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Por qué queremos que Katie Holmes y Joshua Jackson se enamoren 20 años después de ‘Dawson crece’

En los noventa nos convencieron de que el amor adolescente podía durar para siempre en ‘Dawson crece’. Ahora, la pareja regresa en ‘Happy Hours’, una historia de segundas oportunidades —dirigida por la propia Holmes— que ha desatado la locura en las redes. ¿Lograrán que también creamos en el amor adulto?

Katie Holmes y Joshua Jackson, durante el rodaje en Nueva York de 'Happy Hour', el pasado 22 de julio.
Carlos Megía

Ni los glamurosos looks de la secuela de El diablo viste de Prada ni las escenas de Tom Holland balanceándose por los edificios en la nueva de Spider-Man, el rodaje que más expectación ha levantado este verano, con decenas de imágenes filtradas tras cada jornada, tiene como protagonistas a dos actores entrados en la cuarentena, lejos del primer nivel de estrellato hollywoodiense, paseando por las calles de Nueva York y con un cochecito de bebé como principal efecto especial. Más de 20 años después de Dawson crece, la serie que definió como pocas la angustia adolescente en los noventa, Katie Holmes y Joshua Jackson vuelven a compartir proyecto para hacer realidad el último gran sueño de la muy nostálgica generación millennial.

Los actores, en una imagen de la época de 'Dawson crece' y este verano en Nueva York.

Holmes dirige, escribe y protagoniza Happy Hours, una comedia dramática que, según la sinopsis oficial, explora “el viaje emocional de dos antiguos amantes que se reencuentran en la edad adulta”, con sus respectivos desafíos profesionales, responsabilidades familiares, esperanzas compartidas y anhelos de encontrar el amor en una nueva oportunidad. Concebida como una trilogía al más puro estilo Antes del amanecer, su creadora asegura en su cuenta de Instagram que la película es también “el testamento de su amistad con Josh”, una relación que lleva décadas clavada en el corazón de los espectadores.

En 1999, Dawson crece dividió a la audiencia entre dos equipos mucho antes de que la palabra hashtag tuviera siquiera acepciones. #TeamDawson (James van der Beek) y #TeamPacey (Jackson) se disputaban el amor de Joey (Holmes) en un triángulo amoroso que, sin quererlo, cambió la historia de la televisión. Tras una primera temporada de gran éxito, todos los hilos argumentales parecían cerrados una vez se produjo el inevitable romance entre Dawson y Joey, dos personajes diseñados deliberadamente como almas gemelas. Detrás de la cámara, la situación era un caos. El creador, Kevin Williamson, se marchó de la serie, los guiones no llegaban, los castings se retrasaban y el reparto seguía sin saber cuándo comenzarían a rodar. Los responsables de la ficción no sabían cómo continuar la historia hasta que un joven guionista de solo 27 años llamado Greg Berlanti —a posteriori uno de los creadores más exitosos de la televisión—, se levantó, pintó un triángulo en la pizarra y preguntó: “¿Y si Pacey besa a Joey?”. La apuesta fue un éxito que movió la ficción durante sus siguientes tres temporadas, cultivada por el idilio más allá de las cámaras de sus protagonistas.

“Solo voy a decir que conocí a alguien el año pasado. Me enamoré, tuve mi primer amor, y fue algo tan increíble e indescriptible que lo atesoraré siempre. Me siento muy afortunada porque ahora es uno de mis mejores amigos”. Con estas palabras confesó Katie Holmes en la revista Rolling Stone su breve y casi platónico idilio con Jackson, que tuvo lugar durante la primera temporada de la serie. “Éramos unos críos”, recordaría después el actor, “así que fue uno de esos romances de estrellas, luna y cielo”. Su amistad continuó tras el final de la misma, pero tomaron caminos profesionales distintos. Holmes se refugió en el cine más independiente (Retrato de April, Gracias por fumar) y protagonizó el taquillazo Batman Begins, pero su mediática relación sentimental con Tom Cruise —fruto de la cual nació su única hija, Suri— pronto opacó sus hitos profesionales. Un 23 de mayo de 2005 Cruise dejó una de las imágenes indelebles de la cultura pop al anunciar su amor por la joven actriz saltando en el sofá del programa de Oprah Winfrey, un entusiasmo que se extendió hasta 2012, fecha de su divorcio.

Joshua Jackson junto a Jodie Turner-Smith, madre de su hija, y Katie Holmes en su boda con Tom Cruise, el padre de su hija.

Jackson, por su parte, tampoco consiguió trasladar al olimpo de Hollywood las expectativas cosechadas desde la adolescencia, pero sí ha mantenido su estatus de estrella televisiva con éxitos como Fringe o The Affair. En el apartado sentimental, mantuvo una relación de diez años con Diane Kruger que finalizó en 2016, pasó por el altar con la también actriz Jodie Turner-Smith en 2019 —madre de su hija, Juno— y cuyo matrimonio acabaría cuatro años después. Su última novia conocida ha sido la oscarizada Lupita Nyong’o, pero su romance se dio por concluido el año pasado. Que la pareja de intérpretes protagonice ahora este reencuentro en la madurez artística y en la sentimental, estando ambos solteros, ha reavivado las especulaciones sobre un nuevo acercamiento más allá de los límites del guion.

Katie Holmes dirige la película, que formará parte de una trilogía, y en la que se ve a la pareja con un carrito de bebé.

“Química, proyección y nostalgia”. Esos son los tres ingredientes clave que, en opinión de la psicóloga y sexóloga Silvia Sanz, reactivan nuestra memoria emocional y provocan que deseemos volver a revivir no solo ese romance en la ficción, sino también quiénes éramos nosotros cuando lo vimos por primera vez. “La química que percibimos en pantalla es como una chispa que se queda grabada en nosotros. No vemos solo a los actores, también proyectamos las emociones que nos despiertan. En ocasiones es tan creíble que nuestro cerebro tiende a unir ficción y realidad. Y si una pareja nos hizo reír, sufrir o enamorarnos, guardamos ese vínculo como si fuera nuestro. Años después, cuando los vemos juntos otra vez, se reactiva esa memoria y sentimos que la historia continúa”, explica a esta cabecera. El papel de la nostalgia también es fundamental: “No es solo que queramos que los personajes que añoramos estén juntos: queremos volver a aquel tiempo. Recordar y revivir todas aquellas emociones de aquellos capítulos de nuestra vida, las relaciones que manteníamos, el descubrimiento de emociones que proyectábamos en los personajes, las conversaciones con amigos…es como regresar a aquella época de nuestra vida y evocar una parte de la misma”. Emma Specter, de la edición estadounidense de Vogue, lo enuncia así: “No puedo evitarlo; cuando veo a estos dos riéndose a carcajadas en un banco del parque, ¡quiero que se enamoren! ¿Es eso tan malo?”.

James Van Der Beek, Michelle Williams, Joshua Jackson y Katie Holmes, los protagonistas de 'Dawson crece'.

De Ross y Rachel (Friends) a los nacionales Quimi y Valle (Compañeros), pasando por Maddie y David (Luz de luna), Mulder y Scully (Expediente X), Jim y Pam (The Office), Meredith y Derek (Anatomía de Grey) o Connell y Marianne (Normal People). La historia de la televisión nos ha brindado parejas con tanta química en pantalla que el público terminó deseando —ahora lo llaman ‘shippeo’— que lo fueran también fuera de ella. En el caso de Katie y Joshua, la pareja parece ser consciente de lo meta del proyecto que encabezan: dos personas que se quisieron en su juventud y que, tras haberse separado durante 20 años, vuelven a cruzar sus caminos como adultos para retomar una historia de amor que, en la mente de muchos, nunca terminó del todo. “El mundo lleva años rogando por una comedia romántica protagonizada por Katie Holmes y Joshua Jackson”, escribía una tuitera en X (antes Twitter) hace solo un año, con miles de ‘Me Gusta’ sancionando un deseo que parece haber sido escuchado por los ejecutivos de Hollywood.

La química de los actores está siendo palpable en el rodaje de 'Happy Hour'.

En estos días, las redes sociales se han convertido en un hervidero de nostalgia y romanticismo, con cientos de fans dedicándose a idealizar la relación que Katie Holmes y Joshua Jackson parecen compartir en el presente, escrutando con lupa cada gesto cómplice y cada sonrisa captada durante el rodaje. Sanz explica que tendemos a proyectar en ellos un amor perfecto porque en pantalla todo está editado para que lo parezca: “Ideal pero no real. Seguimos shippeando porque la química nos atrapó, la proyección nos hizo sentir parte de la historia y la nostalgia nos empuja a querer revivirla”. Esa conexión, añade, activa en nosotros emociones tan primarias que el cerebro no distingue del todo entre realidad y ficción si lo que vemos nos resulta creíble: “Cuando dos actores se miran de una forma que sentimos auténtica, se libera dopamina y oxitocina, como cuando nos enamoramos. Además, proyectamos en esa pareja nuestras propias experiencias y deseos, y eso crea un vínculo personal con su historia. De ahí que queramos que traspase la ficción: porque, en parte, ya lo sentimos como nuestro”.

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Sobre la firma

Carlos Megía
Especialista en cultura, estilo de vida y 'celebrities', colabora en diferentes secciones de EL PAÍS desde 2015, además de publicar en cabeceras como 'Harper’s Bazaar' o 'InStyle'. Creador de ‘Un Podcast de Moda’, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual y Máster en Guion por la Universidad Carlos III.
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