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R. Kelly, hospitalizado tras sufrir una sobredosis en la cárcel: sus abogados afirman que fue un complot, la fiscalía le tacha de manipulador

El músico tiene dos condenas, de 20 y 30 años de cárcel, por delitos sexuales. Sus letrados acusan a la prisión de haberse excedido con la medicación y le han pedido un indulto al presidente Donald Trump

R. Kelly
María Porcel

La estancia en prisión de R. Kelly, el cantante condenado a 50 años de cárcel por dos sentencias de delitos sexuales y que lleva entre rejas desde 2019, está siendo agitada. Como se ha sabido ahora, el pasado viernes, 13 de junio, el músico de Chicago tuvo que ser hospitalizado de urgencia a causa de una sobredosis sufrida en las instalaciones donde vive, en Butner, Carolina del Norte. Sus abogados afirman que fue culpa de los funcionarios y parte de un complot, mientras que la fiscalía les acusa de inventarse sin vergüenza una trama como esa.

Robert Sylvester Kelly —nombre real del artista— llegó el pasado viernes al hospital de Duke, en Durham, a unos 30 kilómetros de la cárcel, tras despertarse temprano por la mañana “mareado” y con sensación de desmayarse. “Empezó a ver puntos negros”, afirman sus letrados en una moción presentada ante la corte este martes, 17 de junio. “Intentó levantarse, pero cayó al suelo. Llegó gateando hasta la puerta de la celda y perdió el conocimiento”. Al parecer, el personal médico de la prisión no pudo ayudarle, por lo que una ambulancia le trasladó hasta Duke, donde estuvo hospitalizado durante dos días.

Los letrados señalan que los funcionarios le dieron a R. Kelly “una cantidad excesiva” de medicación el pasado jueves 12 de junio. Él toma pastillas para la ansiedad y para poder dormir, pero en este caso la dosis fue muy alta, siempre según los defensores del cantante. Sin embargo, la fiscalía federal ha ido un paso más allá y ha acusado a los abogados de la defensa de que esas demandas de intento de asesinato son “fantasiosas” y “repugnantes”. El Departamento de Prisiones ha declinado hacer cualquier declaración, afirmando que están en una “litigación pendiente”.

Según los abogados, el artista —ganador de un Grammy por el éxito de los 2000 I Believe I can Fly— no logró comunicarse con ellos hasta el domingo 15, porque, siempre según su versión, iban a tener una llamada previa que fue “cancelada sin explicación”. Además, se quejan de que le dieron el alta contra su voluntad, ya que el hospital informó de que tendrían que operarle de unos coágulos en la sangre, pero eso supondría dejarle ingresado dos semanas antes de la operación. Los defensores del cantante aseguran que, poco después de plantear la intervención quirúrgica, llegaron agentes armados de la prisión y se llevaron al músico.

“En menos de una hora, unos agentes armados entraron en la habitación del hospital y se lo llevaron”, para volver a ponerle en régimen de aislamiento, según esa moción. “Su vida está en peligro porque el Departamento de Prisiones le negó la cirugía necesaria para quitar los coágulos de sus pulmones”, escriben los abogados. “Podría morir de esta enfermedad, y están permitiendo que ocurra”.

R. Kelly, en su estudio de Chicago, en febrero de 2019.

Por su parte, desde la fiscalía aseguran que toda esa narrativa no es más que una exageración, y que supone “una burla al daño sufrido por las víctimas de Kelly”, al que acusan de ser “un maestro de la manipulación”. El fiscal federal adjunto Jason Julien ha asegurado que los argumentos de sus abogados son muy flojos, porque Kelly no ha llegado a presentar quejas formales, ya no ante los funcionarios de prisiones, sino tampoco ante el tribunal federal de Carolina del Norte, donde un juez podría llegar a examinar esas acusaciones. “Kelly se niega a aceptar la responsabilidad de haber abusado sexualmente de niños durante años, y está utilizando a este tribunal para promoverse a sí mismo, a pesar de que no hay ninguna base legal para estar ante él”, ha escrito Julien. “Desafortunadamente, ningún tribunal tiene la capacidad de dictar una orden que libere a las víctimas de Kelly de la prisión en la que Kelly las metió”.

R. Kelly cree que no merece estar encarcelado; él mismo escribió una canción desde prisión donde lo deja entrever. Tampoco lo creen sus abogados. Por ello, la semana pasada decidieron presentar una petición de clemencia ante Donald Trump. En ella le piden al presidente estadounidense que permita al reo cumplir su condena —en realidad dos condenas, una de 20 años y otra de 30 años— desde su casa en vez de desde la cárcel. Aseguran que su vida está en peligro y que está amenazado por otros presos y por pandillas. “Creemos que el presidente Trump es la única persona con el coraje suficiente para ayudarnos”, afirman. De hecho, se quejaron de que, tras la petición, Kelly fue puesto en confinamiento, solo, de que no podía hacer llamadas familiares y de que tenía miedo a ser envenenado. El mandatario republicano no se ha pronunciado por ahora sobre esta petición.

A finales de junio de 2022, R. Kelly fue condenado a 30 años de cárcel por nueve delitos que implicaban abusos sexuales, extorsión y tráfico de personas. En el juicio, celebrado en otoño de 2021, se conocieron no solo los abusos que cometió contra menores, sino también la trama criminal que había organizada a tal efecto. Menos de un año después, en febrero de 2023, un juez federal de Chicago le condenó a otros 20 años de prisión por delitos de pornografía infantil y seducción de menores con fines sexuales. Entonces, los fiscales describieron el comportamiento de Kelly como “sádico”, denominándole “depredador sexual en serie” sin remordimientos y ”un grave peligro para la sociedad”. “La única forma de garantizar que Kelly no reincida es imponerle una condena que le mantenga en prisión el resto de su vida”, argumentaron. Hoy, la fiscalía ha seguido esa misma estela, y ha asegurado que si Kelly pasara de la cárcel al arresto domiciliario “tras dos condenas separadas de 30 y 20 años”, alegan, “cada asesino, violador y terrorista tendría una nueva oportunidad para lograr la libertad”.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.
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