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El Louvre arranca este lunes una huelga con las puertas cerradas al público

Los empleados de la pinacoteca están reunidos para decidir los términos de los paros que se realizarán en protesta por la degradación y falta de personal del museo

El museo del Louvre no ha abierto hoy sus puertas. Después de semanas de protestas y negociaciones, tras una votación apoyada por unanimidad en una asamblea de los trabajadores realizada a primera hora, la pinacoteca permanecerá cerrada este lunes. Una situación insólita que cogió desprevenidos a muchos visitantes. Algunos preguntaban desconcertados a los empleados de una compañía de seguridad privada, que hacían gestos y se los sacaban de encima. Otros era más elocuentes. “Sí, está cerrado. ¿Por qué? Ya sabe, esto es Francia”, respondía una señora con walkie talkie al pie de la pirámide de cristal por donde cada día entran unos 40.000 visitantes a la pinacoteca más importante del mundo, hoy sumida en un proceso de degradación que ha llevado a sus empleados a convocar una huelga.

A las 9.30 todavía no se sabía si el museo abriría este lunes. Los sindicatos habían convocado una “huelga revisable” contra unas “condiciones de trabajo cada vez más degradadas” y el deterioro de la atención al público en el museo. Hacia las 10 de la mañana ha quedado claro ya que el Louvre no abrirá hoy sus puertas, por falta de personal suficiente. “Nos preparamos el lunes para una movilización potente. Tendremos muchos más huelguistas de lo habitual”, señaló a la Agencia France-Presse (AFP) Christian Galani, de la CGT, sindicato mayoritario en el Louvre, que denuncia, al igual que las demás organizaciones profesionales, problemas de falta de personal.

“La movilización no se terminará aquí si no tenemos respuestas claras y a la altura del desafío”, advierte Elise Muller, vigilante de sala y miembro del sindicato SUD Culture. “Estamos muy determinados a seguir. Sufrimos dentro del museo, no podemos hacer nuestra actividad como debería ser. Y si hay que gritarlo al mundo entero, es lo que haremos. Veremos si el miércoles abrimos, será la asamblea quien lo decida. No queremos arruinar las vacaciones de Navidad, pero dependerá de la situación”, insistía a las puertas del museo.

El museo francés ha entrado en una complicada espiral de tensiones, degradación y problemas de seguridad que encontró su punto más bajo el pasado 19 de octubre, cuando cuatro individuos se introdujeron a través de un balcón en la galería Apolo y se llevaron joyas del periodo napoleónico valoradas en 88 millones de euros. La sustracción, el robo del siglo para muchos, se produjo a plena luz del día, utilizando una suerte de montacargas con una grúa aparcada en una de las avenidas más transitadas de París. Los fallos de seguridad fueron calamitosos y las explicaciones posteriores de la directora del museo Laurence des Cars, y de la ministra de Cultura, Rachida Dati, aumentaron la sensación de caos.

El Tribunal de Cuentas ha ido publicando desde entonces informes que cuestionan la gestión del museo en los últimos años. El primero fue elaborado antes de que se produjera el asalto, abarca el periodo de 2018 a 2024 y criticaba que, durante todos esos años, la dirección del museo priorizó la adquisición de obras a la seguridad o mejora de las instalaciones. Se compraron 2.754 piezas en ocho años. Pero no se hizo nada con los problemas de personal o videovigilancia de las salas, a todas las luces insuficientes.

Al robo del siglo se sumó el cierre de una de las salas más emblemáticas por riesgo de hundimiento y la inundación de la biblioteca de Antigüedades Egipcias, que dañó 400 obras.

El lunes, muchos de los visitantes ignoraban todos estos detalles y se presentaron a la entrada del museo con sus billetes. “Nos han dicho que es probable que no abran y que nos devolverían el dinero”, explica Lucía, una española que enfilaba ya la salida del recinto para dirigirse a la catedral de Notre Dame. “A ver si ahí nos dejan entrar”.

La huelga amenaza con generar un problema todavía mayor si se alarga a las fechas navideñas. La ministra de Cultura trató de impedirlo la semana pasada y se reunió con los sindicatos con el compromiso de no aplicar el recorte de 5,7 millones de euros en la financiación pública del Louvre previsto en el proyecto de ley de presupuestos de 2026. Pero, de momento, no ha habido respuesta de los trabajadores.

El presidente de la República, Emmanuel Macron, anunció hace un año una gran reforma en el museo para paliar sus deficiencias y mejorar los accesos. La directora del Louvre, Laurence des Cars, la primera mujer en gobernar esta institución en 230 años, había enviado una explosiva carta a la ministra de Cultura, Rachida Dati, denunciando un panorama de extrema decadencia: goteras, mala conservación de las obras de arte, deterioro de un edificio “vetusto” y, sobre todo, una experiencia insatisfactoria para los visitantes. La carta fue premonitoria de todo lo que iba a ocurrir en los siguientes meses, pero la reforma no está claro todavía ni cómo se va a financiar.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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