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El inesperado nieto del nazi Himmler en la Costa del Sol

Henrik Lenkeit, pastor y ‘coach’ residente en España, descubrió hace un año que su abuela fue la amante del jefe de las SS en la Alemania de Hitler. Esa revelación ha cambiado su vida

Henrik Lenkeit nieto de Himmler
Marc Bassets

Henrik Lenkeit, pastor cristiano y coach de parejas afincado en la Costa del Sol española, se despertó un día del verano de 2024 con las típicas preocupaciones de cada día y con su vida de siempre, más o menos previsible. En unas horas todo cambió y él pasó a ser otro. Lo cuenta un año después, en un buen español, este alemán casado con una mexicana y padre de tres hijos.

“Me sentía como una olla exprés”, recuerda. “Mis hijos nunca me habían visto así. No era yo mismo”.

Lenkeit explica que, a sus 47 años, acababa de descubrir, “por casualidad” y con espanto, que su abuela materna, Hedwig Potthast, nacida en 1912 y fallecida en 1994, había sido la amante de Heinrich Himmler, jefe de las SS (la organización paramilitar nazi) y la Gestapo, y uno de los organizadores del asesinato de seis millones de judíos en la Alemania de Adolf Hitler. Que ambos habían tenido un niño, Helge, y una niña, Nanette Dorothea, durante la II Guerra Mundial. Que la niña era su madre. Que él, por tanto, era el nieto de Himmler, el asesino de masas y jefe nazi.

“Yo tenía que asimilar todo esto”, dice por teléfono desde Benalmádena (Málaga), donde se instaló hace siete años después de haber vivido en México. “Cuando 47 años de tu vida son una mentira, gran parte de tu identidad muere. Entré en un proceso de luto”.

Era el 20 de agosto de 2024, aquel día por la tarde a Lenkeit no le apetecía leer la Biblia y en la tele no ponían fútbol. Se puso a mirar un documental sobre Himmler. Picado por la curiosidad, buscó más detalles en internet.

“Y veo que Himmler tenía una amante”, relata. “Y veo su foto y me digo: ‘Se parece bastante a mi abuela’. Comparo con el álbum familiar, y sí: es ella. Su nombre es Hedwig: el de mi abuela. Su apellido, Potthast. No era el apellido que ella llevaba, pero caí en que era el de mi tía abuela. Después vi que, con este supernazi, tuvo dos hijos, y veo los nombres de los hijos, que son los de mi tío y mi madre. Otro choque. Si mi madre era hija de este, entonces yo soy… ¿Se imagina? Esto tarda en procesarse”.

Fue un terremoto íntimo. Ahora prepara un libro y charlas sobre la experiencia, que le impulsa aún más a aplicar el principio cristiano de ayudar al prójimo y a los inmigrantes. “Una misión” y “una obligación”, dice.

Para despejar las dudas sobre su origen tras el descubrimiento, Henrik Lenkeit contactó con la politóloga Katrin Himmler, autora de un libro de referencia sobre la familia, Los hermanos Himmler, y sobrina nieta ella misma de Heinrich Himmler. Obtuvo el certificado de nacimiento de su madre, Nanette Dorothea, donde se registraba su fecha de nacimiento, el 3 de junio de 1944. En el documento se lee que Heinrich Himmler reconoció a la hija, fruto de su relación extramatrimonial con Hedwig Potthast, quien había sido su secretaria y era su amante desde 1938. Himmler se suicidó al terminar la guerra.

Después de “evaluar certificados de nacimiento y fotos familiares, de consultar a historiadores, de contactar con parientes”, el semanario Der Spiegel, que reveló la historia este octubre, concluyó que, en efecto, este hombre era el nieto de Himmler. Consultada por EL PAÍS, Katrin Himmler corrobora: “No tengo ninguna duda de que él es el nieto”.

Otro elemento sorprendente en el caso del nieto de Himmler es que, hasta el verano de 2024, no descubriese quién era su abuelo. Si era un secreto, estaba escondido a plena luz del día. El nombre de la madre y el tío aparecen en libros como la biografía canónica de Himmler, escrita por el historiador Peter Longerich.

Hedwig Potthast no era en absoluto una desconocida para los estudiosos, y se la mencionaba en películas y documentales. En el acta del interrogatorio al que la sometió el Séptimo Ejército de EE UU en mayo de 1945, se lee que era “una mujer atractiva de treinta y pocos años que podría responder al prototipo de la deutsche frau”, la mujer alemana. El interrogatorio ya revela que “dio dos hijos a Himmler”.

La mujer se casó de nuevo en los años cincuenta y asumió otro nombre. De su pasado habló muy poco. La hija de Hedwig, Nanette, recibió la información sobre la identidad de su padre biológico, dice Lenkeit. Pero lamenta que a él, el nieto, se le ocultase.

“Quizá me querían proteger…”, supone. Pero, ¿cómo se explica que tardase tanto en enterarse, hasta cumplir los 47? “No me lo explico”, responde. “Era tan obvio...”.

Katrin Himmler observa: “Nanette Dorothea guardó silencio hasta su muerte sobre quién era su padre biológico, por lo que, aunque parezca increíble, es totalmente plausible que Henrik Lenkeit descubriera quién era su abuelo hace solo un año y por casualidad”. “En Alemania”, apunta, “hay todavía muchas familias en las que se guarda un silencio obstinado sobre el pasado y especialmente sobre los perpetradores en la propia familia, por lo que su familia no era la única, ni mucho menos”. “Espero que su historia dé valor a otras personas para hacer preguntas en sus propias familias sobre la época nazi y el papel que desempeñaron sus antepasados en ella”, añade la nieta de Ernst, el hermano pequeño de Heinrich.

Los padres de Lenkeit —ella, médica; él, profesor— eran políticamente moderados, llevaron a su hijo a ver la película La lista de Schindler, admiraban a Israel: una familia propia de una República Federal, consciente de las lecciones de la historia. El hijo observa también que era una familia “distante en el trato”, que mantenía un perfil bajo y evitaba destacar. No puede evitar verlo a la luz del pasado redescubierto. “Hay cosas que se heredan. Y hay traumas generacionales. Esta culpa la heredó mi familia”, reflexiona, aunque la afirmación valdría para una gran parte de los alemanes que crecieron tras el final de la guerra.

“En Alemania”, continúa Lenkeit, “hay una gran cantidad de hijos o nietos de perpetradores, y no son fascistas. Somos una nueva generación. Ahora un partido [de extrema derecha] como la AfD tiene un 26% en los sondeos. Si yo puedo aportar mi grano de arena para que no lleguen al poder…”.

La experiencia de este hombre puede parecer extraordinaria. Pero no es tan distinta de la de tantos alemanes que, aunque asumieron la responsabilidad colectiva por los crímenes del nazismo, tardaron más tiempo en identificar a sus abuelos como perpetradores o cómplices individuales. Claro que muy pocos tenían un abuelo como Himmler...

“Si me pongo a pensar, era un monstruo, y yo tengo sangre de un monstruo”, dice. “Mi fe es lo que me mantuvo en pie. Sin fe, quizá estaría en un psiquiátrico”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en Berlín y antes lo fue en París y Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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