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Belén Colomina, psicóloga sanitaria: “El ‘bullying’ no es cosa de niños, sino que es un problema de toda la sociedad”

La psicoterapeuta y autora de cuatro libros reflexiona sobre el creciente aumento de problemas de salud mental en los jóvenes y sobre cómo parece que no necesitan a nadie, pero es cuando más precisan de acompañamiento. También asegura que la mayoría pasa una media de tres horas al día expuestos a las redes

La psicoterapeuta Belén Colomina explica que el acoso escolar es cualquier comportamiento reiterado en el tiempo que implica intencionalidad de hacer daño.
Alejandra Melús

La salud mental de los menores es un tema que cada vez preocupa más a nuestra sociedad. Los datos hablan por sí solos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 10% y el 20% de los adolescentes experimenta problemas de salud mental y la mitad de todas las enfermedades psíquicas comienzan antes de los 14 años. Los psicólogos especializados en infancia y adolescencia advierten de los temas que más abordan en sus consultas actualmente: “En consulta, lo que más tenemos es ansiedad, síntomas depresivos y cada vez más casos de bullying, y cada año en etapas más tempranas”, cuenta Belén Colomina (Alicante, 47 años), psicóloga sanitaria, psicoterapeuta y codirectora del centro Elephant Plena en Valencia, un centro de psicología y ciencias contemplativas. Colomina lleva más de 20 años trabajando con menores en riesgo de exclusión social y situación de vulnerabilidad en asociaciones como Psicoemergencias, un grupo de intervención en emergencias y catástrofes del Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad Valenciana. Además, se dedica a la divulgación y es autora de cuatro títulos relacionados con su profesión; su último libro fue El poder sanador del silencio (Grijalbo, 2023).

Colomina destaca que existe mucha información sobre la educación y el acompañamiento en la infancia y muy poca sobre la preadolescencia y adolescencia: “Es una etapa muy desafiante para muchos jóvenes, y para las familias; ellos muchas veces se sienten solos ante todos estos cambios. Estos son físicos, psíquicos y relacionales y servirán de base de las primeras experiencias, generando un mapa interno, funcional o disfuncional que, para muchos jóvenes expuestos a situaciones complejas, resulta ser de absoluto caos, soledad y frustración”. “Parece ser una etapa donde no nos necesitan, pero es cuando más precisan de acompañamiento, amor y respeto”, incide.

PREGUNTA. ¿Qué casos son los más habituales, en cuanto a salud mental se refiere, en los niños y jóvenes actualmente?

R. El bullying y ciberbullying están impactando mucho en la salud mental. Son una problemática que no solo afecta a las víctimas, sino a toda la sociedad. La violencia no puede validarse como una forma de relación y menos desde edades tan tempranas. Las formas más comunes son insultar, agredir físicamente, faltar al respeto, coaccionar, intimidar, ser cruel con el otro, poner motes, excluir o aislar socialmente, hablar mal del otro para modificar la visión de los demás y estimular su maltrato. Además, en el ciberbullying o ciberacoso, al ser a través de las redes sociales o aplicaciones de mensajes, se invade espacios íntimos. Ya no queda relegado al colegio y a su entorno, sino que entra en cualquier momento a su intimidad, a su hogar, a su lugar seguro.

P. ¿Qué es el bullying y de qué manera lo podemos encontrar en los jóvenes?

R. El bullying o acoso escolar es cualquier comportamiento reiterado en el tiempo que implica intencionalidad de hacer daño e incluye uno o más tipos de abusos. Estos pueden ser maltrato verbal, psicológico, físico o social de un menor hacia otro en el ámbito escolar. Hay patrones más complejos de detectar que otros, pero todos ellos causan un daño devastador en la víctima. Además, no solo se habla de agresor y víctima, sino también de todos los jóvenes o niños que forman parte del tercer vector del bullying: el público o los espectadores, que pueden ser víctimas o agresores secundarios. En ocasiones, por miedo a ser ellos los acosados, deciden callar o, por lo contrario, unirse al agresor, como una forma de defensa en la que se silencia la violencia. Normalizar y dejar que ocurran estas conductas es grave para su desarrollo psíquico, emocional y relacional. La educación en valores es fundamental para trabajar aspectos como la resolución de problemas, la tolerancia a la frustración, la asertividad, la empatía o la cooperación, entre otros. De ahí la importancia de una buena formación para detectarlo y una buena educación para prevenirlo.

P. ¿De qué modo se debe abordar?

R. El abordaje del bullying requiere una intervención interdisciplinaria. Habría que implementar programas educativos de prevención desde la infancia; incorporar más psicólogos y trabajadores sociales en las escuelas; fortalecer la legislación y la denuncia efectiva de casos y promover una cultura de empatía y respeto en todos los entornos juveniles, tanto físicos como digitales, y educar en el uso de la tecnología. Hay que ser consciente de que el bullying no es cosa de niños, sino que es un problema de toda la sociedad y que todos debemos colaborar para su erradicación.

P. ¿Cómo están afectando las redes sociales a los niños y adolescentes a la hora de relacionarse entre sí y potenciar su autoestima?

R. La mayoría de los jóvenes pasan una media de tres horas al día expuestos a las redes sociales, y muchos de los que llegan a consulta, incluso 8-9 horas diarias. La adicción a edades tan temprana afecta al desarrollo del cerebro, al contacto genuino con sus emociones, a sus relaciones, autoestima, atención y concentración, entre otros, creando problemas de salud mental. Se observa cómo aumentan aspectos como la ansiedad, la impulsividad y la reactividad, mientras disminuyen la tolerancia a la frustración y al aburrimiento. Hay que tener presente que el móvil no es un juego con el que poder conectarse libremente al mundo virtual. No puede establecerse como un modelo de relación con los iguales, sino que hay que educar para su buen uso. Las redes invitan a idealizar muchas de las imágenes que ven y tienden a querer obtener esa vida, ese cuerpo, esas relaciones. Una comparación muy peligrosa para la autoestima de un niño o adolescente que está en un momento de desarrollo y crecimiento a todos los niveles. Además, sienten mucha ansiedad al tener la percepción de que si no se conectan “se están perdiendo algo”, experimentando la sensación de que deben estar continuamente conectados y exponiendo sus vidas. Es importante que aterricen sus ideas y se centren en el bienestar interno, acercándose a una visión más real de la vida, poniéndose metas y enfocándose en sus valores y el esfuerzo para conseguirlos.

Síntomas de los niños y adolescentes que padecen acoso escolar

El sufrimiento psicológico que provoca el acoso escolar en sus víctimas influye en múltiples facetas de su vida y de su desarrollo pisco-afectivo y social. Existen varios síntomas, según señala la psicoterapeuta Belén Colomina: 

  • Síntomas depresivos.
  • Ansiedad, frustración, impotencia, miedo, desconfianza.
  • Dificultad para establecer relaciones sociales sanas o aislamiento social. Les cuesta confiar, poner límites o tienden a complacer todo el tiempo para no volver a sentirse excluidos.
  • Baja autoestima y autoconcepto, tienden a infravalorarse y llegan a creer realmente que son peores que los demás.
  • Disminución de la atención, concentración y rendimiento escolar.
  • Alteraciones o trastornos de alimentación.
  • Somatizaciones, dolencias físicas sin una causa médica aparente, principalmente vómitos y dolor abdominal o de cabeza.
  • Trastornos del sueño, insomnio, pesadillas, despertares frecuentes.
  • Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), reacción psicológica muy intensa a una situación altamente estresante y traumática.

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Sobre la firma

Alejandra Melús
Experta en inteligencia emocional. Especialista en atención temprana y primera infancia. Maestra de educación especial. Autora de 'Incondicional', un cuento sobre el vínculo de apego seguro entre padres, madres e hijos. Divulgadora de educación en medios, charlas y conferencias. Colabora con la sección de EL PAÍS Mamás & Papás.
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