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‘Yakarta’, el canto a la derrota de Diego San José: “Perder nos hace buenos”

La serie de Movistar Plus+ protagonizada por Javier Cámara y Carla Quílez sigue a un entrenador de bádminton y su pupila, dos perdedores en busca de una redención inalcanzable

Carla Quílez y Javier Cámara, en 'Yakarta'.
Natalia Marcos

Joserra tenía una prometedora carrera en el bádminton por delante. Incluso compitió en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Ahora malvive como profesor de gimnasia en un instituto mientras entrena a jóvenes promesas del bádminton con los que sueña llegar a Yakarta, la capital de Indonesia, a donde acuden los mejores de ese deporte. Pero para llegar a la tierra prometida, antes hay que vencer en Fuenlabrada, Totana o Ponferrada.

Aunque detrás de la nueva serie de Movistar Plus+ se encuentre el guionista Diego San José (Ocho apellidos vascos, Celeste, Vota Juan) y a Joserra lo interprete Javier Cámara, Yakarta no es ni mucho menos una comedia y, según avanzan los episodios, las heridas del protagonista van saliendo a la luz.

Diego San José asegura que tiene una cierta “obsesión vitalicia” con los perdedores. “Me hacía falta dedicarle una serie entera al concepto de la derrota, el hecho de vivir en permanente pérdida tras pérdida. Darle una patada a la cultura de la victoria y del éxito, a esa cosa que nos meten desde pequeños de perseguir nuestros sueños, hacernos creer que los sueños se cumplen cuando los persigues. Yakarta trata de lo contrario, que uno no sana hasta que no acepta la derrota, la abraza y deja de perseguir una victoria que posiblemente se queda fuera de sus manos”, cuenta.

En Yakarta, el bádminton es solo una excusa. De hecho, a lo largo de la serie no se ve ni un partido. “Quien gana un partido de bádminton en Torrelavega o Ponferrada se parece mucho a un perdedor. Es un deporte que no te va a cambiar la vida. En una serie sobre la derrota, ver a dos personajes que persiguen una victoria que el espectador sabe que no les va a cambiar la vida yendo a ciudades poco carismáticas a hacer algo que no tiene la gloria, queda muy coherente”. El bádminton solo es una excusa para ahondar en el alma de un hombre derrotado por la vida, divorciado, que apenas ve a su hija, abandonado por sus amigos cuando más los necesitaba, expulsado de la federación de bádminton. Una historia con una tonalidad gris y cada vez más dolorosa.

En ese aire áspero, denso y triste que acompaña a estos perdedores en su camino tiene mucho que ver la dirección de Elena Trapé, con quien San José ya trabajó en Celeste. “Ambos compartimos las ganas de ser austeros, no buscar la lágrima fácil ni regodearnos en la comedia fomentando el chiste. Tenía que ser una serie muy sobria, que transmitiera que había una herida previa y una soledad a través del peso de la cámara y la puesta en escena”, dice la directora de cuatro de los seis episodios (los otros dos los dirigen Fernando Delgado-Hierro y el propio Javier Cámara). Otro reto, dice Trapé, era despojar a Joserra del carisma de Javier Cámara. “Eso pasa por la caracterización, maquillaje, vestuario, y los propios gestos. Recuerdo decirle mucho que tuviera los brazos quietos”, añade.

Desde el mismo origen de la historia, Joserra tenía el rostro del protagonista de Rapa. El creador de la serie explica cómo el primer destello de lo que ha terminado siendo Yakarta surgió cuando ambos grababan la comedia política Venga Juan (tercera parte de Vota Juan). “Javi [Javier Cámara] lleva pensando en la serie años. Cuando salía alguna noticia con Carolina Marín o cuando en algún rodaje pasaba por un polideportivo feo, me mandaba una foto. Es uno de los mejores actores en castellano en muchos años, con una capacidad increíble tanto en comedia como en drama”, dice San José. La joven Carla Quílez lleva también una carrera de vértigo a sus espaldas. Con 14 años ganó la Concha de Plata por La maternal y ahora, con 17, protagoniza Yakarta y participa en las series Pubertat y Dime tu nombre. “Ella siempre fue la primera opción. Hicimos un casting de juego y nos gustó mucho porque quería ganar, había una competitividad en ella que nos daba una señal de que tenía que ser ella”, recuerda Elena Trapé.

Entre campeonato y campeonato rumbo a Yakarta, la serie va destapando los temas que al principio esconde y de los que solo da pistas, asuntos cuyo descubrimiento forma parte del viaje que emprende el espectador (y que si prefiere no conocer, es mejor que no continúe leyendo). “En el deporte infantil van surgiendo cosas de las que no éramos conscientes cuando yo era niño, ahora somos más conscientes de que hay dinámicas entre entrenadores y sus pupilos que pueden marcar para toda la vida a nivel moral y ético. Normalmente pensamos que en las aulas, en las asignaturas nobles y reconocidas, está la educación de la gente joven, pero creo que en los gimnasios y terrenos de juego, en las pequeñas dinámicas del deporte, se esconden valores éticos que nos van a perseguir más que una lección de geografía. Al deporte le hemos dado un sentido lúdico y lo vemos desde ganar o no ganar un partido, y deberíamos verlo desde ganar o no ganar unos valores”, dice Diego San José. Por ahí se cuelan los abusos sexuales que marcarán la vida de Joserra.

Otro grave problema que sale a la luz con la serie ya avanzada (aunque se dan pistas desde el primer episodio) es el de la ludopatía, una lacra que el guionista quería abordar con la seriedad que merece. “Lleva toda la vida rodeándonos de una manera muy silenciosa porque al ludópata no le ves, no cambia físicamente, y de hecho está unido peligrosamente a un verbo bonito, ‘le gusta jugar’, un verbo que unimos a nuestra infancia. Recuerdo de pequeño haber escuchado en mi casa que había alguien a quien le gustaba jugar, y yo pensaba, ‘qué bien, a mí también’. Y ese juego destroza vidas. Los bingos que rodean las ciudades de provincias, normalmente en barrios donde a la gente no le van bien las cosas, convocan las desgracias, gente que no tiene otra solución que, ya que no gana nada, busca ganarle al cartón de bingo”. A San José le sorprendió descubrir que existe una lista de personas que tienen prohibido el acceso a estos locales pero, para estar incluido en esa lista, la propia persona tiene que dar el paso gigante de denunciarse a sí mismo en una comisaría.

Y así, San José ha construido una oda a la derrota en seis capítulos de poco más de media hora. “La derrota es un estado natural mucho más permanente que la victoria. Todos perdemos alguna vez cada día, y las derrotas nos hacen madurar mucho más. Cuando uno apaga la luz después de una victoria y se va a dormir, no tiene que procesar nada. Pero cuando uno ha perdido, y no hablo del deporte, hablo de la vida en general, sí tiene que explicarse las derrotas, tiene que justificárselas y acostumbrarse a convivir con una versión de sí mismo que no es la mejor. Perder nos hace buenos, uno es su versión más auténtica cuando ha perdido. Así que a tope con los perdedores toda mi vida”, remata.

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Sobre la firma

Natalia Marcos
Redactora de la sección de Televisión. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde trabajó en Participación y Redes Sociales. Desde su fundación, escribe en el blog de series Quinta Temporada. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y en Filología Hispánica por la UNED.
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