Los analistas advierten del primer envío de armamento nuclear de Estados Unidos al Reino Unido desde 2008
La base aérea de Lakenheath habría recibido 12 nuevas cabezas atómicas, según diversos análisis militares, en una clara señal hacia la Rusia de Putin


El Reino Unido ha abierto sigilosamente una puerta que permanecía cerrada desde 2008, según diversos análisis militares replicados por los medios británicos. La base militar de la Royal Air Force —en la localidad de Lakenheath, dos horas al norte de Londres— ha comenzado, según estas informaciones, a recibir de nuevo armamento atómico procedente de Estados Unidos. Esta es una clara señal de que el equilibrio geopolítico ha vuelto a cambiar, y de que la OTAN está dispuesta a responder ante las amenazas de Rusia con su propia exhibición de poder nuclear.
Expertos en defensa e informaciones de fuentes abiertas de datos citadas por Bloomberg identificaron el pasado 16 de julio una aeronave C-17 en ruta desde la base aérea de Kirtland, en Albuquerque (Estado de Nuevo México) a territorio británico. El aparato volaba con su transponder conectado, lo que permitía conocer en todo momento su identificación y la localización exacta. Este sería el modo en que Estados Unidos permite saber a Rusia que no está reduciendo su capacidad nuclear en Europa sino todo lo contrario, según ha señalado a Bloomberg William Alberque, exdirector de no proliferación nuclear de la OTAN y analista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, basado en Londres.
Kirtland es sede de cerca de 2.500 cabezas nucleares.
“Es absolutamente inmoral que los ciudadanos se enteren de esta escalada en el peligro nuclear a través de informaciones periodísticas o de los cálculos de expertos en seguridad”, ha protestado Tom Unterrainer, presidente de la organización activista Campaña por el Desarme Nuclear (CND en sus siglas en inglés). “[El primer ministro británico, Keir] Starmer debe hacer una declaración pública sobre este cambio tan importante referente a nuestra seguridad, y permitir que haya un debate transparente y democrático en el Parlamento”, ha añadido.
Es política habitual tanto del Gobierno estadounidense como del británico evitar cualquier comentario sobre cantidad, localización o disponibilidad de su armamento nuclear. Las señales, sin embargo, son evidentes.
El Gobierno británico anunció el mes pasado un cambio trascendental en su capacidad de disuasión nuclear, concentrada hasta ahora en los submarinos Vanguard, que transportan misiles balísticos Trident y están estacionados en aguas de Escocia, con la compra de 12 cazas de combate F-35A, capaces de transportar y lanzar bombas y misiles con cabezas nucleares.
Se trata del cambio más relevante en la política armamentística del Reino Unido desde el final de la Guerra Fría. Los aviones y el armamento nuclear son de fabricación estadounidense, y suponen el regreso a territorio británico de las armas atómicas.
Al mismo tiempo, documentos presupuestarios públicos del Pentágono muestran cómo en los últimos años se han destinado importantes cantidades de dinero a mejorar las instalaciones de la base británica de Lakenheath.
Los expertos consideran que lo más probable es que el armamento trasladado sean 12 bombas termonucleares B61, bombas de gravedad diseñadas para ser integradas en los cazas adquiridos por el Gobierno británico. Tienen una capacidad ajustable de entre 0,3 kilotones y 50 kilotones, según el Boletín de Científicos Atómicos. La bomba usada contra la ciudad japonesa de Hiroshima era de 15 kilotones. El transporte de las bombas, sin embargo, se habría producido años antes de la entrega prevista de estas aeronaves de combate.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha endurecido su respuesta ante la permanente agresión de Vladímir Putin en Ucrania. En las últimas semanas, la Casa Blanca ha accedido al envío de misiles Patriot a Kiev, aunque el suministro de este armamento deberá ser a través de la compra e intermediación de países europeos miembros de la OTAN.
El Reino Unido dispone actualmente de una flota de nueve submarinos nucleares, que patrullan las aguas constantemente con un secreto máximo respecto a su localización y constituyen el grueso fundamental de la disuasión nuclear británica.
Con la excepción de su programa de submarinos, el Reino Unido había dejado de almacenar armamento nuclear desde 2008, cuando las últimas bombas salieron de la base aérea de Lakenheath. Con la llegada del nuevo material anunciado por Starmer, el país se incorporará al programa de la OTAN de capacidad aérea dual (DCA, en sus siglas en inglés), la estrategia disuasoria nuclear de la alianza bajo el paraguas de Estados Unidos. El armamento, tal y como establece el Tratado de No Proliferación, permanece bajo control de Estados Unidos, y no puede ser cedido a ningún otro país.
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