La peligrosa regresión anticientífica de Trump
La irresponsable difusión de bulos por parte del presidente de EE UU y de su Gobierno pone en riesgo la salud pública


El asalto contra la verdad científica desde el Gobierno de Estados Unidos dio este lunes un nuevo paso con la propagación de un bulo por boca del propio presidente, Donald Trump. Para arropar a su secretario de Salud, el conspiracionista antivacunas Robert Kennedy Jr., Trump utilizó el púlpito de la presidencia para decir que tomar paracetamol durante el embarazo causa autismo en los niños. Este despropósito sin ningún respaldo científico es ahora la política oficial de la Administración federal. Es un triunfo del conspiracionismo anticientífico que lejos de ayudar a nadie abre el camino para la confusión y siembra una irresponsable semilla de desconfianza hacia la ciencia médica que pondrá a ciudadanos en peligro. Es importante que esta regresión, promocionada desde la cúpula del poder, no se normalice.
La relación causal del acetaminofeno (paracetamol) con el autismo es una sospecha conspirativa que parte de un estudio menor que nunca ha sido corroborado por investigaciones, que va en contra de todo el consenso científico y cuya interpretación trumpista ha sido desmentida por la Agencia Europea del Medicamento y la OMS. Por supuesto, para los aficionados a la conspiración esta no es una prueba de la debilidad de su teoría, sino una prueba de que los gobiernos de todo el mundo, la élite científica y las grandes farmacéuticas están concertados para engañar a los ciudadanos y poner en riesgo la salud pública. Como en tantas otras cosas, Trump ha convertido un infundio de internet en discurso formal de la Casa Blanca.
Donald Trump dejó muy claro hace tiempo que el nombramiento de Robert Kennedy Jr. como secretario de Salud no tenía nada que ver con su cualificación para el puesto, sino que era una forma de pagarle su apoyo electoral. Kennedy fue confirmado por el Senado porque convenció a los republicanos de que respetaría el consenso sobre las vacunas, cosa que ha incumplido desde el primer día. En este tiempo ha despedido a los científicos que formaban el comité de vacunas de los Centros de Control de Enfermedades (CDC) para nombrar a otros que, bajo su dictado, han revertido la recomendación de la vacuna cuádruple vírica (varicela, paperas, sarampión y rubeola). Los ciudadanos estadounidenses, y todos los órganos científicos que tienen a los CDC como referencia mundial en prevención de enfermedades, ya no pueden estar seguros de que las recomendaciones de EE UU estén basadas en la verdad científica en vez de servir al capricho de un ministro que decide por su cuenta lo que es bueno y luego busca quien le dé la razón.
La alarma por esta manera de operar en el Departamento de Salud se extiende por EE UU. Kennedy fue asediado a preguntas por demócratas y republicanos la semana pasada en el Congreso. Su papel es cada vez más cuestionado en los círculos cercanos a Trump. Sin embargo, la actuación del lunes fue un espaldarazo en toda regla. “No tomen Tylenol [el nombre comercial del paracetamol en EE UU]”, advirtió nada menos que el presidente en persona a las mujeres embarazadas desde la Casa Blanca. El episodio recordó a la rueda de prensa en la que recomendó tomar desinfectante para combatir la covid-19 mientras en su propio país se desarrollaba la vacuna que frenó la pandemia. Esa es la esperanza en este momento siniestro. Que la ciencia haga oídos sordos y siga su camino, que la realidad, en algún momento, ponga en evidencia la mentira y la irresponsabilidad. La pregunta es cuántas víctimas dejará por el camino la desinformación hasta que eso ocurra.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.