Grietas hacia el extranjero
La exportación de electrodomésticos a países del Tercer Mundo es un fraude que nace en puertos españoles y provoca vertederos industriales en países como Pakistán o Ghana

Apenas dura unos segundos. La escena casi pasa desapercibida por su rapidez, pero es un impresionante ejemplo de cómo contraer enfermedades graves en el trabajo diario. Sentada en un ladrillo, una mujer de nacionalidad china huele plásticos que acaba de quemar con un mechero para clasificarlos. Y en esos instantes de rutina mecánica, inhala sustancias tóxicas que sus pulmones almacenan con un resultado que puede tener consecuencias trágicas.
Los plásticos de residuos electrónicos como los de la imagen incluyen pirorretardantes bromados, que pueden afectar al desarrollo y al crecimiento, además de otros daños renales, hepáticos y malformaciones congénitas. “Casi con toda seguridad esta persona desarrollará una obstrucción al flujo aéreo que puede asociarse a una hiperreactividad bronquial no específica, manifestándose como aumento de la disnea, sibilantes o tos”, considera María Abad, especialista en neumología de la unidad de enfermedades respiratorias del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, que matiza que los estudios sobre exposición en el aire ambiental se limitan a animales, que han descrito alteraciones a nivel endocrino y neurotoxicidad.
La escena es la consecuencia más silenciosa del descontrol de residuos electrónicos en España, a la cola de Europa en el reciclaje reglado. Las redes que captan lavadoras y frigoríficos para luego triturarlas, en ocasiones los derivan al extranjero, aunque la exportación parece menor que en otros países europeos dado que ya en España se distribuye la mercancía sin apenas controles y esta impunidad hace innecesario exportar la chatarra. Sin embargo, en los últimos años las Fuerzas de Seguridad han intervenido contenedores repletos de compresores de frigoríficos o monitores de televisores desde Vigo, Barcelona o Valencia con destino a países como Pakistán, Ghana o China.
Al margen de estos viajes en barco, la chatarra electrónica también viaja en furgonetas a través del Estrecho de Gibraltar hacia Marruecos. En la Costa del Sol operan bandas que recolectan estos electrodomésticos desde las tiendas, que descuidan el correcto reciclaje a cambio de un mínimo dinero. “Pasan cada dos por tres porque están muy interesados. Vienen y se lo llevan todo, incluidos los televisores con pantalla rota. Los coches van siempre cargados y pagan entre cinco y 10 euros por cada unidad. Ellos dicen que se los llevan para arreglarlos y aprovechar los materiales”, explica Antonio Leiva, gerente de una tienda en Benalmádena (Málaga).
Desde Carboneras (Almería), Marcos Rodríguez, es dueño de otra tienda y apunta otra razón fundamental por la que el reciclaje de residuos está lejos de la media europea: el millar de puntos limpios es insuficiente para los 8.200 municipios españoles. "Dejamos los electrodomésticos en la basura y se lo llevan los chatarreros. El punto limpio más cercano está a 130 kilómetros".
Cosima Dannoritzer, directora del documental La tragedia electrónica ha investigado estas fugas de residuos desde los sistemas europeos a países del Tercer Mundo durante tres años: “En España, tantos residuos electrónicos ya desaparecen dentro del mismo país, que no hay mucha necesidad de llenar un contenedor y exportarlo al Tercer Mundo para librarse de los aparatos de una manera barata e ilegal”.
Uno de los mayores vertederos de chatarra electrónica mundial está en Agbogbloshie (Ghana), donde se amontonan teclados de ordenadores europeos con la letra Ñ entre otros cientos de miles de aparatos electrónicos. "Es evidente que los residuos no están llegando a las plantas de España que invirtieron mucho dinero. Y a Ghana, en vez de ayuda al desarrollo, les mandamos chatarra que convierte los vertederos en zonas muertas gracias a los ordenadores usados españoles", critica Julio Barea, responsable de campañas de Greenpeace España.
Sobre el descontrol en España de la chatarra, el experto en reciclaje de la Universidad de Cádiz, Enrique Montero, responsable de la cátedra Relec, censura: “La Administración no se ha puesto seria a la hora de actuar. Se ha generado un estado de confusión. Los ladrones no se envenenan y no mueren porque el destrozo se hace al aire libre, al romper la televisión o el frigorífico es obviamente perjudicial para la salud”.
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