Hacer más con menos: cinco experiencias africanas para reinventar los programas de salud
Países como Togo, Madagascar, Ruanda o Benín han integrado programas sanitarios para mejorar la eficiencia y reducir costes


Cuando Kaloga Mamadou, dermatólogo y jefe del programa de úlcera de buruli de Costa de Marfil, recorre las zonas rurales de su país para detectar y atender a las personas afectadas por esta dolencia, que causa una bacteria y que puede provocar una grave discapacidad si no se trata, encuentra otras muchas afecciones de la piel. “Pero si solo llevo pruebas y remedios para la úlcera de buruli, porque es para lo único que tengo financiación, dejo otras muchas sin tratar”, lamentaba este doctor en una entrevista con EL PAÍS.
La frustración de Mamadou ejemplifica uno de los debates que atraviesan la salud global, el de cómo hacer más con menos, tras la caída abrupta de entre el 30% y el 40% en los fondos disponibles, como consecuencia del desplome de la financiación de la ayuda al desarrollo, según los cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero al mismo tiempo, ofrece una solución: en un contexto de reducción de fondos destinados a programas verticales, es decir, aquellos centrados en una enfermedad concreta como el VIH o la malaria, los ministerios de Salud del Sur Global han apostado por la integración de programas sanitarios para reducir costes y mejorar la eficiencia.
“Aunque un donante te pida enfocarte solo en una enfermedad, el trabajo en salud pública exige comprender el sistema donde intervienes”, explica en una entrevista por teléfono Iñigo Lasa, director general de Fundación Anesvad, una organización centrada en las enfermedades tropicales desatendidas de la piel. “Si una zona es endémica de lepra, pero también de escabiosis u otras afecciones, tiene más sentido organizar la intervención desde una perspectiva común de enfermedades de la piel, porque genera sinergias, abarata costes y fortalece el sistema público”, explica el experto, que recuerda que su ONG lleva trabajando en la integración de programas desde hace una década. Sin embargo, ahora, cree que la reducción global de fondos ha obligado a acelerar esta integración. “Ya no es posible mantener programas individuales para cada enfermedad. O eres más eficiente, o no puedes hacer el trabajo”, resume.
Aunque un donante te pida enfocarte solo en una enfermedad, el trabajo en salud pública exige comprender el sistema donde intervienesIñigo Lasa, director general de Fundación Anesvad
“Los países optimizan recursos, reducen duplicidades y ofrecen mejores servicios cuando alinean las intervenciones de estas dolencias con plataformas existentes como la atención primaria, los Días de Salud Infantil, los programas de nutrición o las campañas de inmunización”, coincide María Rebollo, líder del Programa Mundial de Eliminación de la Oncocercosis o ceguera de los ríos, durante una conversación con este diario.
En este contexto de transición, la OMS ha recopilado una serie de experiencias que muestran cómo distintos países están logrando avanzar hacia modelos más integrados de atención. Estos son cuatro ejemplos de países africanos que ilustran cómo la redistribución de recursos o la combinación de campañas pueden reforzar los sistemas sanitarios, incluso en escenarios de financiación menguante.
Togo: reorganizar estructuras para ahorrar
Uno de los casos ejemplares para la OMS es el de Togo, que desde 2018 ha ido integrando en un único programa todas las enfermedades tropicales desatendidas, incluidas las que afectan a la piel. El país decidió unificar equipos, supervisión, logística y sistemas de vigilancia para reducir la fragmentación que generaban los antiguos programas verticales. La reforma se completó con la creación de un órgano multisectorial que reúne a ministerios como Educación, Agua, Agricultura y otros actores clave, lo que ha permitido coordinar intervenciones y compartir recursos.
Esta reorganización no solo ha hecho el sistema más eficiente: Togo se ha convertido en el primer país africano en eliminar cuatro enfermedades tropicales desatendidas como problemas de salud pública —dracunculiasis, filariasis linfática, tripanosomiasis humana africana y tracoma— un logro que las autoridades, según el documento de la OMS, atribuyen, en buena parte, a la capacidad de trabajar de forma conjunta. Su experiencia demuestra, según la organización, “que la integración, cuando es real y sostenida, acelera resultados que antes parecían inalcanzables”.
Madagascar: filariasis y polio, dos campañas en una
Una de las experiencias más llamativas procede de un país que ha combinado dos intervenciones aparentemente dispares: el tratamiento masivo contra la filariasis linfática, una infección por gusanos que deforma los tejidos, y la vacunación contra la polio.
En lugar de organizar dos campañas separadas, las autoridades aprovecharon la infraestructura de la campaña de polio, más estable y conocida por la población, para incorporar la distribución de medicamentos antiparasitarios. Los resultados, según ha analizado la OMS, mostraron mejores coberturas del tratamiento de filariasis que en campañas independientes, y, además, “un ahorro superior a 1,4 millones de dólares [1,20 millones de euros]” durante las campañas iniciadas en octubre de 2023, gracias a la reducción de costes logísticos, de movilización comunitaria y de formación.
Ruanda: detectar distintas enfermedades con un solo equipo
Ruanda ha conseguido avanzar en la lucha contra las enfermedades tropicales desatendidas gracias a una estrategia sencilla pero eficaz: aprovechar mejor el personal y los recursos ya existentes. Los programas contra estas dolencias se han integrado dentro del Rwanda Biomedical Centre (RBC), concretamente en su División de Malaria, Enfermedades Tropicales Desatendidas y Otras Enfermedades Parasitarias. Esta integración ha permitido coordinar acciones y formar a especialistas capaces de trabajar a la vez con mosquitos que transmiten el paludismo, pero también con caracoles que provocan la esquistosomiasis, y moscas negras causantes de la oncocercosis.
El mayor impulso llegó cuando el país incorporó la administración masiva de medicamentos preventivos —pastillas que se dan a la población para evitar infecciones por lombrices intestinales y esquistosomiasis— dentro de la Semana de Salud Materno-Infantil. “Gracias a ello, Ruanda ha logrado mantener coberturas de tratamiento superiores al 90% y llegar a todo el territorio nacional”, señala la OMS, que además destaca que el país ha logrado financiar el programa con “fondos nacionales”.
Paralelamente, Ruanda impulsa la digitalización del sistema comunitario de salud con un programa piloto que dotará de teléfonos inteligentes a todos los agentes comunitarios para integrar la desparasitación en su trabajo habitual y abaratar costes. El país también ha puesto en marcha un enfoque conjunto para las enfermedades de la piel, formando a 74 profesionales sanitarios y 401 agentes comunitarios, que en una semana lograron examinar 1.055 casos y detectar afecciones como lepra, escabiosis o podoconiosis.
Benín: campañas de tratamiento masivo
En Benín, las autoridades sanitarias aprovecharon los denominados Child Health Days (Días de la salud infantil) como plataforma para integrar las campañas de tratamiento masivo contra las enfermedades tropicales desatendidas. En lugar de tratar cada enfermedad de forma aislada, se administraron medicamentos antiparasitarios (para, por ejemplo, la filariasis linfática y otras dolencias olvidadas) junto a otros servicios de salud comunitarios, como la vacunación, el cribado de enfermedades intestinales o la distribución de micronutrientes para niños pequeños.
El resultado, según la OMS, fue una mejora significativa en las coberturas de tratamiento —especialmente para enfermedades como esquistosomiasis, helmintiasis y oncocercosis— y una mayor sostenibilidad del programa, al reducir duplicidades operativas y costes vinculados a logística y la movilización del personal.
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