‘Fundación’ en Apple TV+: Demerzel, o cómo expandir con éxito un universo literario en la pantalla
El protagonismo de la robot en la tercera temporada responde a una necesidad: otro lenguaje, mismo ADN creativo


Vivimos en un mundo en el que los ejecutivos de los grandes estudios y plataformas miran, demasiado, hacia el fandom, hacia la masa de aficionados, y toman decisiones para agradarlos. No ha habido mucho ruido, y sí algunas aportaciones muy interesantes, con la tercera temporada de Fundación, la adaptación de las novelas de Isaac Asimov que se puede ver completa en Apple TV+.
Por si queda algún lector despistado, podemos resumir el argumento de la siguiente manera: Hari Seldon, matemático maestro de la psicohistoria, la ciencia que estudia y predice el comportamiento de las masas, pronostica la decadencia del imperio galáctico y el advenimiento de miles de años de violencia y oscuridad. Ante el mal inevitable, pone en marcha un plan y crea una comunidad, Fundación, para que preserve el saber de la humanidad y limite la duración de las tinieblas.
La serie es una de las grandes apuestas de Apple, que se atrevió con este inmenso proyecto donde otros habían naufragado (HBO con Christopher Nolan, sin ir más lejos) y puso en manos del guionista y showrunner David S. Goyer (Dark City, Batman Begins) un gran presupuesto. Los cambios respecto a las novelas, que se perciben desde el principio (Salvor Hardin, clave en el arranque, es mujer y está interpretado por una estupenda Lea Harvey, por ejemplo) han ido acentuándose al mismo ritmo que las virtudes de la serie.
En este sentido, podemos señalar dos fundamentales: por un lado, el desarrollo exhaustivo de la familia de clones que dirige el imperio, a quienes se ve aquí en su auge y decadencia, en una subtrama inventada para la televisión, que no llega al nivel de otras pero que sostiene el entramado general con gracia, y se integra en otras partes fieles a los libros de manera sencilla.

Por otro, y aquí está la verdadera clave del crecimiento de la serie, tenemos a Demerzel, el único robot que queda en la galaxia tras la eliminación sistemática de todos sus congéneres por parte de los hombres milenios atrás. Lleva ahí desde la primera temporada, trabaja para el imperio, ahora ella es el imperio. Demerzel (que en las novelas se llama Eto, de nuevo un cambio de género) está interpretada por una Laura Birn en estado de gracia, un personaje se va quedando poco a poco con la serie. ¿Aparece en los libros? Solo en las precuelas Preludio a la Fundación y Hacia la Fundación, donde se la ve trabajando junto a Cleon I, el precursor de la saga que gobierna el imperio y quien establece las bases para el estudio de la psicohistoria. Pero sabemos que es el alter ego de Daneel Olivaw, un personaje central en las cuatro novelas de la saga de los robots. La serie es capaz de darle un papel protagónico y de explicar con pequeños detalles cómo encaja en el plan de Seldon y en las cenizas del imperio. Narrativamente, no hay lugar para la queja ni del fan más rigorista.
Esta tercera temporada se centra en la irrupción de El Mulo, un individuo de grandes poderes mentales que va camino de hacerse con la galaxia y siembra el caos y el terror allá por donde pasa. Es uno de los momentos más vibrantes de la serie de novelas y aquí está muy bien adaptado, porque no se trata solo de innovar, de expandir el imperio o de acomodar el relato al siglo XXI, sino también de rendir honores a una obra fundamental en la literatura del pasado siglo. El Mulo constituye la gran amenaza a los planes de Seldon y el espectador puede sentir la angustia de su poder.

Y hablando del genio de la psicohistoria: su presencia es mucho más intensa que en las novelas, pero es que uno no ficha a Jared Harris para sacarlo una vez por temporada. Él está muerto, lógicamente, pero su mente vive de alguna manera en otros (olvidaremos en esta explicación los viajes en el tiempo para no abrumar). Cuenta con una aliada esencial, Gaal Dornik (otra buena elección de casting, Lou Llobell), que aporta sensibilidad a la historia y un tipo de fuerza diferente. Sin ella, la humanidad está acabada porque solo ella es capaz de entrar en la mente de El Mulo y destruirlo con sus propias armas.
Hay, por el camino, muchas aventuras estilo Star Wars, destrucción, intriga, muerte y mucho entretenimiento.
El final deja varias las puertas abiertas, una desde una biblioteca en el corazón del imperio, pero no diremos cuáles cierra para no destripar. La imagen final es, de nuevo, un homenaje al corazón de los libros.
Goyer dijo que tenía historias para ocho temporadas de 10 episodios. Por el momento, Fundación ha renovado por una cuarta, en la que Ian Goldber y David Kob (Fear the Walking Dead) se suman a la parte creativa. Tendremos que esperar a 2027 para saber si siguen por la senda del acierto.
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