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La vida distraída de Ábalos

Hay pocos adjetivos más reprobables moralmente que “desordenado”: a ojos de las buenas familias un hombre desordenado es peor que un hombre criminal

Carolina Perles, exmujer de José Luis Ábalos durante una entrevista en un canal de televisión.
Manuel Jabois

Vista la entrevista a Carolina Perles, exmujer de José Luis Ábalos, en Telecinco. Visto también el tráiler de la entrevista, el anzuelo, en el que se eligió destacar una declaración picarona: la ex de Ábalos se encontró una vez pastillas azules que ella pensaba que eran para la tensión, y efectivamente lo eran. Hay más: el exministro tenia carpetas pornográficas de chicas, e incluso una hija suya llegó a verlas (¿alguien sabe por qué los hijos entran en las carpetas privadas de los ordenadores de sus padres?, ¿se titulaba “porno amantes?”). He aquí, por otro lado, una grave responsabilidad política: haber defendido la abolición de la prostitución con una mano mientras con la otra estudiaba el tráfico para encontrarse con chicas.

Pero, sobre todo, Ábalos llevaba una vida “desordenada”. Hay pocos adjetivos más reprobables que “desordenado”: a menudo, a ojos de las buenas familias un hombre desordenado es peor que un hombre criminal. Hasta el delito exige un cierto orden. ¿Pero los vicios? Los vicios no soportan el escrutinio de la gente con TOC ético. Hay gente, en fin, que prefiere que le roben el dinero a que le roben la capacidad de ofenderse por morales distraídas; por lo primero protestan con la boca pequeña, acaso porque ellos también lo harían; lo segundo, sin embargo, ya lo hicieron. Es diferente. Levanta más escándalo. “Aún nos van a pillar a todos”.

Uno entiende, si bien no comparte, las ganas de destrucción. Pero no deja de ser gracioso que a un exministro del Gobierno y exnúmero 2 del PSOE acusado de tremendos casos de corrupción con dinero público se le saque en la televisión a una ex, con la carga simbólica que eso tiene, para airear vergüenzas de alcoba que no tienen que ver con la ley sino con la religión: el escandalito, la vergüenza, la culpa, el pecado. Que si folla, si se empastilla para follar (qué risas, ¿quién hace eso hoy en día?), que si bebe, que si duerme a deshoras y no madruga. Seguro que ni desayuna. Desordenado, en fin. Pudiendo ser, según los indicios, un corrupto digno de cárcel, hay inquisidores que prefieren abrasarlo por amoral, convirtiéndolo en un Lord Byron por obra y gracia de una ex despechada a la que pagaron para olvidar los favores que obtuvo sin preguntar de dónde venían. Y que, cuando terminaron, llamó a donde se llama cuando el amor y la dignidad se extinguen.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.
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