Las malas compañías
El protagonismo de Vox hace sin duda daño a la democracia, pero a corto plazo sirve para evidenciar los pliegues del PP

La vida es una paradoja, un conflicto de intereses a corto, medio y largo plazo. Cada vez que leo una noticia sobre la barbarie de la extrema derecha tengo que darme en la mano para no aplaudir. Aquí imponen una censura, allí justifican la violencia machista, más allá denigran a un homosexual y en cualquier sitio manchan la memoria de una víctima del fascismo. Su corazón patriótico no les impide viajar por el mundo hablando mal de España, como si vivieran todavía en la Europa que alquilaba a los Cien mil hijos de San Luis para imponer el absolutismo y acabar con los liberales y la Constitución de 1812. No hay duda, a medio plazo esto provoca un daño grave a nuestra democracia. ¿Pero a corto plazo? Tengo la sensación de que la complicidad de la derecha española con la extrema derecha impidió al PP ganar las pasadas elecciones generales.
Hay que hacer un ejercicio de honor democrático para no preocuparse por el paulatino descenso de Vox en las encuestas. Su protagonismo hace sin duda daño a la democracia, pero a corto plazo sirve para evidenciar los pliegues del PP, sus tentaciones, y permite que el votante moderado prefiera una coalición dispuesta a defender los derechos sociales frente a la barbarie neoliberal de las grandes fortunas. Confieso que, en un primer momento, yo me alegro cada vez que leo en las redes sociales una barbaridad contra el Gobierno firmada por seudónimos ridículos. Tengo que hacer un ejercicio de conciencia para recordar el daño que hacen a la democracia los discursos de odio y el populismo nacionalista que quiere llenar España de enemigos, miedos y venganzas irracionales. Aunque sea un beneficio electoral a corto plazo, la extrema derecha es una mala compañía. Hay que vencer la tentación de cuidarla, mimarla y animarla. Así que pido perdón por este artículo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Más información
Archivado En
Últimas noticias
Discurso a la nación: Trump exagera sus logros económicos y se olvida de Venezuela
Vicky Colbert, socióloga: “Si los niños son diferentes, la escuela tiene que adaptarse a ellos, y no al revés”
‘Arancel’, la palabra del año para la FundéuRAE no habla solo de lengua, también de poder (y economía)
Claves de una cumbre que decide el futuro de Ucrania y Europa: ¿por qué es tan importante?
Lo más visto
- La población de pumas de la Patagonia se dispara gracias a una presa inesperada: los pingüinos
- El Supremo ordena al ex fiscal general el pago de la multa y la indemnización a la pareja de Ayuso que le impuso al condenarle
- El Gobierno de Mazón pagó 107 millones de euros más a Ribera Salud al aumentar su aportación por ciudadano
- Víctor Manuel, músico: “El capital tiene que rectificar, nunca pensé que fueran a ser tan voraces”
- Carlos Alcaraz y Ferrero rompen tras siete años: “Llegan tiempos de cambio para los dos”






























































