El conejo Omiltemi ‘desaparecido’ que regresa a ojos de los investigadores más de un siglo después
Los científicos solo habían identificado cinco de estos ejemplares desde los 90, de cola corta y oscura y orejas pequeñas. Le perdieron el rastro, pero en los últimos años, fundaciones y autoridades estatales han vuelto a poner el interés en el animal

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En una de las frondosas zonas de la Sierra Madre del Sur, en el Estado mexicano de Guerrero, Stephen John Davies ve cómo un pequeño conejo comienza a dar saltos frente a él. El animal se detiene unos momentos; y el turista galés saca su cámara y toma la foto. Es julio de 2009, pero el muchacho no subirá aquella instantánea a internet hasta 2019. Pronto desatará las emociones en iNaturalistMx, un portal para observadores de especies e investigadores de la zona. Aquel animal que había retratado era un conejo Omiltemi (Sylvilagus insonus), una especie que los científicos creían perdida y a la que habían visto muy poco en los últimos 120 años. Desde 2018, fundaciones internacionales y autoridades del Estado de Guerrero han vuelto a retomar el interés por la especie.
El conejo Omiltemi, ese pequeño mamífero de poco más de 40 centímetros, pelo áspero, rojizo, orejas cortas y cola pequeña y negra –al contrario de otros conejos, sin esa “colita de algodón” blanca–, era foco de investigación por parte de Consuelo Lorenzo, Alberto Almazán y Rodolfo Rodríguez, involucrados en un proyecto iniciado en 2018 que busca monitorear e incidir en el conocimiento de la especie.
Ha pasado más de un siglo desde que el naturalista estadounidense Edward William Nelson publicara sus primeras descripciones del conejo en 1904. Entonces, lo ubicó en el Parque Ecológico Estatal Omiltemi, a una hora de Chilpancingo, Guerrero, un hábitat alto, a más de 2.000 metros, donde predomina la niebla en los días fríos y la frondosidad de los pinos y encinas. En 1998, los biólogos solo habían observado cinco ejemplares y había pocos registros de las actividades de la especie.

Entre sus depredadores, además de los humanos, están los jaguarundis, o jajus, felinos de entre 43 y 63 centímetros, también en peligro de extinción; los ocelotes, tigrillos, pumas y zorros. La caza no es la única actividad que afecta su desarrollo, también la tala, sobre todo la clandestina, y las actividades ganaderas, así como los incendios. La dificultad actual para realizar las investigaciones o tomar fotos y videos pasa por el complejo acceso a las montañas en las que viven, ocupadas por grupos del crimen organizado.
En 2018, la especie despertó el interés de la organización estadounidense Rewild (presidida por el actor Leonardo DiCaprio), al tratarse de una de las catalogadas como “perdidas” durante más tiempo en sus archivos. Pronto formaron un pequeño equipo, liderado por Lorenzo, del Colegio de la Frontera Sur, Almazán, del Instituto para el Manejo y Conservación de la Biodiversidad (Inmacob), y Rodríguez, fotógrafo de naturaleza. “Empezamos a indagar, a buscar información sobre el conejo, en redes sociales, en un montón de lugares. Y nos llevamos la sorpresa hasta el 2019, que subieron una foto a la plataforma naturalista. Una muy buena foto”, cuenta a este diario Almazán, en referencia a aquella instantánea del turista galés.

Pero aquella imagen no cambiaba la información que se tenía hasta el momento, ya que la debían verificar con el ejemplar en mano. “Fuimos al lugar donde se había descrito por primera vez [en la Sierra Madre]. Por cuestiones de seguridad, no nos dejaban llegar, entonces hicimos solo un monitoreo en la parte baja. No encontramos al conejo, pero en las entrevistas que hicimos [a los pobladores de la zona] hay indicios de que la gente sí lo ubicaba y distinguía a los dos conejos” del territorio, explica el investigador del Inmacob.
Hace poco más de un mes, la Secretaría de Medio Ambiente de Guerrero publicó un video en el que se veía a un ejemplar dando saltitos. “Reaparece el conejo de Omiltemi”, decía el texto que acompañaba a las imágenes. Pero, en realidad, el conejo nunca había desaparecido. Era parte del paisaje cotidiano y de la dieta de los habitantes de la zona. Lo que se había perdido era su rastro científico. “Siempre ha existido, lo que ha faltado son especialistas”, asegura Almazán. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que en 2018 había incluido al conejo en su lista de especies amenazadas, pronto le cambió la clasificación a su categoría de “datos insuficientes”. También está en el listado de Peligro de Extinción de la Secretaría de Medio Ambiente federal (Sermanat). “Hay gente que llegó a hablar de que era mítico, que realmente nunca existió”, dice el especialista en mamíferos.

Las investigaciones han derivado en estudios de maestría y planificación de indagaciones más profundas. Almazán explica que se encuentran en una fase de refinanciación para lograr cámaras trampa. Las investigaciones para hacer el conteo poblacional de la especie serán publicadas en el futuro, asegura. Y ese sería el culmen de un trabajo científico que también consistió en compartir con los habitantes de la zona la necesidad de proteger a este animal, así como invitar a la población en general a reconocer la importancia de esta criatura y su conservación.
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