde Asia, donde esta semana ha viajado para participar en varias cumbres —incluida una reunión con el presidente chino, Xi Jinping—, Trump sostenía que está en su pleno derecho de desplegar tropas en las ciudades estadounidenses, e insinuaba que podría no limitarse a la Guardia Nacional, sino recurrir también a otros cuerpos de las Fuerzas Armadas. “Podría enviar al Ejército, a la Marina, la Fuerza Aérea, la Infantería de Marina. Podría enviar a quien yo quiera”.
Documentos logrados por el Post este verano describían planes para establecer una “Fuerza de Reacción Rápida a Disturbios Civiles Internos” de la Guardia Nacional que pudiera sofocar incidentes violentos con rapidez, y que sería desplegada desde bases militares en Arizona y Alabama. El plan describía la posibilidad de tensiones políticas en caso de que el gobernador de un Estado rechazara ese despliegue en su territorio. También explicaba que la primera oleada de esos soldados podría movilizarse en tan solo ocho horas, y el resto, en 24.
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