Progres
No existe progreso en apoyar un Gobierno de izquierdas sostenido por los separatistas, ni en repetir hasta el hartazgo en los medios la letanía contra la derecha, ni en esgrimir desvergonzadamente un “no a la OTAN” para vender el sí a Putin


La universidad hoy es muy distinta de aquella en la que yo estudié, hace casi sesenta años. Entonces algunos de nosotros dedicábamos más tiempo a la agitación contra la dictadura que al aprendizaje científico. Pocos, desde luego: el bulo de que todos los jóvenes y la mayoría de los adultos fueron antifranquistas es una historieta autoexculpatoria que hacen correr los que no movieron un dedo contra el régimen y ahora van tendiendo el cazo de las indulgencias para que les alcance la beatificación sobrevenida. Actualmente, la universidad está menos politizada porque los estudiantes tienen otros foros donde debatir y exponer reivindicaciones sin tener que desafiar a las fuerzas de orden público. De modo que en la universidad ya no hay progres. O sí, miren ustedes. Cuando leí la noticia del último ataque sufrido en la Pompeu Fabra por los jóvenes de S’ha Acabat y vi al pequeño grupo acosado por indecentes matones entre los que no faltaban profesores y profesoras, seamos inclusivos al hablar de miserables, recordé nuestros tiempos progres en la universidad franquista. Ellos son los progres de hoy, hostigados por los cipayos de la dictadura necionalista. Con la misma edad que nosotros cuando corríamos delante de los grises, pero quizá más aislados socialmente y, por tanto, con más mérito.
Seamos claros: en un país democrático como España no hay mayor progresismo que el de quienes luchan contra los que pretenden descuartizarlo. No hay progreso en apoyar un gobierno de izquierdas sostenido por los separatistas, ni en repetir hasta el hartazgo en los medios la letanía contra la derecha, ni en esgrimir desvergonzadamente un “no a la OTAN” para vender el sí a Putin. No hay más progres que los que se enfrentan al separatismo: los demás son becarios de la xenofobia.
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