Ponga un asesinato amable en su vida
Menos mal que existe gente como Amanda Torres, Laura Lebrel, Elsbeth Tascioni o Charlie Cale para consesguir que se haga justicia


Matar parecía fácil en Colombo y en Se ha escrito un crimen. No había sangre, no parecía que las víctimas hubieran sufrido mucho ni que los asesinos tuvieran que esforzarse mucho para acabar con la vida de sus congéneres. Resolver esos casos podía ser hasta divertido. Un interrogatorio como quien no quiere la cosa por aquí, una pista descubierta por casualidad por allá, un “solo una cosa más”. La literatura y la televisión han explotado los crímenes amables por vías de lo más inesperado, desde investigaciones a cargo de una jubilada Angela Merkel (la mismísima excanciller alemana es detective en varias novelas y una serie) hasta un cura en la campiña inglesa en Grantchester o una monja científica forense en Sister Boniface Mysteries. O un grupo de jubilados que recuperan casos cerrados hasta que se encuentra en medio de uno actual. Los libros de Richard Osman se adaptan como película de Netflix con Helen Mirren, Pierce Brosnan y Ben Kingsley y demuestran que cualquiera puede convertirse en detective aficionado, al menos en la ficción. Que se lo digan a Agatha Raisin, una publicista retirada que se traslada a vivir a un pequeño pueblo en el que no paran de tener lugar crímenes. Ya es casualidad.
En Cabot Cove, la idílica localidad de Maine en la que reside Jessica Fletcher, la tasa de criminalidad es estratosférica. Según los cálculos que realizó un programa de BBC Radio 4, la localidad, de unos 3.560 habitantes, tenía un alarmante índice de 149 asesinatos por cada 100.000 habitantes. En España, en 2023, la tasa de homicidios fue de 0,68 por cada 100.000 habitantes. Normal que el asunto se terminara convirtiendo en un chiste.
No le va a la zaga la caribeña isla de Saint-Marie. Crimen en el paraíso (en Cosmo y Atresplayer) es uno de los grandes éxitos de la televisión pública británica. En sus 14 temporadas ya son cinco los inspectores desplazados a este enclave de unos 10.000 habitantes donde no paran de ocurrir desgracias. Hace cuatro años pregunté a uno de sus productores cuál era su explicación a ese elevado índice de criminalidad y contestó que en realidad no era tan alto, sino que “solo había ocho, nueve o 10 asesinatos al año”, los mismos que capítulos tiene cada temporada. Quizá a él no le parezca para tanto, pero yo no sé si viviría tranquila en un lugar con 10.000 residentes en el que hay unas 10 muertes violentas al año. Demasiadas papeletas de ser el siguiente.
Para alivio de todos, existe gente como Amanda Torres para conseguir que se haga justicia. Mientras lidia con su TOC, la protagonista de Perdiendo el juicio (Atresplayer) será una abogada, pero, como buena heredera de Laura Lebrel, no se le escapa un culpable. Ella trabaja en Madrid, y en Nueva York lo hace Elsbeth Tascioni, otra letrada con alma de detective aficionada en la serie titulada como ella se llama (en Movistar+). A ellas los casos les llegan por su trabajo, pero a Charlie Cale, la protagonista de Poker Face (en SkyShowtime) con un asombroso don para saber cuándo alguien miente, le caen encima sin comerlo ni beberlo.
Ponga un asesinato amable en su vida este verano. No será por pocas opciones.
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