Los drones de Ucrania aguan las vacaciones a los rusos
Miles de pasajeros de vuelos en Rusia se quedan en tierra por la táctica de Kiev de forzar el cierre del espacio aéreo con sus aparatos bomba de largo alcance


Una de las máximas de Volodímir Zelenski es que los rusos también deben sentir la guerra. Rusia ha llevado la destrucción a su país y lo mínimo, ha dicho en numerosas ocasiones el presidente ucranio, es que sus ciudadanos sean conscientes de ello para que entiendan que es necesaria la paz. Hay muchas maneras de hacer llegar la guerra a Rusia. Una de ellas, y en la que las fuerzas ucranias se están esmerando, es aguar el inicio de las vacaciones estivales a los viajeros rusos.
Los drones ucranios están forzando periódicamente este julio el cierre del espacio aéreo de grandes ciudades rusas, lo que implica la cancelación o el retraso de cientos de vuelos. El momento más aciago para el sector aeroportuario ruso en este mes se produjo entre el 19 y el 22 de julio, cuando más de medio millar de vuelos fueron cancelados solo en los aeropuertos de Moscú y San Petersburgo, según datos de la agencia estatal TASS. Meduza, medio ruso en el exilio, estima que en todo 2024 solo fueron cancelados un centenar.
Las noches del 19 y del 20 de julio fueron las más duras, cuando más de 230 drones ucranios fueron abatidos en Rusia, una treintena, sobre Moscú, según el Ministerio de Defensa ruso. La potencia de los bombardeos rusos de largo alcance sobre Ucrania ha hecho que desde el primer día de la invasión, hace casi tres años y medio, el espacio aéreo ucranio esté cerrado y solo puedan volar aeronaves militares.
Rusia está disparando de promedio en julio 209 drones bomba de largo alcance al día, lo que supone por lo menos el triple de los que lanza Ucrania, según la comparación de las estadísticas que facilitan sus respectivos ministerios de Defensa. Rusia ha utilizado, además, en julio una media de seis misiles de crucero y balísticos diarios, armamento con el que no cuenta el país invadido.
En la pasada noche fueron disparadas ocho bombas aéreas rusas sobre la ciudad de Zaporiyia, en el sudeste de Ucrania. El invasor destruyó una prisión, dejando 17 muertos y más de 40 heridos. Zaporiyia se encuentra a tan solo 23 kilómetros del frente de guerra y las tropas rusas avanzan por primera vez en meses en este sector. El miedo para la población es que la ciudad puede estar en breve a tiro de la artillería enemiga.
“La táctica ucrania [de intentar el cierre del espacio aéreo], con esta intensidad, es inaudita”, aseguró Meduza el 23 de julio. Oficialmente, no hay confirmación por parte de las autoridades ucranias de que el objetivo sea fastidiar las vacaciones de verano de la población del país invasor, pero tanto activistas, militares y cargos próximos a la presidencia lo celebran en las redes sociales y en medios de comunicación. “Estas acciones dañan la moral del pueblo ruso”, aseguró el lunes al diario Kyiv Independent el analista militar Ivan Stupak: “Están acostumbrados a ver la guerra solo en YouTube, pero con lo que estamos haciendo, estamos enviando un mensaje claro, la guerra es muy real y vuestra comodidad depende de lo que hagamos”.
La única referencia de Zelenski sobre la cuestión la ofreció en un comunicado del 26 de julio como respuesta a otra noche de bombardeo a gran escala ruso sobre ciudades ucranias: “Ante estos ataques no nos podemos quedar en silencio, y así lo garantizan los drones ucranios de largo alcance. Las empresas militares, logísticas y los aeropuertos rusos deben hacer sentir a Rusia las consecuencias reales de su guerra”.
Forzar a Putin a negociar
“La precisión de nuestros drones y la frecuencia con la que Ucrania responde son argumentos que sin duda acercarán la paz”, añadió Zelenski. El presidente ucranio ha reiterado en los últimos tres años de guerra que es fundamental que Rusia sienta la amenaza en su territorio para forzar a Vladímir Putin a negociar la paz.
Oficialmente, lo que se está llevando a cabo, como es habitual desde hace dos años, son ataques con drones bomba de los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa (GUR) y de los Servicios de Seguridad del Ministerio del Interior de Ucrania (SSU) contra instalaciones militares y fábricas de producción armamentística en suelo ruso. El GUR y el SSU son responsables de las operaciones alejadas del frente en territorio ruso.
Uno de los últimos golpes se produjo la noche del 26 al 27 de julio, cuando aparatos no tripulados ucranios bombardearon la fábrica Signal de equipos de radioelectrónica para uso militar en Stávropol, en el Cáucaso Norte. Aquel ataque forzó la suspensión de la actividad en el aeropuerto de Volgogrado y 70 vuelos se quedaron en tierra.
No todas las oleadas de drones tienen un objetivo preciso. En el caso de los vuelos sobre Moscú, la intención, según observadores independientes como Meduza, es forzar el cierre de la aviación comercial. El ejemplo más claro, según este medio, es el hecho de que el día que más cancelaciones de vuelos sufrió el país agresor en 2025 fue coincidiendo con el puente festivo del Día de la Victoria, el pasado mayo: 15 aeropuertos tuvieron que suspender sus operaciones cuando buena parte de la población se preparaba para viajar y disfrutar de unos días de descanso.
Otra prueba de que la voluntad de Ucrania es desestabilizar el sector del transporte en Rusia durante las vacaciones de verano llegó el 27 de julio, cuando el grupo ucranio de hackers Cuervo Silencioso y el bielorruso opositor BY piratearon el sistema informático de Aeroflot. Según admitió la mayor compañía aérea rusa, 53 vuelos en Moscú fueron cancelados el lunes y este martes. Los piratas aseguraron que sobre todo habían dañado el sistema de reembolso de billetes para miles de personas que en las últimas semanas se quedaron en tierra.
Ataques contra la red ferroviaria
La red ferroviaria también está sufriendo importantes interrupciones en un momento de elevado movimiento de pasajeros por las vacaciones veraniegas. Los drones ucranios han golpeado cuatro veces en julio infraestructuras ferroviarias clave para la logística del ejército. El último ataque ha sucedido en la madrugada de este martes, cuando los aparatos bomba ucranios han causado daños en una estación clave para el frente de guerra en la provincia rusa de Rostov. No ha habido heridos, según las autoridades regionales, pero nueve trenes han tenido que suspender su viaje.
El ataque que provocó más cancelaciones de trenes fue el 19 de julio, también en la provincia de Rostov, por la que circulan miles de personas que se dirigen a pasar las vacaciones en el mar Negro. Un dron cortó el suministro eléctrico y dejó a 130 trenes sin posibilidad de moverse durante un día entero.
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