Ir al contenido
_
_
_
_

Toñita, icono latino y dueña del Caribbean Social Club: “Lo mejor de la vida es estar vivo”

El lugar favorito de los boricuas en Nueva York —incluidos Bad Bunny, Rauw Alejandro y Residente— cumple 51 años

María Antonia Cay 'Toñita', afuera del Caribbean Social Club, en Williamsburg, Nueva York.
Ana Vidal Egea

Maria Antonia Cay (Juncos, Puerto Rico, 1940) es la matriarca de la comunidad boricua en Nueva York. A sus 85 años sigue al frente del Caribbean Social Club, donde atiende la barra de jueves a domingo hasta el cierre del local de madrugada, y ofrece comida gratis que cocina ella misma “para que todo el mundo esté contento.” Caracterizada por su excentricismo, concentrado en los anillos gigantescos de animales brillantes que adornan sus dedos, su pelo de ondas platinas, su sombra de ojos verde y sus labios pintados, nunca le falta la sonrisa.

Entrar en el Toñitas es entrar en un lugar donde todo el mundo se siente como en casa. Un oasis en medio del barrio más gentrificado de Nueva York, donde las cervezas siguen costando tres dólares y los tragos cuatro, y al que el mismísimo Bad Bunny rinde tributo en su canción Nueva Yol. El Caribbean Social Club es un lugar amado por la comunidad mucho antes de que Madonna y Maluma grabaran un videoclip en el local, de que Bad Bunny llevara a Toñitas al show de Jimmy Fallon y de que se pusiera de moda. Incluso existe un documental que cuenta su historia.

En el 2024 las calles que lo rodean se llenaron de gente para celebrar el cincuenta aniversario del que se considera uno de los sitios más emblemáticos y genuinos que quedan en la ciudad. Tras el éxito arrollador de asistencia, el evento se ha convertido en un festival anual para honrar a “la reina” y ha vuelto a celebrarse este domingo.

Unos días antes de la fiesta, a las cinco de la tarde aparece Toñita, que acaba de terminar de comer y se encuentra acompañada de su única hija, Sylvia, con la que vive. No es habitual que acceda a dar una entrevista porque le dan bastante igual, todo lo que hace lo hace únicamente por amor.

Preguna. ¿Por qué decidió venir a Nueva York?

Respuesta. Me vine en 1956 por gusto, para pasear y conocer. Tenía 15 años y vine acompañando a una señora de Juco, mi pueblo natal, que decidió migrar y necesitaba que alguien la ayudara a cuidar de sus niños.

P. ¿Cómo la acogió la ciudad?

R. Al principio me instalé en el Bronx. Con los años empecé a trabajar cosiendo faldas y trajes en una fábrica de ropa que se llamaba Eliane Sportswear. Trabajé allí durante veintisiete años.

P. ¿Cómo surgió el Caribbean Social Club?

R. Me mudé a los Sures porque por entonces era muy barato. Luego, en los años 70 me involucré con gente de un club de pelota. Íbamos a ver los partidos de béisbol juntos y necesitábamos un lugar para reunirnos. Fue entonces cuando con el dinero que ahorré durante mis años de trabajo pude comprarme el edificio. Yo vivo en el apartamento de arriba y el local que cedí para nuestras reuniones está abajo y lo llamé el Caribbean Social Club. En el año 2000 conseguí una licencia para servir alcohol y abrí el lugar al público, pero siguió llamándose igual.

P. Y se convirtió en una referencia para toda la comunidad boricua

R. Yo quiero que la gente se sienta como en casa, que a nadie le falte de nada, que todo el mundo esté contento. La alegría llama a la alegría.

P. Es un gran ejemplo a seguir. No es común ver a mujeres de su edad al frente de negocios nocturnos y cuenta con el respeto y el cariño de la gente

R. Esta es una casa que hay que respetar, porque es la casa de todo el mundo. Es como ir a una party familiar y todo el mundo está contento y alegre. A los que vienen con penas, se les olvidan. Nadie se va nunca sin pagar, esperan lo que haga falta. Todo el mundo se porta bien aquí, no hay peleas ni insultos.

La gente hace cola para tomar una copa en Toñita ⁣Carribean Social Club en junio de 2024.

P. En estos cincuenta años y pese a que Williamsburg se ha convertido en el barrio más gentrificado de Nueva York, ha seguido manteniendo las cervezas a tres dólares.

R. Yo no pongo un precio a la bebida para obtener ganancias, sino simplemente para poder mantener el lugar. Quiero que la gente esté contenta. La juventud a veces no tiene adónde ir y aquí se entretienen. Juegan al dominó, al billar, bailan… A mí me da satisfacción que se sientan bien.

P. Después de tantos años sigue sirviendo comida gratis

R. Cada día que abre el Caribbean, a las 8.30 de la mañana me pongo a cocinar para la gente. A veces preparo pollo guisado o pernil. El menú varía, pero siempre siempre hay arroz con habichuelas. Lo hago para que se sientan bien. Ya que estamos todos reunidos, quiero que se sientan satisfechos.

P. ¿Cómo fue la experiencia de tener en su local a celebridades?

R. Yo no hago las cosas por fama, yo me muevo por amor. Lo que me gustó es que se sintieron cómodos enseguida, que me trataron con familiaridad, se sintieron como en casa.

P. Especialmente desde que Bad Bunny presentó en el Caribbean su álbum, hay mucha más afluencia y un público también, diferente

R. Pero también siguen estando los de siempre. Yo digo que cabemos todos y que todo el mundo es bienvenido.

María Antonia Cay baila con Giovanni Gonzales Carbonell en una fiesta de barrio en Williamsburg, Brooklyn.

P. ¿Se toma vacaciones?

R. Uno se va “de vacaciones” y vuelve cansado. A veces añoro Puerto Rico, pero yo estoy muy bien aquí. Yo descanso aquí, en el Caribbean. Para mí estar aquí no es un trabajo; es mi hobby, mi casa. A mí me gusta estar rodeada de gente, porque la gente es la que me da ánimo y me da vida. Así que aquí seguiré hasta que Dios quiera.

P. ¿Qué le pide a la vida?

R. Lo mejor de la vida es estar vivo. Yo solo quiero llegar con salud a los 100 años y que la gente me recuerde como a un familiar más.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ana Vidal Egea
Periodista, escritora y doctora en literatura comparada. Colabora con EL PAÍS desde 2017. Ganadora del Premio Nacional Carmen de Burgos de divulgación feminista y finalista del premio Adonais de poesía. Tiene publicados tres poemarios. Dirige el podcast 'Hablemos de la muerte'. Su último libro es 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_