Detenidos en Armenia un arzobispo y varios dirigentes opositores acusados de conspirar contra el Gobierno
La policía registra 90 domicilios y se incauta de armas que los detenidos iban a usar presuntamente para cometer atentados

Agentes de los servicios de inteligencia armenios detuvieron este miércoles a 14 personas acusadas de planear actos terroristas para desestabilizar al Gobierno de Nikol Pashinián con el fin último de derrocarlo. Los detenidos pertenecen al movimiento autodenominado “Lucha Sagrada” y entre ellos hay activistas y dirigentes opositores de ideología nacionalista y un arzobispo, Bagrat Galstanián, que el año pasado lideró las marchas antigubernamentales contrarias a las negociaciones de paz que Ereván mantiene con el Gobierno de Azerbaiyán.
Desde primera hora de la mañana, efectivos del Servicio de Seguridad Nacional llevaron a cabo registros en unos 90 domicilios donde se incautaron de numerosas armas, municiones, uniformes, aparatos de comunicación y documentos, entre ellos listas de reclutamiento y planes de actuación. Según un comunicado del Comité de Investigación, el organismo que lleva el caso, el movimiento planeaba crear entre 200 y 250 “grupos de asalto” formados por unas 25 personas con entrenamiento militar, en su mayoría militares y policías retirados, de los que ya había logrado reclutar a un millar. “Para lograr su objetivo de tomar el poder en la República de Armenia, el grupo criminal planeaba cometer actos de terrorismo”, explica el comunicado. Entre estos actos refiere atentados con bomba, tiroteos, incendio de edificios públicos y privados, bloqueo de carreteras y túneles y sabotajes de la infraestructura eléctrica y de telecomunicaciones, con el fin de aterrorizar a la población y justificar la toma del poder.
En total se han emitido 16 órdenes de detención contra otros tantos individuos, de los que este miércoles han sido detenidos 14. El más conocido es el arzobispo Galstanián, quien fue puesto a disposición judicial en la tarde del miércoles y arrestado bajo los cargos de “conspiración para cometer actos de terrorismo”, “organización de disturbios” y “planificación de un golpe de Estado”. El arzobispo ha negado las acusaciones, que considera parte de una “persecución política” por parte del Gobierno, afirmó su abogado, citado por el medio Armenpress. Cuando los agentes se lo llevaron de su domicilio, el clérigo gritó: “Nada, ni siquiera la detención, nos alejará de nuestro camino”, según publicó el medio Civilnet. También han sido detenidos Igor Sargsián, dirigente de la nacionalista Federación Revolucionaria Armenia —segundo mayor partido de la oposición— y un antiguo diputado de la asamblea de Nagorno Karabaj.
Los acusados denuncian cómo se ha procedido a su detención. Detalles sobre el presunto plan golpista fueron publicados el martes por medios cercanos al Gobierno y fueron amplificados posteriormente por el propio Pashinián y sus colaboradores en las redes sociales, antes de que este miércoles actuaran los agentes de seguridad. Entre las pruebas, hay grabaciones en las que supuestamente se escucha al arzobispo dirigir los planes para la colocación de explosivos en el Parlamento, si bien sus abogados alegan que los audios han sido manipulados.
Pashinián ya denunció a inicios de 2021 un complot para derrocarlo y cesó al Jefe del Estado Mayor. En esos momentos, multitudinarias protestas recorrían el país acusando al primer ministro de la derrota en la guerra contra Azerbaiyán a finales de 2020, si bien solo unos meses después logró revalidar en las urnas su mayoría de Gobierno.
Las formaciones políticas más nacionalistas han cargado en los últimos años contra lo que consideran “concesiones” del Gobierno armenio frente a Azerbaiyán, país con el que Pashinián negocia un tratado de paz desde la derrota armenia en la Segunda Guerra de Nagorno Karabaj (2020), una derrota que abrió la puerta a la completa toma azerbaiyana de este enclave de mayoría armenia en 2023. Azerbaiyán, más poblado y poderoso militarmente que Armenia, no ha dejado de imponer nuevas exigencias en las negociaciones, que avanzan, pero sin que se haya llegado a ratificar el acuerdo de paz.
Al mismo tiempo, Pashinián busca normalizar las relaciones con Turquía y el pasado fin de semana viajó a Estambul por primera vez en visita oficial. Ahí se entrevistó con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para avanzar en las negociaciones que permitan la reapertura de la frontera, cerrada por Ankara en 1993 en solidaridad con Azerbaiyán, que en ese momento perdía la Primera Guerra del Nagorno Karabaj (1991-94). Esto sigue siendo anatema para algunos nacionalistas armenios, ya que Turquía es heredera del Imperio Otomano, que deportó y provocó la muerte de más de un millón de armenios en 1915. Pashinián ha dejado claro que apartará cualquier mención del Genocidio Armenio de las negociaciones con Ankara.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, calificó lo ocurrido este miércoles en Armenia de “un asunto interno”, pero subrayó la importancia del mantenimiento de “la ley y el orden” en el país caucásico. Aunque ambos países mantienen un tratado de seguridad común, los lazos entre Ereván y Moscú se han debilitado en los últimos años, y Pashinián ha buscado un acercamiento a la Unión Europea y Estados Unidos al considerar que Rusia no le supo proteger ante Azerbaiyán en el conflicto por el Karabaj y las numerosas escaramuzas fronterizas entre ambos países.
La semana pasada, el magnate ruso-armenio Samvel Karapetián fue detenido en Armenia acusado de incitar al derrocamiento del Gobierno.
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