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El Gobierno de Portugal suspende varios actos por la Revolución de los Claveles debido al luto por Francisco

Miles de portugueses celebran los 51 años del fin de la dictadura con manifestaciones en Lisboa y Oporto

Miles de manifestantes recorrieron este viernes la avenida de la Libertad, en Lisboa, para celebrar los 51 años de la Revolución de los Claveles.
Tereixa Constenla

El Gobierno de Portugal ha rebajado el tono de las celebraciones por los 51 años de la Revolución de los Claveles, que discurren en un clima preelectoral por la crisis política que ha desembocado en la convocatoria de las terceras elecciones anticipadas en tres años. Los portugueses, sin embargo, se han negado a secundarlo, con la participación de miles de personas en las manifestaciones que recuerdan la llegada de la libertad al país.

Un anticipo de lo que iba a ocurrir este viernes se vivió durante la medianoche anterior, ante el cuartel del Largo do Carmo, en Lisboa, donde el dictador Marcelo Caetano se rindió tras el golpe dado por los capitanes el 25 de abril de 1974. Centenas de personas se apiñaron ante el edificio para cantar, a la medianoche, Grândola, vila morena, la canción de José Afonso que sirvió de señal para sacar a las calles del país a unos 5.000 militares tras sonar en Radio Renascença.

Miles de personas se concentraron en el Largo do Carmo, en Lisboa, para cantar 'Grândola, vila morena' en los primeros minutos del viernes 25 de abril en recuerdo de la Revolución de los Claveles.

No obstante, es la tradicional marcha por la avenida da Liberdade, el monumental paseo público que se abrió tras el terremoto de Lisboa de 1755 entre la glorieta Marqués de Pombal y la praça dos Restauradores, la que ha evidenciado la fuerza de la jornada. La marcha de la capital contó con una abrumadora presencia de jóvenes, al igual que el año anterior. Una de ellas fue Benedicta Sá e Cunha, de 25 años, empleada en una consultoría, que portaba un cartel donde se leía “Los jóvenes no olvidan abril”. “Los que hemos nacido en libertad podemos caer en el error de dar por garantizada la democracia y la libertad, pero asistimos en este país y en el mundo a un retroceso que muestra que la democracia es frágil”, indicó.

La marcha de este año tuvo algunos momentos de tensión por la concentración ilegal de neonazis y ultraderechistas. La policía informó de la detención de tres personas, entre ellas el ex juez Rui Fonseca e Castro, expulsado hace unos años de la carrera y negacionista de la pandemia, que ha fundado el partido de extrema derecha, Érguete. También fue detenido el líder neonazi Mário Machado por amenazar y coaccionar a un periodista. Dos policías fueron heridos durante los enfrentamientos con algunos participantes en esta concentración.

Las celebraciones institucionales que conmemoran el fin de la dictadura más larga de Europa occidental estuvieron marcadas por la decisión del Gobierno, en manos de la coalición conservadora Alianza Democrática, de aprovechar el luto de tres días que ha decretado en el país por la muerte del Papa para suspender algunos actos, como las actividades gratuitas en el palacio de São Bento, residencia oficial del primer ministro, Luís Montenegro. Su decisión, además, fue secundada por numerosos ayuntamientos, que cancelaron actividades y conciertos, aplazados en algunos casos varios meses.

Las críticas a esta medida fueron unánimes entre los partidos de la izquierda, pero tampoco fue compartida por el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, que en la tradicional cena organizada por la Asociación 25 de Abril para recordar el golpe militar destacó la trascendencia de la fecha y la conmemoración. “El 25 de Abril es un hecho incontrovertible, que merece una invocación, un agradecimiento y una celebración incontrovertibles”, declaró la noche del jueves en Lisboa. La respuesta más dura fue la de la propia asociación que custodia la memoria de la sublevación que derrotó una dictadura de 48 años, que consideró que el aplazamiento “contraría la voluntad de los portugueses que todos los años celebran el aniversario”.

En un comunicado, Vasco Lourenço, presidente de la asociación y el único superviviente de la tríada de oficiales que dirigió la planificación el golpe de 1974, fue rotundo: “Si el papa Francisco fuese un militar portugués en 1974, seguro que sería un capitán de abril, porque toda su vida y toda su trayectoria apostólicas se fundamentaron en la defensa de la libertad, paz, democracia, igualdad y justicia social”.

Revolución de los Claveles

Los reproches se repitieron desde las filas de la izquierda en la Asamblea de la República. “Cancelar las celebraciones no es solo un acto de desvalorización del día mayor de nuestra democracia, es también la constatación de que el Gobierno está desligado del sentimiento popular”, aseguró el líder socialista, Pedro Nuno Santos, que agradeció a los militares de abril presentes en el Parlamento lo que hicieron hace más de medio siglo.

La conmemoración tenía también una fuerza simbólica porque coincide con los 50 años de las primeras elecciones en libertad, convocadas para elegir a los diputados de la Asamblea constituyente que redactaron la Constitución. Aquella cita movilizó a 5,7 millones de personas, el 92% de los portugueses con derecho a voto. El respaldo contundente de una sociedad que había vivido con los derechos políticos cercenados durante 48 años. Y un día histórico para las portuguesas, que por vez primera pudieron votar, como recordó Rebelo de Sousa, en su último discurso en estas celebraciones. En abril de 2026 el país tendrá un nuevo jefe del Estado, que será elegido en enero.

La actualidad siempre se adhiere a los discursos de la sesión de la Revolución de los Claveles, que conmemora un acontecimiento histórico único por su pacifismo. El apoyo espontáneo de la población transformó rápidamente el golpe en una revolución popular, que adoptó el nombre tras el gesto de la camarera Celeste Caeiro de repartir claveles entre los soldados sublevados, que colocaron las flores en los fusiles. La revolución también acabó con las tres guerras coloniales de Portugal en Mozambique, Angola y Guinea-Bisáu, que habían causado alrededor de 45.000 muertes entre ambos bandos.

Varios políticos evocaron este viernes a Celeste Caeiro, fallecida hace pocos meses. Desde el Livre, un partido minoritario de izquierdas, Isabel Mendes Lopes, la recordó para homenajearla, mientras que André Ventura, el líder del partido ultraderechista Chega, la utilizó para arremeter contra sus adversarios y los fallos de la Sanidad. “No me vengan con claveles, vengan con soluciones para Portugal”, soltó.

La crisis política se coló en todas las intervenciones en el Parlamento. Algunos pidieron el voto como el líder de Iniciativa Liberal, Rui Rocha, y otros, como el socialista Pedro Nuno Santos, recordaron a la empresa familiar del primer ministro Luís Montenegro, cuya actividad acabaría desembocando en la convocatoria electoral. “El imperativo democrático de mayor transparencia es incompatible con comportamientos de opacidad y ocultación”, dijo.

El primer ministro Luís Montenegro, que asistió al acto en la Asamblea de la República antes de volar a Roma para el funeral del Papa, no intervino. En nombre de su formación, el Partido Social Demócrata (centroderecha), habló la diputada Teresa Morais, que elogió el sistema político portugués pese “sus imperfecciones y desigualdades”. “Construimos piedra a piedra nuestra democracia”, destacó.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.
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