Los técnicos ya examinan en París las cajas negras del AF-447

Las dos cajas negras recuperadas hace diez días del fondo del océano pertenecientes al vuelo de Air France 447 que se hundió misteriosamente la madrugada del uno de junio de 2009 ya están en París y ya han empezado a ser examinadas por los expertos. Tras pasar casi dos años a 3.900 metros de profundidad, los especialistas de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA, por sus siglas en francés) aún no saben si la memoria que guardan los datos de vuelo y las voces de los pilotos ha sido dañada irremisiblemente. Bastarán tres días para comprobarlo. El lunes, estos mismos expertos, dirán si son capaces de leerlas y descifrarlas. La respuesta al enigma de por qué este Airbus, con 228 personas a bordo, se estampó contra el mar tardará algo más. La BEA confía en tener terminado un informe "a principios de 2012".

Este organismo ha presentado hoy a la prensa en su sede, en las afueras de París, estas dos cajas negras recuperadas casi milagrosamente. Una de ellas atesora los datos técnicos del vuelo, desde la velocidad a la altura o la trayectoria. La otra, en teoría, ha grabado las voces, los gritos y los sonidos de alarma de la cabina. En realidad, se trata de dos cilindros naranjas del tamaño de una toalla enrollada no muy grande, compuestos de una aleación a prueba de choques, impactos e incendios. Dentro, protegida por otras capas aislantes, se encuentra la tarjeta de la memoria, del tamaño de un móvil y que funciona "de forma parecida a la memoria de un USB", según ha explicado un técnico francés.

Lo primero será extraer estas memorias. Después limpiarlas concienzudamente para extraerles todas las partículas de sal que hayan podido almacenar. Luego habrá que secarlas. Tras esto, se intentarán leer los datos que esconde.

Además de las cajas negras, también se han recuperado dos cadáveres del fondo del océano. Aún duermen otros 50. Sólo se sacarán a flote, según ha precisado hoy un fiscal encargado de la investigación judicial, si se logra identificar, gracias a las pruebas del ADN, los restos de los dos primeros cuerpos.