El Congreso reforma el sistema electoral de EE UU para evitar el caos de 2000

A un mes de las elecciones legislativas parciales que tienen que renovar parte del Congreso estadounidense y el Gobierno de varios estados, los políticos estadounidenses quieren asegurarse de no volver a hacer el ridículo ante sus ciudadanos y, sobre todo, ante un planeta en el que presumen de ejemplo democrático. Por ello, tras el escarnio del recuento de votos en Florida en las pasadas elecciones presidenciales de 2000, repetido hace unas semanas en las primarias demócratas de ese estado, el Congreso ha decidido reformar el sistema electoral nacional.

Los congresistas republicanos y demócratas en las dos comisiones parlamentarias dedicadas a estudiar la cuestión han llegado un acuerdo para emprender una vasta reforma, para la que se destinarán 3.800 millones de dólares (3.881 millones de euros) a lo largo de tres años, según ha anunciado el senador Chris Dodd.

Este plan, que será votado en unos días, permitirá modernizar o reemplazar los sistemas de votación anticuados, así como mejorar los métodos de registro de los electores, según Dodd.

En 2000, el resultado de los comicios que hicieron presidente al republicano George W. Bush frente al demócrata Al Gore se retrasó 36 días por fallos en el sistema de recuento de Florida. Al final, tuvo que ser una decisión del Tribunal Supremo la que inclinara la balanza.

Un año después, a finales de 2001, el Congreso aprobó una reforma del sistema a la que asignó una propuesta presupuestaria de 2.650 millones de dólares (2.706 millones de euros). La medida, que contó con el respaldo de ambos partidos, tenía como objeto, entre otras cosas, mejorar las máquinas de recuento obsoletas y el diseño defectuoso de las papeletas de algunos estados.