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columna
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Que sigan tomando el sol las bestias

Deshumanizados los inmigrantes en los discursos de extrema derecha, en radios y televisiones y periódicos que les siguen el juego, esos bañistas no dudaron en saltar a proteger a gente vulnerable: su gente

Una bañista en la playa del Águila, en Gran Canaria, ayuda a una inmigrante que llegó en una patera, en 2019.
Manuel Jabois

El domingo 3 de agosto una embarcación llena de inmigrantes embarrancó en Castell de Ferro, en Granada. La playa estaba llena y algunos bañistas, pocos pero ruidosos miserables, saltaron para atraparlos hasta que llegase la Guardia Civil. Dos semanas antes en playa del Rosario, en Marbella —pero esto no salió en los periódicos—varios vendedores de abalorios, camisetas de fútbol, bolsos y relojes (todo falsificado) paseaban por la playa y las terrazas de los chiringuitos, como siempre, cuando entraron agentes de la Policía Local de Marbella subidos a quads para identificar a los ilegales. No entraron embarcaciones sino policías, pero la gente reaccionó igual: se fueron a por los inmigrantes. Para esconderlos. Una pareja de belgas que comía en un restaurante sentó a una chica negra en la mesa y su mercancía se la dio al bar para agacharla; algunos vecinos corrieron a llevar a otros vendedores a su casa; varios bañistas se apresuraron a sentar con ellos a un vendedor como si fuese de su grupo y esconder las camisetas de fútbol debajo de las toallas. Ya saben las perjudicadas: Louis Vuitton, Chanel, Adidas, Nike; seguro que mañana encuentran cómo reinventarse. Pero pongamos el foco en la gente anónima a la que nada se le ha perdido y se pone en marcha. Gente que se ha rozado con los vendedores semanas o años, hasta conocerlos y, por tanto, saber de sus vidas y preocuparse por ellas. Deshumanizados los inmigrantes en los discursos de extrema derecha, en radios y televisiones y periódicos que les siguen el juego, esos bañistas (de cualquier ideología: la humanidad siempre es superior a cualquier discurso de odio) no dudaron en saltar a proteger a gente vulnerable: su gente. Es importante siempre el primero que hace algo, y lo que haga. Cuando supe lo de Castell de Ferro, pensé lo mismo: si el primero que se levantase lo hiciese para ayudar al débil, quizá se hubieran levantado los otros, los que se quedaron sentados cuando se levantaron las bestias. De eso también va esto: de hacerlo antes, de que te vean primero.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.
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