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SERIES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Invasión’: el éxito de la serie de ciencia ficción de Apple está en el interior de cada uno de nosotros

La tercera temporada encuentra en la lucha por la verdad contra el fanatismo y en ciertas preguntas esenciales los amarres narrativos para aguantar el ritmo de las anteriores e incluso mejorarlo

Shioli Kutsuna como Mitsuki en la tercera temporada de 'Invasión'.
Juan Carlos Galindo

Cuando cualquier espectador aficionado, al menos quien esto escribe, podía echar de menos el fanatismo y la creación de sectas y la aparición de visionarios que siguen a cualquier hecatombe (tratados, quizás, como nunca en la inolvidable The Leftovers) la tercera temporada de Invasión en Apple TV+ desarrolla, sobre todo a partir de su segunda mitad, una potente trama al respecto, metida con acierto y equilibrio dentro de un ritmo que no se ha olvidado de la acción y más centrado que al principio en dos hilos argumentales a los que añaden una perspectiva atrevida.

Si antes la serie de Simon Kinberg y David Weil se fijaba más en los humanos que en los alienígenas, y en su reacción ante la amenaza destructora más que en la propia invasión, ahora se vuelve hacia el interior de cada uno de los héroes y heroínas en busca de una verdad. El primer capítulo, al que se sumará uno cada semana hasta los 10 que conforman la temporada, se estrenó este viernes. Un aviso: esta crítica contiene, a partir de aquí, destripes de las dos primeras temporadas.

Billy Barratt  como Caspar, muerto en el ataque a la nave nodriza.

La acción se sitúa dos años después de que acabara la presencia alienígena en la Tierra (asunto que ocupa las primeras entregas de una manera original y compleja). Hay algunos aliens sueltos, pero basta con las patrullas de cazadores para eliminarlos. En teoría, se ha vuelto a la normalidad: una entidad global gobierna como puede el mundo, hay fiestas que celebran el fin de la tragedia, ha vuelto el fútbol… pero la alegría dura poco.

El militar Trevante Cole (un poderoso Shamier Anderson), quien salvó al mundo al destruir la nave nodriza en una misión suicida junto a Caspar Morrow (un chaval que podía conectar con los invasores a través de su mente), ha vuelto del infierno. Y trae un mensaje: el enemigo no se ha ido, se está transformando. Su lucha contra todos los elementos para acabar con los alienígenas, con la ayuda de la amiga de Caspar, Malika, centra uno de los dos hilos argumentales.

Shamier Anderson y India Brown en el primer capítulo de la tercera temporada de 'Invasión'. Su unión será esencial para el futuro de la humanidad.

El segundo lo protagoniza Mitsuki Yamato (una maravillosa Shioli Kutsuna), el otro personaje capaz de comunicarse con los aliens, pero de una manera que pone en peligro constante su cordura y su vida. Ella es la fuerza poética de la serie, la mayor carga filosófica, quien centra las preguntas esenciales que se formulan. El vínculo que crea con el excéntrico billonario Nikhil Kapur (una especie de Elon Musk con algo más de acierto y sin ketamina) es curioso. Él anda enamorado de ella, al menos tanto como pueda estar un egomaníaco de ese nivel enamorado de alguien más que de sí mismo, y la historia da resultados sorprendentes.

Las dos vertientes narrativas, por su puesto, se unen en una sola: la misión de un grupo de valientes humanos dispuestos a casi cualquier cosa para salvar a su especie de la invasión de otra, mejor preparada, más unida. Esto se va a mostrar rápidamente: sin ánimo de destripar en exceso, es necesario contar que hay un culto, una organización secreta, que trabaja para los invasores. Son humanos, y se convertirán en el peor enemigo al que se podían enfrentar los protagonistas.

La serie ha sido acusada de lenta (ya saben cómo va esto en la narrativa de género del siglo XXI: si algo no explota en varias direcciones nada más empezar es aburrido y, como hay demasiado que ver, le ponemos dos estrellas y pasamos a la siguiente), pero sabe acelerar e intensificar su relato a medida que avanza la temporada. Varios aciertos ayudan: desde el principio, esta no es una serie, o no solo, de tiros y acción y, sobre todo, el alien es una amenaza, pero no una presencia continua. Ahora se fija más en el interior de los protagonistas (esa será una de las armas que mejor utilicen los alienígenas), en las preguntas esenciales que cualquiera se haría en esa situación. Y, por último, hay un personaje que le da a todo la altura y la coherencia necesarias: se trata de la doctora Aneesha Evans (una buena actuación de Golshifteh Farahani en una serie que tiene un casting bien diseñado). No es militar, no puede hablar con los aliens, no es billonaria ni un genio, no tiene ningún rasgo especial. Los guionistas la han convertido, a ella y a su familia, a sus dramas y querencias, en la masa que une a todos desde el inicio. No la pierdan de vista.

Golshifteh Farahani interpreta a una doctora sin la que la trama no tendría sentido.

Invasión no es Fundación (que en la tercera temporada ha recuperado el brío del inicio y ha sabido aprovechar cada recurso del vasto universo creado por Asimov), no es la magnífica, original e inquietante Separación ni la distopía perfecta mostrada en las dos primeras temporadas de Silo, todas ellas grandes producciones de Apple TV+ en la ciencia ficción, pero se deja ver y muy a gusto. El final, con dos grandes sorpresas, responde a las expectativas, pero para ello tendrán que seguirla, cada semana, hasta el 24 de octubre. No se arrepentirán.

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Sobre la firma

Juan Carlos Galindo
Es responsable de la sección de Pantallas y, además, escribe sobre libros en Cultura y Babelia y el blog Elemental. Lleva en EL PAÍS desde 2008. Como autor, ha publicado las novelas negras 'Hontoria' y ‘Muerte privada’ (Salamandra).
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