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Nadia Calviño

Esta mujer segura de sí misma trabaja por el bien de la economía europea y sus valores democráticos. Tiene, además, tiempo para leer, ir al teatro y disfrutar del mar

Quien lea Dos mil días en el Gobierno (Plaza & Janés, 2025), comprobará que Nadia Calviño es una mujer segura de sí misma. Podrá comprender también por qué la economía de una sociedad como la española, sometida a las mareas de la crispación política, ofrece datos envidiables en un contexto complicado. Su experiencia en las instituciones económicas de España y Europa le permitió negociar y responder a situaciones difíciles buscando eficacia en el corto plazo, pero sin abandonar los rumbos deseados para el futuro de nuestra sociedad. El valor de una apuesta europea, la incorporación de los avances digitales y la dimensión humana de la economía, definieron la forma en la que el Gobierno de Pedro Sánchez ha navegado por los mercados financieros, las crisis, la pandemia y la dignificación del empleo, los salarios y las pensiones. Ahí están los resultados.

En la experiencia de Nadia Calviño, estar segura de sí misma supone tres hechos que aparecen a lo largo del libro. En primer lugar, el respeto por las personas que conocen bien su ámbito de responsabilidad, algo que le ha servido para trabajar en equipo con buenos profesionales. En segundo lugar, la necesidad de dejar las cosas claras en una realidad marcada por las demagogias desinformativas y por una comunicación reaccionaria al servicio de intereses mezquinos que ocultan la verdad o titulan el día a día de forma tan llamativa como manipuladora. Y en tercer lugar, su conciencia feminista, su deseo de hacerse visible como mujer en una sociedad machista que identifica el poder con la virilidad y sólo se siente cómoda cuando consigue equiparar lo femenino con las debilidades.

Esta mujer segura de sí misma trabaja por el bien de la economía europea y sus valores democráticos. Tiene, además, tiempo para leer, ver obras de teatro, asistir a conciertos y disfrutar del mar en la Bahía de Cádiz. Yo he tenido la suerte de hacerme su amigo.

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