“Ya no quiero ser ella”: la historia del corte de pelo de Keri Russell que desplomó la audiencia de ‘Felicity’
Han pasado más de 25 años desde que Keri Russell se despidió de sus icónicos rizos en la serie que enamoró a toda una generación. Pero lo que parecía un gesto insignificante terminó convirtiéndose en uno de los mayores escándalos capilares de la cultura pop


El episodio alcanzó tal grado de repercusión que acabó trascendiendo más allá de la televisión. Se convirtió en una coletilla habitual del lenguaje cotidiano en Estados Unidos, al estilo de los patrios “¿Cómo están ustedes?” o “Hasta aquí puedo leer”, siendo referida en series posteriores como Buffy, Cazavampiros, Las chicas Gilmore, A seis metros bajo tierra o Padre de familia. “¿Por qué todo el mundo me mira como si fuera la chica que le dijo a Felicity que se cortara el pelo?”, se preguntaba Melissa Joan Hart en un instante de Sabrina, cosas de brujas. Han pasado más de 25 años desde que el personaje interpretado por Keri Russell se sometiera a un cambio de look radical, pero la desaparición de la larga y rizadísima melena de Felicity Porter, y el impacto que esto tuvo en el destino de una de las ficciones más queridas de principios de los 2000, sigue generando debate.
“Conmovedora”, “mágica”, “la mejor del año”, “está tan bien escrita e interpretada que es difícil imaginar que haya personas que no se conmuevan o se sientan atraídas por ella” o “es tan fascinante que te hace sentir joven de nuevo” fueron algunos de los halagos que cosechó el estreno de Felicity en 1998. La serie creada por dos jovencísimos J.J. Abrams (Perdidos, El despertar de la fuerza y ahora, sobre todo, el padre de Gracie Abrams) y Matt Reeves (The Batman) se convirtió en un éxito de crítica y audiencia y catapultó a la fama global a Keri Russell, conocida por los niños americanos como presentadora del programa The Mickey Mouse Club. Russell –ganadora de un Globo de Oro por el papel– consiguió que esa generación, ya adolescente, se sintiera identificada con la joven que decide cambiar impulsivamente su futuro tras graduarse en el instituto y mudarse a Nueva York para estudiar en la universidad junto a su amor platónico, el conflictivo Ben –a quien apenas conoce–, y estableciendo un triángulo amoroso con Noel, el chico bueno, honesto y, por qué no decirlo, un poco aburrido.
Felicity escoge a Ben al final de la primera temporada, pero, tras pasar el verano juntos, la segunda tanda de episodios arranca con la decisión de la universitaria de acabar con el romance. ¿Y qué mejor que acompañar un deseo de reseteo sentimental, de reafirmación personal, con un gesto tan simbólico como cortarse el pelo? “No lo hice por el chico, lo hice por mí”, sostiene la voz en off de Felicity, transformando su voluminosa melena rizada en un corte tipo pixie, muy corto y algo despeinado. Russell recuerda que rodaron la escena a las cuatro de la mañana de un viernes y, cuando el director dio por válidos los planos de los mechones cayendo, se fue a una peluquería real para completar el corte. Unas semanas después, cuando se emitió el episodio un 26 de septiembre de 1999, comenzó la locura capilar. “Una madre se me acercó en un centro comercial y me dijo: ‘Eras muy guapa hasta que te cortaste el pelo”, relató Russell.

“Recibimos muchos correos electrónicos, cartas y comentarios de amigos de la industria que eran fans de la serie. La gente estaba decepcionada y enfadada con nosotros y con Keri por haberse cortado el pelo. ‘¿Quién tomó esa decisión?’, me preguntaban. Las mujeres se identificaban con ella. Cuando se cortó el pelo, básicamente decían: ‘Ya no quiero ser esa persona; me arruinó la ilusión’. Escuchamos eso una y otra vez”. Las audiencias cayeron en picado en la segunda temporada de Felicity y ya sabemos que, cuando las cosas van mal, siempre hay alguien a quien culpar. Sorprendentemente, esta vez no fueron los guionistas los chivos expiatorios. Brad Turell, portavoz de Warner Bros, no dudó en achacar semejante desplome al nuevo peinado de la protagonista. En el New York Times, Susan Daniels, presidenta de entretenimiento del estudio, fue incluso más directa: “¿Creo que es una buena idea que la protagonista de una serie cambie drásticamente su apariencia? No, no lo creo”, y estableció una estricta política que se extendería al resto de estrellas jóvenes de la época: “Nadie más se volverá a cortar el pelo en nuestra cadena”. Russell, que por entonces solo tenía 23 años, pero la misma personalidad que la ha convertido décadas después en una actriz de referencia a nivel internacional, calificó la excusa como “lamentable” y le plantó cara a su presidenta: “El pelo crecerá de nuevo”.
Lo cierto es que todo comenzó como parte de una broma. Al final de la primera temporada, Keri Russell se fue de vacaciones a Canadá y mandó una foto a Abrams y Reeves en la que lucía una peluca de pelo corto, asegurándoles que “para otoño le crecería de nuevo”. Los creadores de la serie sabían que la actriz no se lo habría cortado sin su conocimiento, pero creyeron que ese acto valiente e irracional sería perfecto para marcar una nueva etapa en el personaje. “Ella lo había dejado con su novio. Pensamos: ‘¿Sabes qué? Algo muy natural que haría una chica después de una ruptura es cortarse el pelo’. Y dijimos: ‘Adelante’. Asumimos toda la responsabilidad”, se defendió J.J. Abrams.

Tampoco mencionaron entonces que los múltiples cambios de día de emisión de la serie –contra ficciones tan emblemáticas como Los Simpsons o Malcolm in the middle– habían sido un error mucho más flagrante en cuanto a la pérdida de espectadores. Nadie pudo anticipar el drama que desatarían unos rizos y Russell tuvo que soportar todo tipo de comentarios sexistas, incluso amenazas de muerte. Las audiencias cayeron, sobre todo, entre el público masculino. Felicity había dejado de ser un objeto de deseo y, pese a los miles de comentarios de mujeres jóvenes que “felicitaban a Russell por la calle por la valentía del gesto”, el machismo intrínseco de la industria se dejó notar. Cuando Felicity llegó a su fin, tras su cuarta temporada, Russell se marchó de Hollywood y desapareció de la escena mediática durante dos años. “No quería volver a actuar nunca más”, relató. 25 años después, la californiana se reafirma en que fue la “decisión correcta”, pero aprendió de la manera más dura una certeza clave de la sociedad americana: “A los estadounidenses les gustan las mujeres con el pelo largo”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
