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TELEVISIÓN POR EL MUNDO | CHINA
Crónica
Texto informativo con interpretación

‘Adiós, amor’, el ‘reality’ que convierte el divorcio en un fenómeno televisivo en China

La cuarta temporada del programa acumuló 2.500 millones de visualizaciones durante su emisión y generó más 100 temas del momento en la red Weibo

El programa chino 'Adios, amor'
Inma Bonet

Tres parejas en crisis, un viaje en autocaravana y un sinfín de cámaras atentas a cada gesto. Esa es la premisa de Adiós, amor (再见爱人), el reality producido por la plataforma china Mango TV que ha conquistado a millones de espectadores al mostrar sin edulcorantes los altibajos del matrimonio. La receta es simple: los protagonistas —todos con cierto grado de notoriedad— recorren durante 18 días una provincia de China en un camino donde inevitablemente salen a relucir dinámicas cuestionables, reproches acumulados y heridas mal cerradas. Desde plató, un panel de psicólogos y celebridades analiza y comenta cada escena, mientras en casa el público asiste, entre el morbo y la empatía, al derrumbe o la salvación de estas relaciones. La decisión llega al final del trayecto: ¿querrán su separación definitiva o darse una nueva oportunidad?

La cuarta temporada de Adiós, amor, emitida entre octubre de 2024 y enero de 2025, ha sido uno de los fenómenos televisivos y sociales del año en China y ha contribuido a normalizar el divorcio en un momento en el que, paradójicamente, el Gobierno intenta promover el modelo más tradicional de familia. La mayoría de las provincias chinas solo permite inscribir en el registro civil a los bebés de padres casados, a pesar del enorme reto demográfico que enfrenta el país, con una población que se ha contraído durante tres años consecutivos. Además, desde 2021, las autoridades han impuesto un polémico “periodo de reflexión” de 30 días para las personas que solicitan legalmente la separación, lo que ha añadido trabas al trámite.

Entre paisajes de postal de las vastas estepas de Mongolia Interior (en el norte de China), sus desiertos, sus lagos y sus atardeceres de fuego, los tres matrimonios han ido desnudando sus relaciones ante la audiencia. Lo que en otros realities suelen ser juegos de seducción (o resistencia frente a la tentación), en Adiós, amor se convierte en un viaje al centro de los desencuentros. Las pruebas no son de fidelidad, sino de convivencia (a veces, en pareja, otras, en grupo), y ayudan a dejar al descubierto las frustraciones y los problemas que han ido acompañando a los protagonistas durante años. Han servido, además, de espejo para millones de hogares, como muestran los acalorados debates que han surgido en las redes sociales, en los que se habla del papel de la mujer en el matrimonio, las relaciones de poder, la carga mental y emocional de una relación o el precio de no atreverse a decir basta.

Abstinencia, peleas y muecas

Cada pareja ha aportado sus propios ingredientes al cóctel que ha mantenido enganchados a los espectadores desde el primer episodio de esta última edición. La actriz Huang Shengyi y el director Yang Zi formaban un matrimonio de éxito en lo profesional, pero lleno de tensiones en lo personal. Los seguidores del programa criticaron especialmente a Yang por su actitud controladora y sus recurrentes palabras condescendientes, que muchos consideraron machistas. Uno de los momentos más reproducidos fue cuando Yang, que siempre se había mostrado frío, se derrumbó en lágrimas ante las cámaras y declaró lo mucho que quería a su esposa, un gesto que dividió a los espectadores entre quienes lo entendieron como un impulso sincero y aquellos que lo vieron como un intento de manipulación emocional.

Ge Xi y Liu Shuang eran las caras más desconocidas. Liu se dedicó durante un tiempo a hacer vídeos en internet y su esposa aparecía de vez en cuando en algunos de sus directos. El público conectó rápidamente con ellos por la forma honesta en la que expusieron sus problemas. Fue especialmente comentado cuando Ge reconoció ante las cámaras que llevaba tres años sin mantener relaciones sexuales con su marido, una confesión que puso sobre la mesa el desgaste de una convivencia vacía.

La participante más polémica de la temporada fue sin duda Mai Lin, la mujer del cantante Li Xingliang. Su carácter impulsivo y su forma de afrontar los problemas de la relación generaron un aluvión de críticas. La audiencia la vio como una figura difícil, capaz de convertir un asunto trivial en motivo de enfrentamiento, como cuando inició una enorme pelea a la hora de comprar un pollo asado con el presupuesto común. Su risa, sus muecas y su manera de tratar a Li la situaron en el centro del debate y, aunque para muchos era una figura irritable, otros vieron en ella el reflejo de tensiones familiares mucho más comunes de lo que se suele admitir de puertas para afuera.

El clímax del programa es el momento de la decisión final, el instante en el que todo lo vivido durante el viaje se concentra en un simple gesto: bajar de la caravana o quedarse dentro. Los dos miembros de la pareja se separan en vehículos distintos, pero viajan hasta un mismo punto. Afuera, un paisaje desértico, y un silencio que corta la respiración. “Ahora, te toca decidir el futuro. Bajarse indica tus deseos de continuar con este matrimonio. Quedarse significa que quieres ponerle fin”, leen los participantes en una carta. Un reloj de arena marca el tiempo que tienen para pensárselo. Las cámaras recogen los minutos de dudas, los gestos nerviosos, las lágrimas contenidas, que se combinan con imágenes de los instantes más emblemáticos. No hay declaraciones grandilocuentes ni oportunidades de última hora.

El último capítulo muestra este simbólico momento en tres ocasiones, pero solo una de las parejas escoge seguir adelante con el matrimonio. En los otros dos casos, fueron los hombres quienes bajaron del autobús. Las escenas en las que ellos quedan de pie, en mitad de un paisaje desolado, viendo cómo el vehículo en el que viajan sus ya exparejas se aleja, muestra también el cambio que atraviesa la sociedad china: mujeres que ya no se sienten obligadas a sostener relaciones que no las hacen felices.

Tras el éxito abrumador de la última entrega (acumuló más de 2.500 millones de visualizaciones durante su emisión y generó más de 100 trending topics en Weibo, el X chino), la expectación ha crecido exponencialmente para la siguiente, cuyo estreno está previsto para este otoño. Entre las sugerencias que circulan por internet está que el programa empiece directamente con las parejas yendo al registro civil a solicitar el divorcio y que se grabe el proceso durante los 30 días del periodo de reflexión. “Al final solo habría dos opciones: retirar la solicitud o recoger el certificado de divorcio”, escribe un usuario de Douban, la plataforma de consulta cinematográfica de referencia nacional.

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Sobre la firma

Inma Bonet
Es la colaboradora de EL PAÍS en Asia desde 2021. Reside en China desde 2015, primero como estudiante de chino y de un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín (BFSU), y luego como periodista. Antes de unirse a este diario trabajó en televisión y radio.
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