Un policía brasileño, condenado a 543 años por la masacre de 29 personas
Carlos Jorge Carvalho deberá cumplir 30 años, pena máxima permitida por la legislación brasileña
Un agente de la Policía Militar de Río de Janeiro (Brasil) fue condenado el miércoles a 543 años de prisión por su participación en la matanza de 29 personas en un suburbio de la ciudad, la madrugada del 31 de mayo de 2005. A pesar de la pena, el policía Carlos Jorge Carvalho deberá cumplir sólo 30 años, pena máxima permitida por la legislación brasileña.
Carvalho y otros cuatro agentes fueron denunciados por el Ministerio Público (fiscalía) ante un tribunal criminal del municipio de Nova Iguacu, a 40 kilómetros de Río de Janeiro. Los otros cuatro reos serán juzgados a comienzos de septiembre.
La juez Elizabeth Louro condenó al agente a 18 años de prisión por cada uno de los homicidios, más 12 años por el intento de asesinato de otra víctima, un adulto que resultó herido en las piernas, y nueve años adicionales por la asociación con los otros cuatro reos para delinquir.
Carvalho fue juzgado durante tres días, al cabo de 27 horas de deliberaciones con la presencia de los familiares de las víctimas, tiroteadas todas en bares y calles solitarias de varios barrios vecinos, en la periferia de Río de Janeiro.
Los acusados, vestidos de civil, perpetraron la sangrienta matanza desde un automóvil particular en el que hicieron un largo recorrido en los municipios de Nova Iguaçu y Queimados). Entre las víctimas había varios menores de edad y adultos que departían en establecimientos públicos. El primero en reconocer al policía fue el único superviviente de la masacre, que camina apoyado en muletas debido a la gravedad de las heridas sufridas en las piernas. El testigo, incorporado al programa de protección de testigos, llegó al tribunal escoltado, disfrazado con una peluca y gafas oscuras, y protegido por un chaleco a prueba de balas.
Entre los testigos citados estaban dos amigos del policía, uno de ellos propietario del vehículo desde donde los asesinos dispararon a las víctimas.
Durante las investigaciones, otros cuatro agentes de la Policía Militar fueron señalados como sospechosos, pero terminaron liberados por falta de pruebas.

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