Cadenas de suministro más trazables
Aumenta la presión social y legal para que las empresas garanticen que sus proveedores cumplen con normas éticas y respetuosas con el medio ambiente


Cuando se adquiere un producto, pocas veces se repara en todo el camino que ha recorrido para llegar hasta su destino. Pero ese trayecto está en el centro de una transformación clave para las empresas. En un mundo donde los consumidores exigen transparencia, los recursos son limitados y la reputación lo es todo, gestionar la cadena de suministro de forma sostenible se ha vuelto imprescindible. Se trata de una cuestión estratégica para las marcas y una enorme oportunidad para ser más competitivas, innovadoras y eficientes.
Los datos refuerzan esta tesis: hasta el 90% del impacto ambiental de una empresa proviene de su cadena de suministro, incluidas las emisiones de carbono, el uso del agua y la generación de residuos, recoge un informe de la consultora McKinsey & Company. El mismo estudio revela que las compañías que implementan prácticas sostenibles a lo largo de este proceso —que abarca desde el abastecimiento de materias prima hasta las devoluciones, la logística y el reciclaje— pueden reducir sus gastos operativos hasta un 16%. Otro análisis de la revista Harvard Business Review afirma que los negocios que desarrollan este tipo de medidas tienen un 47% más de probabilidades de aumentar su rentabilidad a largo plazo.
“En el entorno actual, donde los riesgos se interconectan y amplifican con enorme rapidez, gestionar la cadena de suministro sin una perspectiva ASG (ambiental, social y de gobernanza) supone una vulnerabilidad reputacional”, explica el CEO de la fundación empresarial Corporate Excellence–Centre for Reputation Leadership, Ángel Alloza. La entrada en vigor de exigencias regulatorias, además, obliga a las empresas a adoptar estas políticas. Un ejemplo es la Directiva de Diligencia Debida en Sostenibilidad Corporativa (CSDDD), aprobada el año pasado por el Parlamento Europeo, que conmina a las corporaciones que superen los 1.000 trabajadores a identificar, prevenir y mitigar impactos negativos en derechos humanos y medio ambiente a lo largo de toda su cadena de valor. Alloza recuerda que el impacto reputacional de un fallo ético en un proveedor “puede ser devastador para la marca”. Por el contrario, una cadena de suministro sostenible “genera confianza, fideliza y permite diferenciarse en un mercado saturado”.
Cambio de paradigma
Llevar a cabo este proceso no es sencillo, ya que supone un cambio de paradigma en la forma en la que las empresas se relacionan con sus proveedores y aliados estratégicos. “Implica pasar de un enfoque basado en el coste y la eficiencia a otro basado en la ética, la resiliencia, la transparencia y el valor compartido”, afirma este experto. Esto exige mapear todos los eslabones del proceso, más allá de los proveedores directos; evaluar su comportamiento en términos ASG; establecer mecanismos de control y actuar ante cualquier indicio de riesgo ambiental o social.
Los beneficios que obtienen las compañías son evidentes. Por un lado, disminuyen los riesgos operacionales y reputacionales: si se garantiza que toda su cadena de suministro opera conforme a criterios éticos y sostenibles, se reduce la posibilidad de escándalos vinculados al trabajo infantil, la explotación laboral, el impacto ambiental o la corrupción, entre otros. A largo plazo, además, mejora la competitividad, porque estas compañías están más preparadas para responder a las expectativas del mercado, acceder a financiación sostenible y atraer inversión. Ángel Alloza también menciona “un activo reputacional invaluable”, que consiste en el hecho de ser percibidos como agentes del cambio por su compromiso con el desarrollo sostenible. “Eso cristaliza en comportamientos positivos y favorables” hacia la marca, sostiene.
Diseñar con éxito esta estrategia requiere que todos los departamentos de la empresa estén alineados con la misma idea. La directora global de Sostenibilidad de IE University, Isabela del Alcázar, enumera los factores que deben tener en mente los responsables de compañías para llevar a cabo dicha gestión. El primero pasa por “identificar de forma rigurosa los parámetros críticos que afectan a la organización”, que se pueden agrupar bajo el marco ASG. El siguiente escalón implica “definir planes de acción claros”, que deben incluir fórmulas para mitigar riesgos, aprovechar oportunidades y hacer un seguimiento del plan. Del Alcázar apunta, asimismo, a la importancia del “componente humano”, que no es otra cosa que identificar a las personas que ejecutarán esa estrategia. “Es necesario involucrar a los equipos, comunicar bien los objetivos y conectar los KPI [indicadores] de sostenibilidad con el trabajo cotidiano”, subraya.
La socia de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España, María Teresa Royo, coincide en que para las empresas es clave entender bien las amenazas y oportunidades, así como los impactos, tanto positivos como negativos, que se generan con esta estrategia. Y expone varios ejemplos. “¿Fomento con la compra de determinada materia prima unos proveedores que no respetan los derechos humanos? ¿Estoy seleccionando un determinado bien que tiene asociadas muchas más emisiones de gases de efecto invernadero? Si comprendes los riesgos que hay tras una determinada decisión, tienes mayor capacidad para gestionarlos e incluso puedes mejorar la planificación de tu producción”, concluye.
Capacitación para pymes
Hasta 5.200 pymes de 72 países —más del doble que el año pasado— participan en la tercera edición del Programa de Capacitación: Proveedores sostenibles, impulsado por la Red Española del Pacto Mundial de Naciones Unidas, el ICEX y la Fundación ICO. La cifra muestra el interés global por integrar la sostenibilidad en las cadenas de suministro y por avanzar en la Agenda 2030. A través de módulos educativos, cursos y guías, esta iniciativa ofrece formación gratuita en español, inglés y portugués a pequeñas y medianas empresas. Los resultados confirman su eficacia: el 83% de los negocios inscritos en la anterior edición ya han incorporado los principios de sostenibilidad en sus estrategias empresariales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
