El presidente de Uganda se desmarca de la ley que pretende la condena a muerte a los gays
Museweni considera que la polémica "se ha convertido en un asunto de política exterior"
El presidente de Uganda, Yoveri Museweni, ha salido finalmente a la palestra para desmarcarse de la legislación antigay a aprobar por el Parlamento y que contempla hasta la pena de muerte para "homosexuales reincidentes", mantengan relaciones con un menor o sean seropositivos y con pareja del mismo sexo. El presidente no se aleja de la legislación porque atente contra los derechos humanos, sino porque "se ha convertido en un asunto de política exterior" debido a la presión y escándalo internacional que la pretendida normativa ha despertado. Museweni, en su primera alusión pública a la ley, ha aludido a la necesidad de discutir más a fondo la iniciativa que, recalcó, no ha partido de su gobierno.
"Cuando estuve en la conferencia de la Commonwealth, ¿de qué hablaba el primer ministro canadiense?, de gays. El primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, ¿de qué hablaba?, de gays. El asistente del secretario de Estado de Estados Unidos, Johnie Carson, ¿de qué hablaba?, de Somalia y de gays", explicó el presidente a los miembros del Consejo Ejecutivo de su partido, el Movimiento Nacional de Resistencia, el martes y continuó, "es un asunto de política exterior y debemos manejarlo de manera que no comprometa nuestros principios, pero que también tenga en cuenta los intereses de nuestra política exterior". Uganda, uno de los países africanos que más ayuda exterior recibe, se ha visto presionada desde que la propuesta de ley llegara al Parlamento de la mano de David Bahati, un parlamentario hasta el momento desconocido para la mayoría de ciudadanos y que ha pasado a convertirse en el centro de atención, de manera que la normativa ya recibe el nombre de Ley Bahati. El presidente no avanzó cuándo se reuniría con Bahati para tratar la cuestión, aunque sí ha recomendado calma: "midamos nuestras acciones, discutámoslas seriamente y lleguemos a una decisión bien informada". La presión internacional, ya arreciando en el mes de diciembre, forzó a que el ministro de Etica e Integridad, Nsaba Buturo, explicara que, a su modo de ver, una rebaja en el contenido de la ley (que también prohíbe la organización de activistas por derechos humanos para gays, lesbianas y transexuales), rebajaría la pena de muerte a cadena perpetua.
La legislación actual condena la homosexualidad a penas de cárcel de hasta catorce años. Uganda, muy conservadora y religiosa (cristiana e islámica), llegó a prohibir en 2005 de manera expresa el matrimonio homosexual, como respuesta a la aprobación del mismo en Suráfrica. Algún medio de comunicación ha llegado a publicar nombres y fotografías de homosexuales, como denuncia de "la campaña gay de occidente". De acuerdo con activistas por derechos humanos, el parlamentario Bahati fue uno de los altos cargos, oficiales de policía y religiosos que asistieron el mes de marzo a un curso de cinco días impartido por cristianos fundamentalistas de los Estados Unidos que, entre otras cosas, afirmaron poder "curar" a los gays, que éstos tenían el objetivo de "reclutar" a sus hijos y destruir el núcleo familiar ugandés. "Un discurso incendiario que se les escapó de las manos, no tuvieron en cuenta el valor que en Uganda tiene la familia", explica Víctor Mukasa, representante de la Comisión Internacional para los Derechos Humanos de Gays y Lesbianas en Africa. De acuerdo con María Burnett, investigadora de la ONG Humans Right Watch, el discurso del presidente, "puede ser un paso positivo, pero sólo por presentar la propuesta el daño hecho a la comunidad gay ha sido enorme".
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