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Un sector del SPD alemán cuestiona la apuesta por el rearme y aplaude la posición de Sánchez en la OTAN

El debate sobre el aumento del gasto militar se cuela en su congreso. El ministro socialdemócrata de Defensa subraya a EL PAÍS que “España firmó el comunicado” de la Alianza y, por tanto, el compromiso del 5%: “El resto es política interna”

Ralf Stegner, diputado del SPD y rostro visible del ala escéptica ante el rearme, el viernes en Berlín.
Marc Bassets

Son una minoría, pero se hacen escuchar. El sector crítico de la socialdemocracia alemana ha cuestionado, en el congreso celebrado este fin de semana en Berlín, el rearme que promueve el Gobierno de coalición del que su partido participa junto a los democristianos del canciller Friedrich Merz. Este sector aplaude el plante del presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, cuyo partido (el PSOE) comparte grupo político con el SPD en el Parlamento Europeo, ante la exigencia de Estados Unidos en la reciente cumbre de la OTAN de aumentar el gasto militar hasta alcanzar un 5% del PIB en 2035.

“No entiendo en absoluto las críticas a Pedro Sánchez”, decía en los pasillos del congreso Ralf Stegner, diputado del SPD y uno de los rostros más visibles del ala del partido escéptica ante el rearme y partidaria del diálogo con Rusia. El diputado cree, como Sánchez, que lo importante, más que alcanzar la cifra de porcentaje sobre el PIB, es cumplir con los objetivos de capacidades militares.

“El Gobierno español ha hecho las cosas de manera inteligente”, considera Stegner. Cuando se le pregunta si cree que España ha hecho las cosas de manera más inteligente que Alemania, donde la coalición está comprometida a llegar al 5%, responde: “A mí, personalmente, esta posición [la española] me resulta más simpática”.

No es la línea predominante entre los dirigentes socialdemócratas alemanes. El socialdemócrata que más se ha destacado al promover un cambio de mentalidad a favor del aumento del gasto militar es Boris Pistorius, ministro de Defensa con el anterior canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, y ratificado en el cargo por el actual, Merz.

En conversación con EL PAÍS, Pistorius zanjó así la posición de Sánchez en la cumbre de la OTAN: “España aprobó el comunicado final [que aprobaba el aumento al 5%]. El resto son cuestiones de política interna de España, que no voy a comentar”.

Una moción contra el 5% salió derrotada, después de agrios debates, pero los críticos han hecho pagar igualmente a su líder, el actual vicecanciller y ministro de Finanzas, Lars Klingbeil, una política que consideran demasiado belicista. Hace dos semanas abrieron la discusión con un manifiesto, encabezado por la firma de Stegner y titulado Garantizar la paz en Europa mediante la capacidad de defensa, el control de armamentos y el entendimiento. El viernes, primer día del congreso, contribuyeron a infligir un voto de castigo a Klingbeil, reelegido copresidente del SPD pero con un muy modesto 65% de votos, por debajo de las expectativas.

Iniciativa para prohibir AfD

La unanimidad, en cambio, fue total en el voto el domingo para estudiar una posible prohibición de Alternativa para Alemania (AfD), calificado oficialmente por los servicios de inteligencia como “extremista de derechas” y segunda fuerza parlamentaria después de las elecciones de febrero.

El SPD creará un grupo de trabajo para examinar si hay pruebas que permitan solicitar al Tribunal Constitucional que prohíba a AfD. La iniciativa, para concretarse, requería dos tercios del Bundestag o del Bundesrat (la Cámara de las regiones), o una petición directa del Gobierno. Aunque los socialdemócratas acabasen impulsando el procedimiento, el rechazo de los democristianos de Merz lo abocaría al fracaso.

El voto “tiene ante todo una importancia simbólica”, dijo un destacado socialdemócrata, pero sirvió al menor para recomponer la imagen de unidad que se había quebrado con el castigo el viernes a Klingbeil, un revés que también refleja el descontento con la campaña electoral que dio el peor resultado de la historia al partido. “Sé que mi clara posición para apoyar a Ucrania y romper con la vieja política hacia Rusia del SPD no ha gustado a todos, pero seguiré por esta vía”, justificó el dirigente.

Los orígenes de “la vieja política hacia Rusia” podrían remontarse a los años setenta, a la Ostpolitik del canciller Willy Brandt. La idea entonces era que las mejoras en los derechos y las condiciones de vida en el bloque soviético y la Alemania Oriental llegarían mediante el acercamiento diplomático y las relaciones comerciales.

Pero el líder socialdemócrata aludía a algo más reciente: la complacencia de una parte del liderazgo de su partido con la Rusia de Vladímir Putin. El máximo exponente de la llamada Moskau Connection ha sido el excanciller Gerhard Schröder. Fue él quien promovió el gasoducto Nord Stream que proporcionó a la primera economía de Europa energía barata de origen ruso, pero acrecentó la dependencia. Tras abandonar el cargo en 2005, fichó por la empresa del gasoducto y estuvo a sueldo de Moscú.

Por una mezcla de pacifismo e intereses económicos, durante años un sector del SPD actuó de hecho como “el partido de Rusia” en Alemania, aunque la complacencia iba más allá de este partido e incluso de la propia Alemania. Tras la invasión rusa de 2022 en Ucrania, fue un socialdemócrata como Scholz quienes decretaron la Zeitenwende, el cambio de época, para gastar más en defensa y romper con Moscú.

El manifiesto en favor de la diplomacia y contra el rearme exige “reanudar el diálogo con Rusia tras el silenciamiento de las armas”. También califica de “irracional” y “sin razones de política de seguridad” el aumento del gasto en defensa hasta el 3,5% o el 5% del PIB.

“En lugar de más y más dinero para armamento, necesitamos urgentemente más recursos financieros para invertir en la reducción de la pobreza, la protección del clima y contra la destrucción de los recursos naturales”, se lee en el texto, firmado entre otros por un hijo de Willy Brandt. Una cita del propio Brandt lo encabeza: “La paz no lo es todo, pero todo es nada sin paz”.

El historiador socialdemócrata Bernd Rother ha replicado, en un documento titulado Un error manifiesto, que la cita de Brandt responde a unas circunstancias muy determinadas, a principios de los años ochenta. El legendario canciller socialdemócrata, escribe el historiador, en modo alguno fue el “pacifista” en el que, dice, los autores del manifiesto lo quieren convertir.

Rother cree que el error del manifiesto es comparar la situación actual con la de hace 40 o 50 años: Vladímir Putin no es ni el Leonid Brézhnev de los últimos años ni aún menos Mijaíl Gorbachov. Y la Rusia de Putin no es una “potencia de statu quo” como lo era la URSS en aquella época. “Hoy, y en el futuro previsible”, escribe, “solo puede haber seguridad contra, y no con Rusia”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en Berlín y antes lo fue en París y Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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