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Moreno confirma a su ‘número dos’ como consejero de Salud hasta el final de la legislatura

El presidente de la Junta confía la gestión de la crisis de los cribados a un perfil político

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, ha confirmado a su número dos, el consejero de la Presidencia, Antonio Sanz, como nuevo consejero de Sanidad hasta el final de la legislatura, cargo que ostentaba de manera interina desde el 9 de octubre, un día después de que cesara a Rocío Hernández, como titular de esa cartera. El dirigente popular ha optado así por un perfil marcadamente político para dar una salida a la crisis de los cribados del cáncer de mama y evitar desgastar a un eventual nuevo consejero o consejera a unos meses de las elecciones autonómicas.

Desde este miércoles, Sanz pasará a ocupar el cargo de consejero de Sanidad, Presidencia y Emergencias de Andalucía. “La salud es una prioridad absoluta para mi Gobierno”, ha indicado Moreno en el tuit en el que ha informado del nombramiento. El presidente de la Junta cambia también el nombre de la cartera que hasta ahora dirigía Sanz, Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación administrativa, una denominación con la que Moreno también había marcado de alguna manera parte de sus prioridades de su segunda legislatura y que ahora ha vuelto a modificar. Este nombramiento implica una reestructuración del Consejo de Gobierno de Moreno que pasará de las 14 consejerías actuales a 13. Las competencias en Diálogo Social pasarán a la Consejería de Economía, Hacienda y Fondos Europeos, a la que se añadirá esa nomenclatura, mientras que la Agencia Andaluza de Dogitalización pasará a depender de Industria.

Desde que fue nombrado consejero interino, Sanz ha tomado el protagonismo de un escándalo que dejó expuesto al presidente ante la errática reacción de la anterior consejera a los desgarradores testimonios de las mujeres enfermas de cáncer y víctimas de los retrasos en los diagnósticos de los cribados. Desde entonces ha comparecido ya en dos ocasiones ante los medios de comunicación. El pasado viernes para informar de las reuniones con el Consejo Andaluz de Colegio de Médicos, y añadir nuevas iniciativas dentro del plan de choque para el programa de prevención de cáncer de mama, y el domingo para anunciar refuerzos en los otros dos programas de cribados de cáncer de colon y de útero que desarrolla la Junta de Andalucía.

Precisamente, en el encuentro del pasado viernes se le preguntaba a Sanz que qué condiciones debería tener el próximo o la próxima consejera de salud. “Debe abrirse al diálogo, tener liderazgo y generar equipos”, una descripción que prácticamente define sus cualidades en política y las que, al menos, ha destacado el propio Moreno en su tuit: “Su experiencia de gestión, capacidad de trabajo y diálogo serán fundamentales para lo que resta de legislatura”. El portavoz parlamentario del PP, Toni Martín, también han destacado ese perfil: “Es la persona adecuada para solucionar problemas”.

El escándalo de los cribados se ha convertido en la mayor crisis de Moreno desde que es presidente de Andalucía. Hasta ahora todos los cambios en su Gobierno se habían producido o por problemas de salud de un consejero, en el caso del de Hacienda Alberto García Varela, que tuvo que dimitir al poco de ser nombrado en 2019 por problemas de salud, o por la marcha de la consejera de Agricultura a Europa, lo que le permitió en julio de 2024 hacer un cambio en la Consejería de Salud, sin parecer que la sustitución se debía por los problemas en materia sanitaria. Entonces sustituyó a Catalina García, que ahora es consejera de Medio Ambiente, por la recientemente dimitida, Rocío Hernández.

Entonces se decantó por una profesional de la sanidad independiente políticamente, y con una experiencia en la gestión sanitaria para tratar de buscar soluciones prácticas a un colapso en esa área, que los anteriores consejeros, Jesús Aguirre y la propia García, de un perfil marcadamente político no habían sabido resolver. Al colapso de la atención primaria y las listas de espera desbocadas que ninguno de los planes de choque diseñados para atajarlos habían podido poner coto, se habían sumado las investigaciones judiciales por el abuso de contratos de emergencia y la fragmentación de adjudicaciones, lo que permitía contratar a dedo con empresas privadas, el malestar de los sindicatos —que protagonizaron huelgas y paros ante el incumplimiento de los acuerdos— y, sobre todo, la creciente indignación ciudadana evidenciada en sucesivas manifestaciones cada vez más multitudinarias, hasta el punto de concentrar a 20.000 personas en Sevilla el pasado mes de abril.

Sin embargo, ha sido el escándalo de los cribados lo que ha conseguido poner contra las cuerdas a Moreno, justo en el que era su flanco más débil, evidenciando los problemas en la gestión de la sanidad pública. No solamente ha sido la oposición política o los sindicatos los que han arremetido contra el presidente, la calle por primera vez gritó Moreno dimisión durante una concentración multitudinaria la semana pasada. El perfil de Sanz, curtido en mil batallas dentro de la política andaluza, se antoja para Moreno como el mejor flotador para achicar el agua que se filtra por todos estos frentes: es un correoso parlamentario con fama de duro con los adversarios políticos y ha demostrado mano izquierda con los sindicatos negociando pactos estructurales en esta legislatura y que han permitido a Moreno afianzar su perfil de político dialogante.

Además de con la gestión de los cribados, la más complicada porque además de la exigencia de resultados de plan de choque se le sumarán las demandas de las mujeres afectadas y la investigación de la Fiscalía, tendrá que lidiar con la investigación judicial de los contratos de emergencia y las declaraciones en noviembre de los tres gerentes del SAS, que están imputados, además de la viceconsejera de Hacienda, que está citada como testigo. Ante esta tesitura, lo que menos necesitaba Moreno era exponer a un nuevo consejero y volver a poner en cuestión una cartera con cuya dirección no acaba de acertar.

“Hay que encontrar a la persona y acertar con ella, es preferible no correr”, señalaba el propio Sanz sobre su futuro sucesor. Y eso es justo lo que ha hecho el dirigente popular con su confirmación como consejero de Sanidad.

Un “parche” y un “escudero”

Pero ese perfil político que tanto parece necesitar Moreno es el que están cuestionando tanto la oposición como los sindicatos, que lo que exigen es alguien que conozca bien el SAS y pueda llevar a cabo las reformas estructurales que llevan demandando desde que el PSOE estaba en el poder. “Si estuviera preocupado hubiera puesto a un profesional sanitario, no al consejero de la propaganda y la manipulación. El objetivo no es salvar la vida de las mujeres andaluzas, el objetivo solo es un uno: salvar a Moreno Bonilla”, ha recriminado la portavoz adjunta de los socialistas andaluces, Ángeles Férriz. Desde Vox también han considerado la decisión como un “parche” y un “cortafuegos para derivar los problemas que está teniendo”. Sanz, “de salud, no conoce nada”, ha subrayado el portavoz de la formación de extrema derecha, Manuel Gavira. En su opinión, el presidente andaluz ha puesto a un político para gestionar la sanidad hasta el final de la legislatura para que “politiquee” y para la “propaganda institucional”. Gavira ha reconocido que lo primero que hará el nuevo responsable de Sanidad es “intentar hablar con todo el mundo”. “Nos darán dormilina, porque lo principal para Moreno es no perder ni un voto, pero hasta el final de la legislatura Vox insistirá que está jugando con la sanidad de los andaluces”.

José Ignacio García, el portavoz de Adelante Andalucía, también ha arremetido contra el perfil político de Sanz: “Nos parece un caos y una irresponsabilidad, su único currículum es estar montado en un coche oficial del PP desde los 18 años y no tiene ningún interés en cambiar el modelo”. “Desde Por Andalucía nos parece una prueba más evidente del calado del problema que hay en el Servicio Andaluz de Salud y de la dificultad que tiene Moreno Bonilla de convencer a alguien que tenga conocimiento de esa política pública y que quiera arriesgar su prestigio gestionándola en un momento tan grave”, ha abundado la portavoz de la coalición, Inma Nieto.

La decepción es la sensación generalizada de los profesionales sanitarios. “Pudiera pensarse que la elección del presidente implica que vamos a entrar en un periodo de provisionalidad hasta las próximas elecciones, pero la sanidad pública andaluza no puede esperar 8 meses para abordar las mejoras urgentes que se requieren”, indica Rafael Ojeda, presidente del Sindicato Médico Andaluz. “Lo urgente en este momento para la sanidad pública andaluza es abordar sin más demora la grave crisis de la medicina pública”, abunda.

En la misma línea se manifiesta Antonio Macías, responsable de Salud de UGT-Andalucía. “Con el nombramiento de Antonio Sanz se demuestra el nulo interés que tiene el presidente de la Junta en solucionar los graves problemas que afectan a nuestro servicio público de salud”, indica, para ironizar sobre el mensaje de Moreno en X. “Y todavía tiene la desvergüenza de decir que ‘la salud es una prioridad absoluta para mi gobierno’. El servicio andaluz de salud necesita de personas de dentro del sistema que puedan aplicar políticas sanitarias que reviertan los gravísimos problemas que tenemos, no un escudero para el señor presidente”. Desde CC OO Andalucía prefieren centrarse también en la gestión: “No valoramos las personas, valoramos las políticas y lo que queremos es un cambio de las que se han ido aplicando hasta ahora, empezando por cómo se está gestionando la crisis de los cribados, por la negativa a cumplir los acuerdos firmados con CC OO y a que se implanten políticas de refuerzo de la sanidad pública y no de parches y derivas constantes a lo privado”, indica Nuria Martínez, su secretaria de Política Institucional y Comunicación.

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